Militantes y vecinas de Villa Pueyrredón. Se comprometen en la lucha por los jóvenes, porque creen que son los transformadores de esta realidad cada vez más achicada, deteriorada y empobrecida. Entre cafés y chocolates, Marcela Colcerniani y Vanesa Coria hablan de deporte, educación, salud, el barrio y la Comuna.
Agustina Cavalanti
Vanesa y Marcela, tienen muchas cosas en común. Son abogadas, viven en Villa Pueyrredón, integran Unidad Barrial y militan por los jóvenes. Estamos en la YPF de Constituyentes, es jueves y llueve a cántaros.
– Me preocupan los jóvenes que son las víctimas de este sistema, de un sistema que los excluye, que los amordaza. Y creo que hoy el signo de estos tiempos es la unidad- dice Marcela mientras compramos un café.
– Soy de origen peronista, de familia peronista- resalta. Marcela Colcerniani es candidata a comunera por la Comuna 12. Integra la lista 502 del Frente de Todos y, desde hace años, milita en la agrupación Kolina de la Ciudad de Buenos Aires con Alicia Kirchner.
– De genética peronista-repite.
Vanesa Coria militó durante seis años en La Cámpora. Junto a compañeras y compañeros de esta agrupación formaron “Unión Popular”, que ya tiene un año de existencia en Villa Pueyrredón.
– Somos un grupo de más o menos 25 personas que militamos a pleno en el territorio. Mi militancia se focaliza principalmente en niños y adolescentes, siento que están en estado de abandono, incluso por los padres- expresa Vanesa.
Nos sentamos. Sin duda, los jóvenes serán la columna vertebral de este reportaje.
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La Escuelita: el espacio para compartir una práctica colectiva
Hace tres horas que llueve sin parar. En la mesa de al lado una mujer duerme sentada. Mucha gente se refugia en el bar de la estación de servicio. Un día como hoy los alumnos de “La Escuelita” no tienen clases porque no tienen techo. Es un espacio hecho con solidaridad, para que niños, niñas y adolescentes socialicen, hagan de su tiempo libre algo que los nutra de aprendizaje.
– Nos enfocamos en el deporte grupal, porque quiero que los chicos entiendan desde su niñez lo importante que es pertenecer a un equipo, donde no hay un solo ganador, sino que es el grupo y si se pierde perdemos todos- explica Vanesa.
La Escuelita Deportiva funciona en el parque de la estación de Villa Pueyrredón, donde están las canchas de básquet y fútbol, sobre Obispo San Alberto, entre Condarco y Bolivia. Sus profesores enseñan gratis a niños de 6 a 16 años. Y cada día comparten la merienda, una chocolatada con galletitas.
– La escuelita la armé con una amiga que jugaba al básquet conmigo en el Club Talar. Es algo completamente aparte, no tenemos una bandera partidaria. Sin embargo, a través de la Escuelita Deportiva conocí un montón de vecinos del barrio que no estaban politizados, que no estaban militando y que hoy militan en Unión Popular- cuenta.
Además, desde este espacio se ofrecen clases de apoyo escolar en el Centro de Jubilados Dr. Raúl Matera, ubicado en Albarellos y Nazca.
– Conseguí a través de este periódico un entrenador de fútbol, un canillita que tiene su puesto de diarios en Devoto. Y el de básquet también, a través de convocatorias, de buena voluntad y solidaridad, como por ejemplo las leches para la merienda que muchas veces fueron donadas por Susana, del Centro Cultural El Alambique.
¿Qué pasó con la canchita que está en Bolivia entre Ezeiza y Albarellos?- pregunto y refiero al espacio que antiguamente pertenecía al Club Esparta y que iba a ser un lugar destinado al uso de los vecinos del barrio. Hace más de dos años y medio que se encuentra cerrado.
– Es una canchita donde se juntaron firmas para pedirle al Gobierno de la Ciudad que la habilite para empezar a utilizarla. Después de haber ido a reclamar personalmente me dijeron que había un problema de medianería, que una vecina había presentado un amparo para que no se utilice esa cancha porque no tiene paredes, solo enrejado. Pero hace más de dos años que está frenado ¡y es sólo la medianera!
El Gobierno de la Ciudad hizo un montón de obras muchos más grandes que colocar tres paredes, lo cual demuestra una real falta de interés- resume Vanesa.
Educación: Querida, recorté a los niños
No es la película de los 80. Es la Ciudad de Buenos Aires. Es Villa Pueyrredón. El presupuesto destinado a educación es tan bajo que no alcanza para comprar viandas. No hay obras que mejoren la infraestructura. No hay vacantes en los colegios. Hay déficit en los jardines maternales. Hay recortes en las cooperadoras escolares. Hay pibes con hambre.
