Durante más de 40 años, entre 1948 y 1989, Enrique David Palacio fue el cartero, a decir de Don Felix Coluccio, más querido de Villa Pueyrredón. “El mago que hacía ciertos, sueños y esperanzas, aunque a veces la carta que llegaba, traía una pena hecha tinta y papel”.
Por Ignacio Di Toma Mues
¡Palacito! ¡Palacito!, era el saludo constante a su paso. Condarco, Bolivia y al fondo los pabellones, pares de Artigas hasta Mosconi, cuarenta años y más llevando buenas y malas, esperanzas y certezas. Enrique David Palacio, el cartero de Villa Pueyrredón desde 1948 a 1989. Siempre estaba de buen humor, con salidas ocurrentes según la ocasión.
Cuando terminó sexto grado el padre le planteó: o estudiás o trabajás. A Palacito no le gustaba estudiar y entró como cadete en una ferretería a los 13 años. Antes de cumplir los 18 se adentró en el oficio de electricista. Un día casi se electrocuta arreglando una de esas arañas gigantes, de las que tenían como cuarenta luces, y no quiso saber más nada con ese trabajo.
Tenía cerca de 25 años cuando entró en una algodonera; trabajaba de las nueve de la noche a las cinco de la mañana. Hasta que un amigo le propuso entrar al Correo. Durante un tiempo hizo los dos trabajos a la vez. La madre lo convenció para que dejará la algodonera.
Desde 1948 hasta 1989, se dedicó a conquistar amigos y corazones en Villa Pueyrredón; entre ellos el de su esposa Susana, que sedujo con sus infaltables bromas. Cuando cumplió 50 años, en 1973, el barrio lo agasajó en la mítica cantina de Pepe, que estaba ubicada en Larsen y Artigas.
Palacito le contó a este cronista – en una entrevista del año 1999 para el periódico del barrio – una de las tantas anécdotas que le deparó este oficio.
“En Condarco al 5700 más o menos, vivía un señor de apellido Fernández, anciano ya. Durante meses aguardó en su puerta con ansiedad mi pasada. Esperaba desesperadamente la citación para el primer cobro de su jubilación. Y yo siempre con la misma respuesta: No hay nada señor Fernández. Por fin, recuerdo como si fuera ahora, un sábado la gran noticia. Carta para el señor Fernández. No olvidaré nunca la alegría de aquel rostro. El lunes siguiente noté un raro movimiento en la casa, ¿qué habrá pasado?, me pregunté. Enseguida tuve la triste respuesta: estaban velando al señor Fernández. Su corazón no resistió la tremenda emoción”.
Poema de Felix Coluccio dedicado a Enrique Palacio.
Desde siempre | recorrió las calles | de la villa.
Conoce uno a uno | a los vecinos, | y era feliz
cuando entregaba | la misiva esperada, del hermano o de la amada.
Palacio era un poco | el mago que hacía ciertos, | sueños y esperanzas,
aunque a veces | la carta que llegaba, | traía una pena | hecha tinta y papel.
Quién no lo recuerda | cartera al hombro | andar feliz
de casa en casa | con su grito de guerra | ¡ Cartérooooo…¡
Sabiendo con certeza | si entregaba una dicha | o un desconsuelo…
Los años de cansancio | y de fatiga, ya se fueron
la nostalgia | de su figura amiga, | la sonrisa | que siempre regalaba.
A veces, en la mañana hechas de sol, | un fantasma | recorre Pueyrredón
con la cartera repleta | se cartas, libros y revistas
se detiene y grita: ¡ Cartérooooo…!
Nadie lo ve, | pero yo sé | que allí está Palacio | repartiendo…
Porque quedó la memoria del cartero más querido.
Felix Coluccio, se mudo a Villa Pueyrredón en 1933. Vivía en Bolivia casi Bazurco. Fue profesor de geografía y educación física en el Colegio Nuestra Señora de Luján. Escritor e investigador folclórico, fue Director del Fondo Nacional de las Artes entre 1973 y 1974 y luego entre 1984 y 1991. Además de ser Subsecretario de Cultura de la Nación de 1974 a 1975.
Fuentes:
Periódico El Barrio Villa Pueyrredón.
Fotografías: Diario Crónica.