El 24 de diciembre pasado falleció nuestro compañero de ruta y profe de pintura del Colectivo, Leonardo “Tata” Monie. Villurquero enamorado de su barrio, al que fotografiaba en sus detalles, joven artista de un talento generoso y polifacético, papá dedicado, compañero de su largo amor, Paula y hasta profe de su papá Juan en el taller… Agradecemos a este medio que alguna vez albergó sus palabras en una entrevista la posibilidad de este pequeño homenaje de sus compañeros del Centro Cultural. Que el barrio recuerde los bellos murales que le regaló y los muchos abrazos que sembró por sus calles.
No le vamos a decir adiós, porque El Colectivo es un centro cultural pero es algo más que eso desde que nació: es una construcción grupal y humana que sólo existe por eso, por la energía que le regalan y se regalan quienes lo van habitando.
A más de quince años de andar rodando ya es difícil llevar la cuenta de las personas que entraron y salieron por esa puerta, abierta al arte y a la amistad. Las que se subieron al Bondi, hicieron camino con nosotros, y se bajaron en alguna parada a seguir por otros caminos de la vida. Las que vuelven en algún desvío y nos llenan de abrazo. Las que partieron pero siguen empujando.
Tata Monie se sumó muy cerca de los comienzos, allá por el 2001 o 2002, en Bauness 2640, y con sus maduros veintitantos años fue quien dirigió al grupo de muralistas del Colectivo(*) cuando Gus Benito, otro amigo pintor fundador de esta aventura, siguió el viaje de su vida para París. El Tata tomó la posta de los colores y siguió multiplicándolos por el barrio, en su taller y hasta en las paredes, logos y carteles de nuestra casa cultural de Iberá y Galván.
El sábado 24 de diciembre de 2017 se nos partió el mundo en dos al saber que este compañero había fallecido. Todavía lo escribo sin saber cómo tal cosa inentendible puede ser verdad. Su compañera Paula, sus hijos, sus papás y toda la inmensa familia de amigos y alumnos del Colectivo lo vamos a extrañar de un modo que no encuentra palabras para decirse.
Pero sí puede decirse, y vale la pena decir alto y muchas veces, que en sus cuarenta años tan intensamente vividos el Tata nos regaló su obra, sus acuarelas, sus retratos de una sensibilidad inusual, sus óleos, sus fotografías de rincones especiales de Villa Urquiza – barrio de toda su vida -, su manera de hacerse amigo de todo el mundo, sus trasnochadas trabajando en el taller, sus ganas de transmitir a los alumnos esa pasión por la expresión a través de las formas, las líneas, los colores, la luz, las texturas.
Expuso en París, viajó a México, a Italia y a Uruguay, y de todos esos viajes se nutrió y lo reflejó en su obra. También se ocupó, en estos últimos años, de abrir las puertas del Colectivo a otros artistas, organizando muchísimas exposiciones y compartiendo horas con los alumnos y colegas, conversando y compartiendo risas alrededor de una cerveza.
En abril de 2007 publicamos en estas páginas una entrevista donde nos decía:
Ser pintor tiene que ver con dar respuesta a las inquietudes internas. La tela blanca es una desafiante invitación a crear un mundo propio”.
Su alma era un alma inquieta. Era provocadora. Buscaba y exploraba hasta encontrar el límite, chocar con él y a veces traspasarlo. No se detenía a reverenciar tal o cual técnica, las abrazaba todas, se arremangaba y buscaba decir lo suyo fuera cual fuera el soporte, como un caminante que sabe adónde va y puede hacer tramos a pie, otros saltando piedras y embarrado, luego en bici, en jeep o en aeroplano.
Pero siempre para allá. Claramente hacia donde su motorcito interior lo iba guiando. A todo vapor. Sin cesar. Sin importarle que las galerías le pidieran que eligiera “una línea”. Produciendo obra, generando amigos, cuidando a sus hijos, amando a su compañera, puteando contra el mundo, poniendo el lomo para llegar a fin de mes como fuera, sin transar, sin dejar de apostar al arte y al trabajo, sin resignarse a una vida que no fuera la que él quería.
Un día, pintando juntos las paredes del patio de El Colectivo, le pedí que me enseñara a revocar prolijo con enduido. Así, me dijo espátula en mano, hacelo con amor. Creo que eso resume su manera de encarar el arte y la vida. Si era capaz de revocar una pared con amor, de poner su pulso de artista talentoso al servicio del marco de una puerta o el fileteado de un cartel… ¡imagino con cuánto amor encaraba sus cuadros y dibujos donde reflejaba sobre todo un mundo de miradas profundas, de seres solitarios y de honda belleza!….
No le vamos a decir adiós porque el Colectivo es una construcción de todos… y todos los que por aquí pasan, aquí se quedan. Porque hoy todos los colores que nos rodean en este patio y estas salas son los colores que pintó su alma y nos abrazan fuerte.
No le dijimos adiós a Gustavo cuando se fue a París porque sigue siendo parte del Colectivo. No le dijimos adiós a ninguno de los profes ni alumnos que vinieron, vivieron y siguieron para otras partes.
Todos ellos, todas ellas son parte del Colectivo. Cada uno de nosotros tendrá que despedirse del Tata como pueda, de a poquito, llorando y celebrando lo vivido con él. Pero desde acá, desde este corazón que late en Villa Urquiza y se llama El Colectivo, no le decimos adiós al Tata porque vamos a seguir andando siempre con él.
Quienes quieran conocer su obra, virtualmente pueden asomarse a su sitio www.tatamonie.com, a su página de Facebook Tata Monie y luego a lo largo del año pueden visitarnos en Iberá y Galván, donde con certeza iremos organizando muestras, pintando murales…Siguiendo sus pasos.
(*) El Grupo Muralista del Colectivo realizó 6 murales en la vía pública, 5 de ellos en Villa Urquiza y uno en la estación de Villa del Parque entre 2001 y 2007.
BRINDIS
Al final no era el tiempo lo que nos partiría la cabeza.
No.
Era solo una copa llena abriéndose en dos sin avisar
La muerte a fondo blanco
La juventud derramada sobre el mantel
Sí, más bien eso.
El plato herido de fideos con tuco
El brindis que no fue
Las lamparitas titilandoEstas ganas de vomitar insultos y tristeza
sobre el mantel con motivos navideños.
Textos: Marcela De Grande
Fotos: Eliana Zaffarana