El Mercado de Villa Pueyrredón está ubicado Ezeiza 2884, entre Nazca y Pasaje Santos Vega, en la planta baja de uno de los edificios del barrio General San Martín. Se invertirán 2.294.846 de pesos. Es la primera puesta en valor en cinco años.
Por Juan Manuel Castro
El Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad de Buenos Aires informó que hará una puesta en valor del Mercado de Villa Pueyrredón, ubicado en Ezeiza 2884, en el Barrio Grafa. Se trata de un pasillo en la planta baja de uno de los edificios, donde hay locales de alimentos, limpieza y librería.
El Gobierno porteño impulsa los arreglos a través de la Licitación Privada Nº 5/SIGAF/19, que contempla una inversión de 2.294.846 de pesos. Los trabajos se extenderán, en principio, por tres meses. La fecha de apertura de ofertas era el 24 de abril. Al cierre de esta edición no se había difundido el nombre de la firma adjudicada en el Boletín Oficial porteño.
En el Mercado de Villa Pueyrredón hay nueve locales. Ocho de ellos están abiertos: artículos de librería Guadalupe, Carnicería Nico, uno con un cartel que dice Ofelia Ropa Vintage, San Benito Comidas, Pet Shop, Limpieza Marce, La nueva esquina Fiambre, Pizza y Empanadas.
El noveno es una carnicería que abrió hace cinco años y cerró al poco tiempo. “La heladera está impecable, cero kilómetro. Pasó que tuvo problemas con la gente del edificio para pasar la electricidad. Por eso tuvo que cerrar. Le hizo juicio a la municipalidad (al Gobierno porteño) y ganó, sigue con un juicio contra el edificio”, cuenta Fabián, de Limpieza Marce.
Según cuenta, “siempre hubo problemas con la gente del edificio que no quiere que esté el mercado. “Es algo histórico, estuvo desde siempre, en los orígenes mismos del barrio”, dice Fabián, quien es vecino de toda la vida y hace 18 trabaja en el local de limpieza.
Sobre la puesta en valor, el comerciante señala que a principio de abril vino personal del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a tomar medidas del Mercado. “Vinieron esa sola vez, hablaron de la puesta en valor, pero sin muchas precisiones. No volvieron más”.
Según lo que transmitieron representantes del Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño, “van a poner cartelería nueva, canteros y van a renovar la iluminación para hacerla LED, entre otros trabajos de albañilería”.
El local de Fabián, el anteúltimo hacia el lado de Ezeiza, está pintado de amarillo en el frente. También hay amarillo y verde en varias columnas. “Esto lo hice yo para que el lugar esté presentable, la única vez que vinieron del Gobierno fue en el año 2013 y no quedó tan bien”.
El comerciante cuenta que renovaron el suelo del pasillo donde está montado el Mercado, ahora hay baldosas grandes de cemento gris. “El tema es que lo hicieron mal, desprolijo, terminaron por levantar parte de la cerecita y dañaron algunos tramos de la pared”. Lo dice y señala una pared a la que le falta buena parte de las venecitas azules, que están en todo el mercado. También hace notar que la pintura blanca en el techo está picada por la humedad.
Por otra parte, en la mitad del pasillo hay dos baños, separados por algunos locales. Carlos está a cargo desde julio de 2018 de la librería La Guadalupe y tiene uno al lado: “Entrás y salís con cualquier tipo de peste. El estado en el que están es deplorable. No hay mantenimiento”.
Carlos, por caso, renovó el baño para su local, un emprendimiento que lleva adelante con su esposa. “Acá invertimos ahorros de nuestra vida. Soy jubilado y si bien el cartel dice que abro a las nueve de la mañana, estoy a las siete. Acá trabajamos el año pasado desde febrero a junio, el lugar estaba en pésimas condiciones”.
Lo dice y muestra fotos que hay en su celular. Exhibe techos a los que se le derrumbaron esquinas enteras por la humedad. “Por 16 años hubo una pérdida en la pared del baño, del lado de afuera el piso se estaba derrumbando. Era tan pequeña la pérdida que nadie se dio cuenta”.
Hoy las fotos y el acabado final del negocio son opuestos. Hay olor a pintura nueva, muebles blancos relucientes, la mercadería ordenada con esmero. “Acá la renovación es cada dos años y los inspectores vienen seguido, estamos contentos de haber hecho esta inversión y esperamos que esta nueva puesta en valor sea verdadera y a fondo”, concluye Carlos.
Este Mercado es parte de uno de los 34 edificios racionalistas distribuidos en forma de pabellones en el barrio General San Martín o Grafa (ex 17 de Octubre). Fue inaugurado en 1950, durante el segundo mandato de Juan Domingo Perón. En la Ciudad hay otros similares como Cornelio Saavedra, Los Perales o Albarellos.
Los edificios están rodeados por enormes extensiones de verde, que generan tranquilidad a metros del tránsito iracundo de la avenida General Paz. Junto al Parque de la Estación de Villa Pueyrredón, el Barrio Grafa es el pulmón verde más importante del barrio.
“Este iba a ser el primer mercado que iban a arreglar y ahora va a ser el último”, reprocha Fabián. Es porque el Gobierno de la Ciudad inició el año pasado un plan para reformar los mercados que dependen de la gestión pública (de la Dirección General de Ferias y Mercados del Ministerio de Ambiente y Espacio Público).
Luego de casi un año de trabajos reabrió el Mercado de San Nicolás, en la avenida Córdoba al 1700. Ahora tiene un patio gastronómico y 18 nuevos locales. Se renovó el Mercado de Belgrano, en Ciudad de la Paz y Juramento, el cual fue creado en 1875 y reinaugurado en 2017.
Se suma el Centro de Abastecimiento de Nueva Pompeya, en Sáenz 790. También esta en camino una licitación pública para renovar el Mercado del Progreso de Caballito, en Del Barco Centenera y Rivadavia.
En este contexto, el año pasado se oficializó la construcción del Mercado de Carruajes, un polo gastronómico en el centenario inmueble donde funcionaron las caballerizas presidenciales. Está ubicado en la avenida Alem 852.
En contraposición a la mayoría de los antes nombrados, el Mercado de Villa Pueyrredón es el más pequeño, con solo nueve locales y un pasillo. Tiene un perfil de almacén de barrio y los productos que se ofrecen no están ligados a la cervecería artesanal y la degustación gourmet.
“Acá vienen los nenes que se olvidaron el mapa antes de entrar al colegio, la gente que se olvidó o no quiere preparar la cena, es un espacio importante para la vida del barrio y es nuestra fuente de trabajo, ojalá que esta vez la reparación sea a conciencia”, concluyen los comerciantes.