2025: el año de las dos Marchas del Orgullo

Marcha del Orgullo
El 1 de noviembre, nueve meses después de una multitudinaria marcha de febrero, el movimiento LGBTIQ + volvió a las calles para reivindicar sus derechos frente a la avanzada ultraconservadora en Argentina.

Por Stanley Luna

El movimiento de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans, Intersexuales, Queer y otras identidades sexuales (LGBTIQ +) volvió a salir a las calles para conmemorar, el pasado 1 de noviembre, el Día del Orgullo. Esta fue la segunda marcha de la diversidad sexual en el año. El 1 de febrero pasado, como nunca había ocurrido, el movimiento se organizó espontáneamente marchando en multitud en la Marcha del Orgullo Antifascista y Antirracista LGBTIQ +, en respuesta a los ataques del presidente Javier Milei en el Foro Económico de Davos, en Suiza, donde se refirió a los homosexuales como “pedófilos”.

Nueve meses después, la reciente marcha se conmemoró en medio de una tensión política, porque fue realizada una semana después de que La Libertad Avanza, en una jornada marcada por el ausentismo en las urnas, se impusiera como la principal fuerza política del país en las elecciones legislativas, pese a los escándalos de corrupción que salpicaron altos funcionarios públicos y la vinculación del diputado libertario José Luis Espert con un narcotraficante previo a los comicios.

En paralelo, este triunfo oficialista ocurrió mientras las organizaciones sociales advierten de retrocesos significativos en derechos humanos. En el caso de las organizaciones LGBTIQ + destacan un aumento de los crímenes motivados por el odio a la orientación o la identidad sexual de las personas, despidos injustificados de las personas trans que habían sido contratadas en el Estado bajo la Ley del Cupo Laboral Travesti-Trans, y el recorte presupuestario, en dos años consecutivos, para atender a las y los pacientes con VIH y otras enfermedades de transmisión sexual.

Estas demandas al Estado estuvieron presentes en la marcha con mensajes alusivos al Gobierno por medio de disfraces, carteles y consignas que, además, criticaron el modelo económico argentino, la alienación de Milei con los Estados Unidos, el racismo, que pusieron sobre la mesa las exigencias de una Ley de Reparación Histórica para las travestis sobrevivientes de la dictadura cívico militar, e incluso temas de geopolítica como el genocidio en la Franja de Gaza.

La marcha, en su edición 34, tuvo como una de sus consignas principales “Frente al odio y la violencia, más orgullo y unidad”, además, buscó combatir la desinformación implantada por el oficialismo en torno a las niñeces trans. En febrero, el Gobierno reformó la Ley de Identidad de Género para que las y los menores trans de 18 años no puedan acceder a la hormonización, bajo el argumento de que estas niñeces eran sometidas a cirugías, cuando la ley pasada las prohibía.

Un mundo diferente

“Nosotras nos tenemos que politizar. Es muy necesario que donde participemos, lo hagamos con conciencia. Después, ¿este día será fiesta o no? Eso depende de cada una. Pero sí hay que saber que estamos en peligro, que necesitamos más que nunca unirnos, salir a la calle, vernos a los ojos, y hacer la real unidad de las luchas, como lo hicimos el 1 de febrero”, opina La Kalo, activista y drag queen.

Para La Kalo, la marcha de febrero y la de noviembre se diferencian principalmente porque la primera se trató de una protesta urgente en contra de un gobierno “fascista y autoritario”, y la segunda es concebida históricamente como una “fiesta”, pero en el fondo ambas movilizaciones convocan, dice, a “gente que quiere un mundo diferente”. Sin embargo, la artista destaca que la marcha de febrero impuso sobre la agenda del movimiento de la diversidad sexual el antifascismo y el antirracismo.

Tras la marcha, La Kalo denunció en sus redes sociales los ataques que comenzó a recibir por parte de la Derecha Diario, una plataforma libertaria fundada por Fernando Cerimedo, exasesor del Gobierno de Milei. Y es que estos hechos no son aislados a los discursos de odio que las organizaciones sociales registran en contra de las personas LGBTIQ + durante la gestión actual. Para muestra, en mayo del año pasado, luego de que Nicolás Márquez, biógrafo e ideólogo de Milei, dijera en una entrevista radial que la homosexualidad era una conducta “autodestructiva e insana”, tres mujeres lesbianas fueron asesinadas por un vecino, con una bomba molotov, en su habitación, en Barracas.

Durante los dos años de gestión, el gobierno libertario eliminó el Ministerio de la Mujer, Géneros y Diversidad, institución de donde dependían políticas públicas a favor de las mujeres y las disidencias sexuales; y el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo, donde acudían las poblaciones vulnerables víctimas de discriminación. El paso de los libertarios en el Gobierno marcado por la prohibición del lenguaje inclusivo en las instituciones estatales, la censura de materiales cinematográficos con contenido LGBTQ + y la reforma a la Ley de Identidad de Género son parte de los ataques de lo que denominan “la batalla cultural”, una guerra ideológica que tiene como base imponer el conservadurismo sobre el pensamiento progresista.

Después de los ataques de Milei en Davos, el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona también publicó en la red social X que el Gobierno buscaba eliminar del Código Penal el agravante de homicidio por odio a las mujeres (femicidio) y modificar la Ley Micaela, que capacita al sector de justicia en temas de género, pero hasta ahora no han avanzado en dichas reformas.

La ultraderecha mundial

Roberto Zapata es un economista, activista y gay de El Salvador, el país gobernado por Nayib Bukele, que por razones académicas vive en Argentina desde hace dos años. Para él, el temor a la represión que sufren otros sectores como las personas jubiladas o discapacitadas no ha sido motivo para desmovilizar a la población LGBTIQ + en Argentina. Asimismo, dice que, a diferencia de hace un año, observó que había consignas que no se limitaban al respeto por la diversidad sexual y de género, sino que hablaban sobre la precariedad laboral, los hechos de corrupción del Gobierno y el genocidio en la Franja de Gaza.

“El movimiento LGBTI argentino sigue organizándose, a pesar del clima hostil contra los movimientos sociales que viene, por un lado, por los discursos gubernamentales, desde el mileísmo y su maquinaria, youtubers, medios de comunicación que les secundan; pero el tema de precarización de clases populares es el que hace más colectivas las luchas”, opina Zapata.

Según Zapata, aunque este siglo ha representado conquistas históricas del movimiento LGBTIQ + en Latinoamérica y el mundo, la post pandemia también vino con retrocesos en países como Argentina y El Salvador – que en los gobiernos de izquierdas previos a 2019 había alcanzado ciertos avances legislativos para la diversidad sexual – , que se refuerzan por medio de los discursos de grupos conservadores, aliados del poder económico y de la ultraderecha, con figuras como Donald Trump.

Historias barriales
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