El Club Social y Deportivo El Tábano del barrio de Coghlan tiene 91 años. Fue uno de los lugares preferidos del Polaco Goyeneche para encontrarse con amigos en las noches de bohemia, pero su historia lo trasciende tanto antes como después. El cambio etario de los socios y la llegada de mujeres son los hitos más destacados de esta época. El año pasado fue declarado Sitio de Interés Cultural por la Legislatura porteña.
Por Mateo Lazcano
Contradiciendo a los formalismos que lo ubican en un barrio determinado dada su dirección, el Club Social y Deportivo El Tábano se siente parte de dos: el “natural” Coghlan y el “adoptado” Saavedra, del cual lo separan 4 cuadras. Esa característica es una de las particularidades que tiene esta emblemática institución, que cumplió 91 años el 19 de septiembre de 2021 y se mantiene vigente, con varios objetivos de cara al centenario.
El nombre “El Tábano” es una indudable marca de época: fue tomado del encabezado del diario Crítica, muy popular en el año 1930 cuando se inauguró el club. El texto rezaba: “Dios me puso sobre el lomo de un caballo noble para mantenerlo despierto como un Tábano”.
Su primera sede estuvo en Quesada y Roque Pérez y poco después se mudó a Melián e Iberá. Entre los años 40 y 70, la institución se destacó tanto en el ámbito social como el deportivo. De su semillero futbolístico se lucieron Julio Cozzi y el “Marqués” Rubén Sosa, dos jugadores que tuvieron una destacada carrera en distintos equipos de la Primera División (ambos jugaron en Platense) y la Selección Argentina.
Fotografía del sitio: https://buenosaireshistoria.org/
Mientras que en su salón se presentaron figuras de la música como Aníbal Troilo; Ángel Vargas; Juan D´Arienzo, Juan Carlos Godoy; Nelly Omar; y Sandro y los de fuego. Pero nadie le daría tanta relevancia al club como un muchacho vecino del lugar, residente en Melián 3167. Se trataba de Roberto “Polaco” Goyeneche, quien inició allí su carrera artística junto a la orquesta “Celestino”, integrada por jóvenes músicos del barrio. En los Carnavales de 1943, conoció a Luisa, vecina del barrio, que luego se convertiría en su esposa.
En los años 70, el espíritu solidario y de comunidad de “El Tábano” se hizo lucir cuando el dueño del inmueble decidió rescindir el contrato y fue necesario encontrar una nueva sede. Rifas, bailes, shows e impresiones de revistas formaron parte de la cruzada, a la que se sumaron otras instituciones vecinas de Saavedra y de la zona. Uno de estos festivales, en noviembre de 1973, contó con la participación ad honorem de el Polaco Goyeneche y Juan Carlos Copes. Esto permitió reunir los fondos definitivos para adquirir, un año después, la propiedad actual, en Rómulo Naón 3029.
Las particularidades de la nueva sede hicieron que “El Tábano” se vuelque exclusivamente hacia lo social, gracias a su amplio salón de usos múltiples, las noches de milonga, y su buffet, donde – dicen los que saben – se come de lo mejor en comidas caseras. Recién en los 2000 regresaría paulatinamente la actividad deportiva, con la gimnasia artística, la danza, el yoga, el taekwondo y ajedrez, entre otras.
Amén de esta riquísima historia, el club tiene un presente que le permite mantenerse vivo, haciendo bandera el objetivo de los fundadores: “mantener despierto al barrio” a través del club. Sergio Ruggeri es el presidente de “El Tábano”. Para él, lo más destacado que tiene la institución es el culto a la palabra. “Tenemos valores de antes. Lo que se dice, se hace. Este es un lugar que hasta se compró de palabra, por parte de dos socios, porque no estaba constituido aun como tal en la Inspección General de Justicia. Ese es un modo de accionar que nos inspira permanentemente”, cuenta.
Sergio detalla que el objetivo de la institución es “tratar de ubicarse como referente y espacio barrial”. Por eso, la “inversión” que buscan, en palabras suyas, es en “recursos humanos”. “Nos está faltando acercar a más gente al club desde lo afectivo. El desafío es que, a futuro, las nuevas generaciones se acerquen y se enamoren de la misma manera que los adultos mayores”. Claro está que en la “lucha”, hay rivales poderosos: “hoy hay otro concepto de lo cultural y lo individual. Este era el lugar donde esencialmente se reunía la gente después de trabajar y hoy tenés cadenas deportivas, los propios espacios al aire libre o hasta los videojuegos y la PlayStation en los más chicos”, explica.
Con ese anhelo, en el último tiempo fueron renovando la decoración del lugar, e incorporando en las paredes referencias a distintas generaciones. “Preservamos algunas cosas, pero buscamos incorporar otras. Cada detalle fue pensado, nos juntamos un grupo de gente a la que le gusta decorar, otra que va mucho al bodegón, y otros más y lo fuimos armando”, señala Sergio. Así, las paredes del “Tábano” muestran referencias tangueras, de campeones del Mundo con la Selección Argentina, y de telenovelas juveniles como “Montaña Rusa” u objetos de colección como botines “Sacachispas”, joysticks de Ataris, YoYos, revólveres de cebita y otros.
Con estas modificaciones, indica el presidente del club, fue variando la edad promedio de los socios (unos 400 en total entre activos y adherentes), que está hoy cercana a los 50 años. Otro signo positivo de cambio fue la incorporación de mujeres, a un ambiente tradicionalmente dominado hegemónicamente por hombres.
A pesar de estos nuevos vientos, todavía resta que los nuevos socios se vinculen con la toma de decisiones. “Actualmente hay una comisión directiva donde la gran mayoría tiene una edad promedio de 80 años. Lúcida, pero pensemos lo que han cambiado los requisitos para que un lugar de este tipo funcione, donde se exige matafuegos, certificado habilitante para cocina, tratamiento de residuos de aceite, libreta sanitaria, controles de seguridad e higiene, limpieza de tanque, etc, y comparemos lo que era para la gente que históricamente venía acá a jugar a las cartas, bailar los fines de semana y punto”, plantea.
Pensando en este 2022, “El Tábano” comenzó conversaciones con otras instituciones referentes de Coghlan, como la Asociación de Amigos de la Estación, los grupos de Scouts y el Centro Ana Frank, y existe la intención de organizar actividades en conjunto para los más chicos. “Hay cosas que tienen mucho valor y no tienen precio”, dice Sergio Ruggeri, quien, junto a tantos directivos de clubes de barrio de la Ciudad, entregan horas y energía de manera “ad honorem” para mejorar la vida de estas sedes sociales, deportivas y culturales.
El reconocimiento – en diciembre del año pasado – por parte de la Legislatura porteña, que declaró sitio de Interés Cultural al Club Social y Deportivo El Tábano, fue muy celebrado por su gente. Sin embargo, para el presidente del club, hay algo que da más satisfacción, que es ver, en cada actividad, muestra de fin de año, o competencia, a las categorías más chicas, a los niños y niñas, representar a la institución, presente y viva 91 años después de su fundación.