Crónica de una intervención anunciada

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Después de varios años de conflicto entre la Asociación Cooperadora de la Escuela Álvarez Thomas de Agronomía y el Gobierno de la Ciudad, llegó la esperada y anunciada intervención del Ministerio de Educación porteño. Objetivo: disciplinamiento por un lado, desarticular el trabajo autogestionario por otro.

Por Fernando Curci

El conflicto data del año 2017, cuando el recorte del Plan de Natación impidió a los niños y niñas del Jardín de Infantes del establecimiento acceder a horas adicionales para la enseñanza de la disciplina. Un fallo judicial ordenó retrotraer esa decisión, pero hasta la fecha, y como casi siempre, el GCBA no acató la resolución judicial

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Por otra parte, denuncias acerca del incumplimiento de las normas contables tal como lo prevé la Ordenanza 35.514/80, sancionada durante la última dictadura, en cuanto al ingreso de fondos a la Asociación, desencadenaron esta infundada medida.

El resultado de la Auditoría realizada sobre los elementos contables, no ha evidenciado faltante de dinero, ni manejos irregulares del mismo, sino que objeta el origen de los ingresos, por ser supuestamente violatorios de la normativa vigente.

Según la misma, las Asociaciones Cooperadoras pueden obtener fondos de subsidios (FUDE), otros subsidios oficiales o privados, aportes de los asociados, eventos, donaciones y apoyo de empresas y terceros.

En la práctica, los ingresos de la cooperadora, quedan limitados al subsidio FUDE, a las cuotas de los asociados, y a los eventos esporádicos que organiza la Asociación. Estos eventos tienen tantos requerimientos burocráticos, que sólo pueden realizarse una o dos veces al año a lo sumo.

¿Y cuál ha sido el motivo para que el Gobierno de la Ciudad se abalance sobre la Asociación Cooperadora del Álvarez Thomas?

Muy simple. Molesta el modelo autogestionario de la misma, ya que el natatorio de la Escuela fue construido con fondos de la Cooperadora sin ayuda del gobierno, y su comedor es autogestionado por la misma, en lugar de estar concesionado como el resto de los establecimientos. Esta autogestión del comedor, implica una mayor calidad alimentaria en el servicio, con mayor cantidad y calidad de alimentos para los beneficiarios.

Fabián Capponi, aquél funcionario que fue filmado en una fiesta organizada en el Ministerio bailando sin barbijo en plena pandemia, fue quien debía informar los resultados de la auditoría, pero no se hizo presente en la reunión con la Directora del Establecimiento y los miembros de la Asociación.

Es llamativa la discrecionalidad con que se realizan las auditorías por parte de la Dirección de Cooperadoras, ya que hay establecimientos que hace años no tienen una, mientras que otros suelen tener hasta tres por año.

La Dirección de Cooperadoras cuenta con asesores distritales, los cuales a medida que se van retirando de la función pública por renuncia, jubilación o fallecimiento, no son reemplazados, como ocurrió en el Distrito Escolar 8°, donde por años el asesor brilló por su ausencia.

Así, el Ministerio de Educación de la Ciudad, logra el disciplinamiento de cooperadores y directores, quienes saben que correrán la misma suerte que la Cooperadora del “Alva”, y los directores serán sumergidos en interminables sumarios administrativos con la eventual separación del cargo mientras dura el mismo, sumarios que la mayoría de las veces caducan con la jubilación del personal sumariado.

Esta intervención, que durará seguramente mucho tiempo, y hasta que a las autoridades les convenga, no tiene otra finalidad que desarticular el trabajo autogestionario de la Asociación Cooperadora, y concesionar el comedor escolar y el natatorio para negocios espurios, como tantas otras medidas tomadas por el Ministerio de Educación de la Ciudad.

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