La Huerta Vecinal nació como iniciativa de vecinas y vecinos militantes de la Cámpora Villa Pueyrredón Comuna 12. Lo que empezó como un cantero de aromáticas en la placita de Curupayti y Nazca, terminó en una gran huerta pública, comunitaria y solidaria. El verde, los cultivos, la infraestructura, el alambrado de protección y la inclusión vecinal hacen que el espacio sea uno de los más elegidos por las familias.
Por Agustina Cavalanti
“Nos podrán quitar las flores, pero nunca la primavera”, dijo una vez Eduardo Galeano. La Huerta Vecinal, comunitaria y autogestionada de Villa Pueyrredón resistió más de 150 días de aislamiento, sobrevivió al sol penetrante de otoño y a las heladas intensas del invierno. Hoy, el corredor lindero a las vías del ferrocarril Mitre está más lindo y florecido que nunca.
En esta tercera primavera, sus impulsorxs recuerdan cómo aquel cantero de aromáticas que plantaron a modo de actividad reparadora se transformó en uno de los espacios más elegidos por las familias.
“La Huerta Vecinal nace desde vecinxs que militan y colaboran en la Unidad Básica Rodolfo Walsh (La Cámpora Villa Pueyrredón Comuna 12). Veníamos siendo nodo de distribución de la Red ‘Alimento Argentino’ y ‘Más cerca es más justo’, con el objetivo de acercar a los barrios este abanico de productos y politizar el consumo. Esta tarea fue la que empezó a moldear el impulso de cultivar. Así fue como nos lanzamos a partir de mayo de 2018 a realizar una serie de talleres abiertos, y para julio, estábamos punteando la tierra del primer bancal de cultivo”, cuenta Cecilia Gregoratto, vecina, huertera y militante.
Luego de conversar con lxs vecinxs frentistas el emprendimiento avanzó: colgaron el cartel ‘Huerta Vecinal de Villa Pueyrredón’ sobre la calle Curupayti y Argerich, instalaron un sistema de riego y con pallet armaron los canteros y bancales, después llegó la primavera y con ella, la esperanza de construir un sueño de la comunidad y para la comunidad.
“Así fue como semana tras semana la huerta se nutría con nuestro trabajo y se acercaban además otrxs vecinxs sorprendidxs e interesadxs en la huerta pública vecinal. En esta tarea nos acompañaron Flor Girotti, Raúl Cassaubon y Carlos Brigantti (el Reciclador Urbano). Ellxs fueron parte fundamental de la génesis”, asegura Cecilia.
Con el verano llegaron los primeros frutos. Lidiaron con un terraplén de relleno repleto de piedras, enfrentaron a las hormigas y subsistieron a la ‘cosecha espontánea’ de vecinxs que extraían los cultivos antes de tiempo.
“El trabajo de los sábados en la huerta nos procuró un espacio de paz, naturaleza y sosiego en un tiempo cruel de incertidumbre. Para el 2019 la huerta ya tenía seis bancales e infraestructura del goce, como los bancos de madera. Ya era un espacio frecuentado por las familias. Quizás no sean los cultivos más lindos, ni los frutos perfectos, ni las técnicas acertadas, pero fuimos construyendo un espacio integrador, bello y mágico”, expresa Cecilia.
El año pasado construyeron una entrada inclusiva que une la plaza con la huerta, colocaron una puerta tipo tranquera que hace del espacio un acceso seguro y para todxs. Además, colocaron alambrado de protección entre la huerta y las vías del ferrocarril. Y sobre ese alambrado, diseñaron un pequeño corredor de árboles frutales, con plantaciones de palta, limón, manzano, higo, mandarina y níspero. La higuera fue plantada recientemente por el candidato a diputado nacional del Frente de Todxs, Leandro Santoro durante su visita y recorrida por la Huerta Vecinal de Villa Pueyrredón.
“Este año se sumaron Flora y Rubén, un matrimonio con mucha experiencia. Flora fue muchos años promotora de Prohuerta y Rubén es quien se encarga de encausar los proyectos de infraestructura en madera que realizan lxs pibxs, aportando herramientas y saberes técnicos. Por ejemplo, las reposeras, los bancos, la mesa de trabajo, las composteras y la escalerita de acceso por Curupayti”.
La vuelta y la revolución de la huerta: barajar y dar de nuevo
La pandemia y el aislamiento social obligatorio coincidieron con el fin del verano, “una buena entre tanta desgracia”, dice Cecilia. Ya no quedaban cultivos para cosechar y la naturaleza eligió seguir su curso natural. “Sólo íbamos a la huerta de a unx, únicamente para cuidar que no hubiera perdida de agua o voladura o rotura de algún elemento que pueda poner en riesgo algo y alguien”.
A mediados de agosto de 2020 retomaron las jornadas de trabajo, de manera coordinada y cuidada, sin hacer talleres y sin hacer convocatorias. “Cuando volvimos a trabajar nos encontramos con varias revelaciones, confirmaciones y sorpresas. Una, la maravillosa organización de la naturaleza. Si bien la huerta estaba sin ninguna intervención, se veía hermosa, brotadísima de vida, capullos, pájaros, mariposas y flores”, enfatiza Cecilia.
Otra gran sorpresa- afirma – fue la cantidad de vecinxs nuevxs y niñxs que se acercaron a colaborar. “Era casi septiembre y varixs pibxs, entre ellxs León Arrastia mi hijo, tuvieron su primera experiencia en huerta y les encantó. Hoy son un grupo grande y diverso, y encontraron en la huerta un espacio donde se organizan, construyen, aprenden, trabajan, sueñan e incluyen”, expresa.
Así, la huerta se fue transformando no sólo en un espacio de cultivo comunitario y barrial, sino también en un dispositivo integral para la transformación personal y colectiva. Cerca de 20 jóvenes trabajan semana a semana para reacondicionarla.
En esta nueva etapa, lxs huerterxs y militantes reanudaron los talleres presenciales, enmarcados en el ciclo “Construir Soberanía”. El domingo 3 de octubre estarán presentes en la Feria de Emprededorxs Mil Flores, en la plaza “Paseo del Centenario” de la estación de Villa Pueyrredón (San Alberto y Bolivia). Junto a la Cooperativa de Recuperadorxs Urbanxs El Álamo presentarán la ‘carpa verde’ donde realizarán talleres de compostaje y separación en origen.
“Poner en marcha estas iniciativas es construir pedagogía. Podemos decir con mucha satisfacción que hemos impulsado, empujado y construido desde la militancia con el objetivo de organizar para transformar, sin preguntar a qué partido se pertenece y con la vocación de construir realidades concretas y motivar siempre el deseo de participación colectiva e integración comunitaria”, agrega la huertera.
De este modo, Cecilia convoca con el mismo amor con el que afronta el trabajo, a todxs lxs vecinxs que quieran participar activamente de la Huerta de Villa Pueyrredón, los sábados, a partir de las cuatro de la tarde (16 horas), horario de primavera.
“Estamos convencidxs de que estos espacios son fundamentales para conectar lo desconectado y poner en ejercicio todo tipo de transformaciones. La Huerta Vecinal es por sobre todo una expresión concreta cotidiana y barrial de las ideas y los valores que militamos: la comunidad organizada. Como vecina del barrio y militante política considero que la huerta nos permitió tender un puente real con parte de la comunidad”, cierra Cecilia Gregoratto.