La Cooperativa Talarcoop funciona actualmente en el barrio de Villa Ortuzar. Por la pandemia el proceso de desalojo se frenó. Mientras tanto están en búsqueda de un espacio para alojar las máquinas y continuar con su trabajo.
Por Mateo Lazcano
“Talarcoop” es una empresa recuperada ubicada en la calle Montenegro 1369, del barrio de Villa Ortúzar. Se trata de la fábrica de monturas “Jocri”, que en 2017 se transformó en cooperativa luego de que los dueños de la firma desaparecieran sin pagar los sueldos. La cooperativa está en la búsqueda de un galpón que le permita continuar con su trabajo; el inmueble que actualmente ocupa está próximo al desalojado.
Desde mediados de 2017 “Talarcoop” funcionó con el empeño de sus trabajadores, que lograron recuperar el vínculo con los clientes, resolver cuestiones administrativas de las que nunca habían tenido responsabilidad durante la anterior etapa y detener el remate de las máquinas. La cooperativa logró que sus ventas crezcan y, hasta la llegada de la pandemia, presentaba números satisfactorios. Con la crisis sanitaria empezaron los problemas.
“Estuvimos complicados por los proveedores, que a veces no entregaban mercadería y nos obligaban a estar parados e incumplir con nuestros clientes. Ahora estamos un poco más cercanos a la normalidad en ese sentido. No en lo ideal pero mejor”, cuenta Pedro González. Afortunadamente no padecieron contagios de coronavirus que obligara a un cierre temporal de la fábrica.
La entrada en el Distanciamiento Social Preventivo y Obligatorio (DISPO) aceleró la posibilidad del desalojo, luego de una tregua por la pandemia. “El propietario del lugar no es el mismo que el de nuestra anterior empresa, lo había vendido. Nosotros lo conocemos de nombre, pero no personalmente. Se presentó su abogado y nos dijo que tenían buena predisposición para dejarnos un tiempo más, pero sabemos que el desalojo se puede dar en cualquier momento”, explica Pedro.
“Nuestra intención no es quedarnos con el predio”, aclara. Sin embargo, sí desean mantener todas o algunas de las maquinarias con las que cuentan. La cooperativa presentó un pedido de audiencia el 22 de diciembre del año pasado ante el Juzgado en lo Comercial N° 31, a cargo de la Dra. Vivian Fernández Garello, a cargo de la quiebra de Jocri S.A.
El escrito presentado solicitaba “se fije audiencia con la fallida (la empresa en quiebra), a los fines de intentar efectuar un acuerdo transaccional de adquisición de los bienes que resultan ser de utilidad para la continuidad de la explotación industrial que la cooperativa viene llevando adelante”. Al cierre de esta nota la jueza todavía no había resulto este pedido.
Las máquinas, alrededor de 30, fueron valuadas en febrero del año pasado en un millón de pesos. Se iban a rematar, pero la cooperativa logró parar esta acción. Los trabajadores de “Talarcoop” desean llevarlas a su nuevo inmueble (deberán informar al juzgado su traslado) para poder mantener el ritmo y la demanda del trabajo actual.
“Estamos buscando un galpón de al menos 300 metros cuadrados, que nos permita colocar las máquinas. El que tenemos ahora es mucho más grande, de 800, pero podemos comprimirnos y adecuarnos a uno más chicos”, comenta Pedro.
Por el momento, comenzó una búsqueda en redes sociales, en la que colabora el referente de la Comuna 15 y ex comunero, Carlos Grisafi, a la par que se mantiene la negociación con el propietario del inmueble respecto a la fecha de desalojo.
La lucha para crear “Talarcoop”
La antigua fábrica Jocri S.A. tenía 54 empleados en mayo de 2007. De un momento para el otro, dejaron de pagarles los sueldos, y el dueño desapareció. Se enteraron que había comenzado tratativas para radicar una sociedad comercial en el Paraguay. Posteriormente llegó un aviso vía whatsapp de la confirmación del cierre de la empresa. Parte de los trabajadores montaron una guardia para evitar que sea vaciada, mientras comenzaron las averiguaciones para transformarse en cooperativistas.
En ese momento nació la Cooperativa de Trabajo Talarcoop Latinoamericana, de la que participan 17 trabajadores de la planta original. Según relataron entonces, los mayores inconvenientes estuvieron en reestablecer el vínculo con los proveedores, que habían quedado con una “mala imagen” de la antigua compañía por los inconvenientes con los pagos, y aprender a hacer las tareas administrativas.
Pasados los primeros años, pudieron remontar la situación, ir aumentando las ventas y hasta exportar productos a Alemania. Ahora, la realidad los pone a las puertas de una nueva lucha.
Cooperativa “Talarcoop”, una historia de sufrimiento y lucha en Villa Ortuzar