Horacio Rodríguez Larreta y Matías Lammens de cara a octubre

Larreta y Lammens
En su retroceso, el macrismo busca hacerse fuerte en el enclave que lo vio nacer y convertirse en una fuerza nacional. Por su parte, la oposición intentará encaramarse a la ola triunfal opositora para hacer caer los muros de la resistencia porteña.

Por Fernando Casasco

Horacio Rodríguez Larreta y Matías Lammens a la conquista de octubre.

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La ciudad de Buenos Aires siempre tuvo aspiración de hermana mayor y la vista clavada en las tendencias que vienen del extranjero. Pero también ha sido epicentro de los sucesos políticos más conmocionantes y que cambiaron la historia de todos los argentinos.

Así como en el pasado, vio discurrir por sus calles a la Revolución de Mayo, a las masas peronistas del 17 de octubre de 1945, o a las puebladas de diciembre de 2001, también tuvo momentos en los que los aires “contrarrevolucionarios” se hicieron fuertes en su geografía. U otorgó el triunfo electoral a dirigentes que fueron “a contramano” de lo que expresaba el resto del país en las urnas.

En 2019 se vuelve a vivir en la capital de la Argentina un aire de desfase respecto a lo que se ve a su alrededor. Cual fortaleza amurallada, cada sector político ve a la Ciudad según de qué lado se ubique: el macrismo siente que debe defender a toda costa una posición en la que surgió y dominó a voluntad, ante el avance de una “invasión” que pretende reducirlo a cenizas; del otro lado, el Frente de Todos, que ve ante sí algunas fisuras en esas murallas que parecían inexpugnables hace más de una década y mantiene la esperanza de plantar su bandera en lo más alto de la torre principal.

Ni unos ni otros se confían demasiado, aunque “las huestes defensoras” del jefe de gobierno Horacio Rodríguez Larreta parecen hasta ahora llevar las de ganar. En el escrutinio definitivo de las primarias abiertas simultáneas y obligatorias del 11 de agosto, a diferencia de lo que ocurrió en el resto del país (con la única excepción de Córdoba), Juntos por el Cambio se impuso con un contundente 45,92% (904.165 votos). Las cifras están en línea con las que históricamente obtuvo la fuerza liderada por Mauricio Macri en la Ciudad.

Por su parte, el Frente de Todos, con la precandidatura de Matías Lammens, concluyó con el 31,36% (617.654 votos), muy por encima de lo que en la historia reciente pudo obtener el peronismo/kirchnerismo, sumando a sectores de centro-izquierda y progresistas que no siempre marcharon aliados al PJ o al Frente para la Victoria.

¿Estas cifras, de repetirse, presagian una definición en balotage? Sí y no, podría ser la respuesta. En el macrismo advierten que la cantidad de votos afirmativos para JxC – los que se tienen en cuenta en elecciones generales, restando blancos y nulos- superó el 50,67%, lo que le otorgaría la victoria en primera vuelta. Mientras tanto, con este sistema de conteo, el candidato del FdT, Matías Lammens, alcanzaría el 34,61%.

De todos modos, no se puede asegurar que la situación de octubre vaya a ser calcada a la de las PASO, por varias razones: en primer lugar, puede aumentar la participación de los votantes (asistió el 76,92% del padrón), lo que suele ocurrir entre las primarias y las generales; por otra parte, nadie puede confirmar que los votos en blanco se mantendrán en guarismos como los de agosto, superiores al 8% del total de sufragios. Por el contrario, la lógica indica que en una elección de mayor relevancia y ante una oferta electoral “simplificada” (sólo habrá cuatro fórmulas en la competencia por la Jefatura de Gobierno), los sufragios en blanco deberían descender a los niveles históricos de entre el 2 y el 4%.

Por último, pero tal vez el aspecto más importante, habrá que aguardar el impacto que tenga en la elección el arrastre de la boleta presidencial, tras la amplia derrota a nivel nacional del presidente Mauricio Macri frente a Alberto Fernández y el increscendo de la crisis económica y social que sacude al país entero y se percibe día a día en las calles. Justamente este es el punto del que quiere escapar Rodríguez Larreta en su objetivo de asegurar su reelección, de ser posible en primera vuelta.

