Rumbo al 2019: Rodríguez Larreta
ya piensa en su reelección

Muchos porteños y argentinos aún están de vacaciones. Otros recién volvieron, algunos ya planifican las compras para el año escolar. El complicado 2017 aún está fresco en la memoria, el 2018 todavía se apresta a arrancar. Sin embargo, para el Jefe de Gobierno los tiempos son distintos.

Por Fernando Casasco

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La reciente visita presidencial al Foro Económico Mundial en la exclusiva ciudad suiza de Davos dejó una serie de reuniones con dignatarios y empresarios internacionales, además de la apuesta sempiterna del gobierno de Cambiemos por la “lluvia de inversiones” que – quizás – algún día llegará.

En materia política, en tanto, sirvió para que el presidente Mauricio Macri y su sucesor en la Jefatura de Gobierno porteña, Horacio Rodríguez Larreta, volvieran a mostrarse unidos.

La deferencia de la invitación a tan importante cita, fue devuelta por el mandamás porteño con un guiño anticipado a la posible reelección de Macri. Pero incluyendo en el mismo apotegma su deseo -y el de la gobernadora bonaerense – de continuidad en el cargo que ocupa.

“Hoy lo más natural sería que Macri, Vidal y yo vayamos por la reelección”, afirmó el Jefe de Gobierno en declaraciones al enviado del diario La Nación. En esa entrevista, cantó loas a la política económica del gobierno nacional y mostró una total sintonía con los mandatos de Balcarce 50.

El viaje compartido con Macri, las declaraciones de Rodríguez Larreta, más la reunión que ambos mantuvieron en Villa La Angostura y la participación del Presidente en una recorrida por la Villa Olímpica a su regreso del sur, pusieron corolario a varios meses en los que se especuló sobre una tirantez en la relación entre ambos.

Los motivos de las discrepancias nunca fueron blanqueados, pero desde la Presidencia de la Nación le pasan varias facturas al sucesor del Primer Mandatario. En principio, haberse negado a aplicar un protocolo antipiquetes contra la protesta social que día a día se percibe en las calles del centro porteño.

Según el razonamiento de Macri, haberle cedido a la Ciudad el manejo de su propia fuerza policial y de los recursos para solventarla, hace a Rodríguez Larreta directamente responsable de poner orden al berenjenal del tránsito metropolitano.

El Jefe de Gobierno pretende no aparecer en las pantallas de TV como culpable de la represión. De todos modos, fue ajustando su mirada como lo demuestra el violento operativo durante la sesión por la reforma previsional, con activa participación de la Policía de la Ciudad.

Consultado sobre este punto, Rodríguez Larreta justificó: “La Policía de la Ciudad garantizó que ese día funcionara el Congreso y, por lo tanto, la democracia”.

Asimismo, desde el Ejecutivo porteño diseñaron un plan con mayor presencia policial en las calles, en atención al reclamo de mayor seguridad de los vecinos. La preocupación por robos y homicidios está al tope en la mayoría de las encuestas, algo que también repercute sobre el humor de la sociedad y en la relación con el gobierno nacional.

Otro de los puntos en los que el Jefe de Gobierno se diferencia del estilo del Presidente es en su opción por no profundizar el clima de polarización. Incluso cultiva una buena relación con algunos de los “enemigos públicos” más importantes del gobierno nacional.

En esa categoría se inscriben nombres como el líder camionero Hugo Moyano (sobre todo con buena llegada al vicejefe de Gobierno, Diego Santilli), el dirigente social Juan Grabois o el también sindicalista y titular del Grupo Octubre, Víctor Santa María.

El gobierno, a través de la Unidad de Información Financiera, acusó al titular del gremio de los encargados de edificios de fugar dinero al exterior. Para el gremialista, las acusaciones forman parte de una persecución política del macrismo, dada la posición crítica que asumen los medios del multimedios a su cargo: Página/12, AM 750, entre otros, y a su propia adscripción al kirchnerismo.