– Son políticas pensadas en detrimento de los jóvenes. Y cuando digo jóvenes pienso en nombres y apellidos. Pienso en los chicos de la Agustín Tosco que no reciben viandas por cuestiones de la burocracia y de la administración del Estado y del Ministerio de Educación porteño. Y las viandas que reciben los chicos “privilegiados” de la Walsh son poco nutritivas e insuficientes- dice Marcela.
Pero no es un tema de viandas nada más- interrumpo.
– Claro que no. Hay jóvenes que se acercan a la Olla Popular que estamos sosteniendo desde Unión Barrial, en Villa Pueyrredón. Muchos vienen con serios problemas de adicción, y que son señalados, que no tienen el apoyo de un Estado, de una sociedad que los acompañe- añade Marcela.
¿Hay un estado negacionista?- vuelvo a interrumpir.
– Absolutamente. Lo que esta pasando en la Ciudad es gravísimo, y si bien afecta principalmente a la zona sur, Villa Pueyrredón no es una isla. A los pibes se les electrifican las paredes de los comedores. A los de la Escuela Especial N° 21, infectados de cucarachas, los fumigan con ellos adentro de las instalaciones. Al Álvarez Thomas le quieren quitar su pileta y la cooperadora lucha por impedirlo. Es una ciudad rica de inquilinos pobres, de vecinos pobres, de jóvenes pobres, de ciudadanos pobres. A nosotros nos indigna y nos mueve a reaccionar, para modificar en conjunto.
“El PRO se está adueñando de los clubes barriales”
Según la web del Gobierno de la Ciudad, los clubes de barrio son asociaciones independientes sin fines de lucro, que cuentan con espacios de recreación, enseñanza y entrenamiento deportivo, y al formar parte del Registro Único de Instituciones Deportivas (RUID) pueden acceder a subsidios, a beneficios especiales y a tarifas sociales para servicios públicos.
Sin embargo, en Villa Pueyrredón están desapareciendo. O son manejados por políticos del Gobierno de Rodríguez Larreta o están al borde de la quiebra. En consecuencia, las cuotas son altas y, por ende, están perdiendo la función social con la que se los fundó originalmente.
– La gente del Gobierno se está adueñando de los clubes barriales. Todos son manejados por punteros del PRO. Tenemos al Club Pueyrredón que está sobre la calle Bazurco, frente a las vías, cuyo presidente es el mismo que el de la Junta Comunal (Jorge Arturo Roca). Allí jugué al básquet cuando era chica, había un montón de socios, fue una de las glorias del básquetbol, y hoy se alquila a privados. En vez de ir hacia la inclusión de los pibes, hoy son exclusivos porque el que no tiene plata no puede entrar- denuncia Vanesa.
– Lo mismo pasa con el otro Club Pueyrredón, el que está sobre la calle Larsen (los dos se llaman igual) y el 17 de Agosto, que los maneja Sergio Costantino, donde se han filmado diversas propagandas de cierre de campaña del PRO- remarca Vanesa.
– ¡Se hizo hasta la fiesta de despedida de soltero de Mauricio Macri!-dice (me río).
Y Sportivo Devoto está resistiendo la crisis…- agrego.
– Está súper endeudado y el Gobierno de la Ciudad está decidido a cerrarlo. Ese club era el doble de grande de lo que es ahora, perdió la mitad de sus instalaciones en manos de un privado: hoy en día esa mitad es de un pelotero en donde se realizan fiestas infantiles. Es una vergüenza, los clubes no están para hacer negocios- expresa Vanesa.
Marcela agrega que hace cuatro años la Secretaría de Deportes de la Nación daba subsidios y créditos para fomentar las actividades de los clubes barriales.
– Lo mortal para los clubes de nuestra comuna son los tarifazos. Las deudas de agua, luz y gas de estos establecimientos se vuelven impagables. De hecho, cuando estábamos peleando el tema del tarifazo se transfirió a la ciudad toda la cuestión de la tarifa social, pero no se reglamentó. Con lo cual hoy no hay obligación de que se pague porque no existe la ley – señala Marcela.
“Es necesario comprometerse y reaccionar”
El grabador ya registra 40 minutos de entrevista. La señora de la mesa de al lado sigue dormida. Marcela saluda a un hombre, un vecino que vive en la calle. Está empapado. Le compra un café con medialunas. Al rato se acerca un niño a pedir monedas. Un señor le ofrece una chocolatada, un alfajor y unos Rocklets. El vecino de Villa Pueyrredón es solidario.