Este mayor grado de incertidumbre para el macrismo porteño se debe exclusivamente al tributo que el propio Larreta hizo a favor de Macri: la unificación de la elección de la Ciudad con la nacional, algo inédito desde la declaración de la autonomía porteña. Una elección desdoblada (que se habría anticipado al mes de junio, cuando todavía no se avizoraba la caída estrepitosa del macrismo a nivel nacional ni se había conformado el Frente de Todos), hubiera permitido al Jefe de Gobierno una victoria holgada y un horizonte despejado de cara a octubre.

Ahora la situación es otra y Rodríguez Larreta decidió recluirse “dentro de sus propias murallas”. El Jefe de Gobierno planea municipalizar al extremo la campaña y hacerla lo más “microscópica” posible.

En ese sentido, ya comenzó con las reuniones con pequeños grupos, en casas particulares y con las recorridas callejeras por los barrios. La intención del mandamás porteño es no verse salpicado por el descontrol económico que envuelve a la gestión nacional de Macri y hacer hincapié en las obras realizadas por el gobierno local, junto a las promesas de mejoras en transporte o seguridad.

También habrá un “pack alivio” de la Ciudad: facilidades impositivas, planes de pago y préstamos con tasas reducidas para pymes, mientras que el Banco Ciudad otorgará también descuentos para particulares, con el objetivo de incentivar el consumo.

La campaña oficialista pondrá especial énfasis en aumentar la participación de adultos mayores, quienes a lo largo de los últimos años apoyaron mayoritariamente al macrismo. Por otro lado, el vicejefe de gobierno Diego Santilli quedó a cargo del grupo que intensificará la campaña en la zona sur de la Ciudad, donde Rodríguez Larreta se vio superado por Matías Lammens.

La creencia en el macrismo es que en las zonas más castigadas por la situación socio-económica se sintió fuerte el voto opositor al gobierno nacional y la “ola” que provenía del sur del Gran Buenos Aires a favor de la boleta de Fernández-Fernández y de su candidato a gobernador, Axel Kicillof, generó un efecto arrastre. Hacia allí apuntará sus cañones.

También, fiel a su estilo, Rodríguez Larreta busca una campaña menos confrontativa. Por varios motivos. Queda claro que el discurso que intentaba acentuar la “grieta” con el kirchnerismo (como el expresado por sectores oficialistas durante la manifestación a Plaza de Mayo el 24 de agosto) sólo le sirvió al macrismo para endurecer a sus propios votantes y no seducir a sectores independientes.

Pero además hay una realidad latente que no se le escapa a nadie: si el 11 de agosto fue una “gran encuesta”, Larreta comandará el Gobierno de la Ciudad teniendo que convivir con una Presidencia de Alberto Fernández y con la mayoría de las provincias gobernadas por el Frente de Todos, incluso la vecina provincia de Buenos Aires.

La cintura política de Larreta tendrá que relucir más que nunca en esas condiciones. Muchos creen que además deberá hacerse cargo de la conducción de su partido, tras las caídas de Macri y María Eugenia Vidal.

Del lado de Matías Lammens, el espíritu está por el cielo. Y si la idea del Gobierno de la Ciudad es tratar de “esconder” la situación económica angustiante y su relación con el gobierno nacional, desde el campamento opositor la intención es exactamente la contraria: ligar a Rodríguez Larreta con el fracaso estridente de Macri y hacer énfasis durante la campaña en la agenda económica. Además de acercarse a la figura ganadora de Alberto Fernández.

No casualmente el presidente de San Lorenzo reapareció públicamente con una visita a una pyme del barrio de La Boca. Desde allí, prometió apoyo para el sector productivo y reclamó que la actual gestión del gobierno porteño se haga cargo de “diseñar un plan económico para cuidar a los porteños de la crisis”. Dardos hacia su rival, pero también hacia el decaído ocupante de Balcarce 50.

Mientras tanto, desde la campaña de Matías Lammens se busca visibilizar un apoyo esperanzado a su propuesta, que incluya no sólo los distritos en donde se ganó y los sectores más necesitados, sino apelar a amplias franjas de clase media que puedan sentirse representadas, al tiempo que son afectadas por la economía actual.

Así pudo verse en las redes un video de un colectivo artístico que bajo la consigna #MacriYaFue, remataba su canción coreografiada con la frase “si vos querés, Larreta también”. Un fenómeno que se hizo viral al poco tiempo y que demostró el estado de ánimo opositor en esta carrera por tratar de hacerse con el bastión más preciado del oficialismo.

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