Un punto clave para entender esta disputa también pasa por la pauta publicitaria oficial. En una época marcada por la crisis estructural de los medios de comunicación tradicionales, el recurso de la pauta oficial es un insumo clave, que puede ser usado para sostener medios afines y castigar a los opositores.

Así, por ejemplo, mientras el Grupo Clarín percibió durante 2017 casi el 20% de la pauta del gobierno nacional, a los medios comandados por Santa María sólo les tocó el 0,45%: $549 millones contra algo menos de $13 millones.

Premios y castigos. En la Ciudad la disparidad hacia los medios concentrados también se da, aunque con algo más de llegada para empresas medianas y chicas. Así es como se ve que algunos medios o programas que son muy críticos al Gobierno nacional, se muestran más equidistantes, cuando no claramente favorables a la gestión de Rodríguez Larreta.

El calvo mandatario porteño incluso mantiene una relación fluida con otro de los personajes que despiertan inquina dentro del macrismo a nivel nacional: el papa Francisco. Horacio se puede dar el lujo de asegurar que visitó en el Vaticano al ex cardenal de Buenos Aires con más asiduidad que el propio Presidente de la Nación.

Rosca y gestión

Otro punto de los que favorecen a Rodríguez Larreta en la búsqueda de su reelección es la apertura a la posibilidad de conformar la alianza Cambiemos en la Ciudad de Buenos Aires. Allí se ilusiona con la posibilidad de enfrentar a Martín Lousteau en las PASO y no ya en la general, donde alcanzó un exiguo triunfo hace apenas dos años. De hecho, el diputado y ex embajador en Estados Unidos se afilió recientemente a la UCR porteña con la intención de disputar frente al PRO en una interna abierta.

Pero todo está supeditado a las negociaciones que deban desarrollarse entre los miembros de Vamos Juntos (PRO y Coalición Cívica) con el radicalismo capitalino. Una posible grieta estalló a fines del año pasado cuando una alianza entre el eterno armador entre bambalinas Enrique “Coti” Nosiglia y el presidente de Boca y operador judicial del macrismo Daniel Angelici se quedó con la conducción de la UCR porteña.

Este acuerdo hizo estallar a Elisa Carrió, quien rechazó la posibilidad de un acuerdo de cúpulas con dos de sus más sonados enemigos. La muñeca de Rodríguez Larreta – y eventualmente la decisión del propio Macri – deberá imponerse para evitar una crisis interna que pase a mayores.

Por lo pronto, el Jefe de Gobierno hace los deberes y se concentra en su caballito de batalla: la gestión diaria y “municipal” de la Ciudad. Se enfoca en las obras públicas, sobre todo las referidas al transporte. En ese sentido, pone énfasis en la concreción del Paseo del Bajo y, junto al Gobierno nacional, en la construcción de los viaductos del Ferrocarril Mitre, ramal Tigre y del Ferrocarril San Martín.

A nivel económico sufre por la pérdida de ingresos que significará la reducción de la alícuota de Ingresos Brutos, a partir de la firma del Pacto Fiscal. Pero sabe que su consentimiento era pieza clave para el alcance de un acuerdo con los gobernadores y se esperanza con que una mejora en la actividad económica redunde en mayor coparticipación para el distrito.

¿Y el 2023? Aunque parezca un objetivo demasiado lejano, en su fuero íntimo, el alcalde mantiene su sueño de ser él quien suceda a Macri en el sillón de Rivadavia, así como lo hizo en la Ciudad.

Claro que hasta ahora la que aparece, por imagen y repercusión social, es María Eugenia Vidal. Pero los recelos del Jefe de Gobierno no van contra la mujer a la que contrató en los ‘90 durante su gestión en la ANSES.

En todo caso, con quien mantiene una sorda disputa es con el actual Jefe de Gabinete de la Nación y ex secretario general de la Ciudad, Marcos Peña. En varios conflictos a nivel interno, el Presidente terció a favor de su actual mano derecha, lo que provocó el despecho de Larreta, quien ve en “Marquitos” a su posible rival de cara a la sucesión presidencial.

El 2018 se despereza. La ambición no descansa. La política tampoco.

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