– Me encuentro con muchos vecinos que apoyan generosamente la Olla Popular, que sostuvieron con mucha fuerza los ruidazos contra los tarifazos, que se movilizan por cuestiones que los interpelan. En Villa Pueyrredón hay mucho vecino comprometido y solidarizado. Es generoso, con signo político absolutamente distinto, pero cuando hablamos de estas cosas presta el oído y actúa, en lo inmediato, en lo coyuntural- relata Marcela.
Marcela fue una de las impulsora de los ruidazos que se realizaron en esquinas céntricas de la Ciudad de Buenos Aires durante más de dos meses, como forma de protesta contra los aumentos de las tarifas en los servicios públicos, y para pedir que se sancione la Ley de Emergencia Tarifaria y un nuevo régimen de Tarifa Social.
– Protestamos contra el abuso de los tarifazos codo a codo con los vecinos. Hasta que hace tres meses decidimos que había temas aún más urgentes que la violencia en los tarifazos: la violencia del hambre. Entonces nos propusimos hacer la Olla Popular en Artigas y la vía. Estamos viendo cómo nuestra comunidad se viene achicando, deteriorando, empobreciendo. Nos duele mucho que se acerque gente a la Olla y nos cuente que no está en situación de calle, pero que por los tarifazos no puede cubrir las necesidades básicas- relata Marcela.
Hace una pausa. Suspira. Sus ojos se llenan de lágrimas.
– Veo con mucha pena lo que le pasa a Villa Pueyrredón y a la Comuna, que está destruida. Veo a los comercios que se cierran, los amigos que tienen pequeños talleres y bajan las persianas porque no venden la producción. Es necesario comprometerse y reaccionar.
Continúa.
– En nuestro hospital de la Comuna, en el Pirovano, falta mantenimiento y ya se quitaron más de 50 camas. En nuestro Centro de Salud de Villa Pueyrredón hubo denuncias de que llegan demoradas las partidas necesarias de leche maternizada. El recorte en salud es silencioso pero efectivo.
Marcela estuvo vinculada a la lucha de las enfermeras luego de que el Gobierno de Larreta aprobara una ley que desconoce a los licenciados en Enfermería, en Bioimágenes y en Instrumentación quirúrgica como profesionales de la salud, y además, los convierte en empleados administrativos.
– Acompañé su lucha desde los inicios. La enfermera es la que te asiste cuando estás en ese lugar de dolor. Ellas ejercen también una obligación humana.
Y para cerrar Marcela habla de la seguridad del barrio. Unos días antes la Ministra Patricia Bullrich había confirmado que a partir del mes de septiembre iban a empezar a utilizar las cien pistolas taser que había comprado el Gobierno.
– Nos quitaron la comisaría, aumentaron los robos y arrebatos cerca de la estación Pueyrredón, a veces pensamos que hay zonas liberadas. Es preocupante. Los vecinos y vecinas tenemos derecho a vivir tranquilos y caminar en nuestro barrio sin temor. No estamos pidiendo mano dura, estamos pidiendo que participen los foros ciudadanos, que haya mayor control. No queremos que estigmaticen a los jóvenes. Esto viene porque el barrio en el que vivimos se achicó, no genera trabajo porque se cerraron comercios; se cerraron pequeños talleres porque los alquileres están altísimos, entonces hay mucha gente en situación de calle. Es un tema mucho más complejo para abordar que una pistola taser. No son los pibes el problema sino las políticas que no dan las respuestas que deberían dar.
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Conversamos una hora. Vanesa y Marcela se mostraron comprometidas para que no haya más estigmatización a los jóvenes, para modificar el proyecto que se creó en función del negocio de los desarrolladores inmobiliarios, para que les devuelvan el espacio elegido por el Gobierno para el playón de acarreo; para que ese terreno que estaba destinado a uso público pueda tener canchitas y ser un espacio donde los jóvenes se desarrollen y sociabilicen. Para que no les quiten el sueño a los pibes. Para que “en el país del no me acuerdo” se reactive la memoria en las próximas elecciones.
– La ciudad es rica pero los porteños somos pobres. Y eso debe revertirse. El reparto tiene que ser equitativo. Unidad para algo, para volver mejores, para recuperar estos proyectos que quedaron frustrados- finalizan.
Nos vamos.
La mujer de al lado sigue dormida en la mesa. El niño ya terminó su chocolatada y vuelve a pedir monedas. El vecino sin techo de Villa Pueyrredón nos mira, sonríe y saluda mientras termina la segunda medialuna.