La Asociación Vecinal de Fomento El Talar Norte acumuló en pandemia un endeudamiento de alrededor de 5 millones de pesos. Pide al Gobierno de la Ciudad que acepte la donación del inmueble, a cambio de hacerse cargo de la deuda, para la creación de un Centro de Salud y Acción Comunitaria bajo el área programática del Hospital Zubizarreta. En el lugar funciona un Centro Médico Barrial. Por ahora el Ejecutivo Porteño no ha dado ninguna respuesta.
Por Juan Manuel Castro
“Acá había un montón de vida, salones llenos, gente que en este lugar pasaba el momento más emocionante de su semana. Todo eso está perdido”, lamenta Francisco Mastroberti, presidente de la Asociación Vecinal de Fomento El Talar Norte. Punto de encuentro para vecinos de Agronomía, Villa Pueyrredón, Villa Devoto y alrededores por varias generaciones.
La pandemia truncó su actividad y ahora, como última voluntad antes del cierre definitivo por una deuda millonaria, sus socios piden legar el edificio de Salvador María del Carril 2956 al Hospital Zubizarreta, a fin de abrir un Centro de Salud y Acción Comunitaria (CeSAC).
La propuesta fue recibida por el Gobierno porteño, pero todavía no se expresó y hay preocupación de que la idea no sea de su interés. Para el presidente Mastroberti, el Gobierno porteño está ante la posibilidad de abrir un centro de salud “a cambio de un vuelto”. “Tranquilamente puede hacerse cargo de la deuda y tener un lugar inmenso para atender, ojalá tome una decisión pronto”.
En el Hospital Zubizarreta saben que el Ministerio de Salud porteño analizó la propuesta de forma extraoficial, pero no se expidió. La designación de personal y la forma en que se cancelará la deuda son los aspectos álgidos, al parecer. Ante la quietud del Gobierno de la Ciudad, en el Talar Norte problematizan sobre esta situación frente a la comunidad, dando a conocer su propuesta de donación.
“El tiempo avanza y necesitamos concretar la donación para luego disolver la sociedad y ponerle fin a esto. En la comisión directiva somos pocos y estamos grandes, no hay quien se haga cargo. Yo tengo esperanzas de que se pueda hacer pronto, esperamos un gesto de las autoridades”, señala Mastroberti, quien ingresó a la institución de joven, ocupó distintos cargos y las últimas dos décadas ejerció la presidencia.
Ubicado en un área estratégica a metros de la avenida Nazca, el edificio de la asociación fomentista, fundada en 1935, tiene alrededor de 800 metros cuadrados cubiertos repartidos en tres plantas. Posee aulas, salones, consultorios, buffet, terraza. Fue construido por sus socios desde el primer ladrillo y se lo amplió en distintas épocas. De hecho, la estructura permite seguir edificando hacia arriba.
Con el tiempo detenido entre estas paredes, en cada recoveco asoma un pedazo de historia reciente, como si el último socio hubiera estado ayer nomás diciendo un “hasta luego” que se transformó en “para siempre”: desde diplomas conmemorativos firmados por docenas de fundadores, ollas y sartenes a la espera de los habitúes de siempre, computadoras y manuales que acumulan polvo entre la penumbra y el silencio de todos los días.
En la actualidad funciona, de forma presencial y online, el Centro Médico Barrial N° 35. Con consultorios en la planta baja, está a cargo de trabajadores sanitarios que ofrecen atención primaria en forma gratuita (mismo nivel que el CeSAC). Integran la plantilla del Gobierno porteño, quien les brinda un subsidio para alquilar las instalaciones.
Es de los pocos ingresos del Talar Norte, porque al iniciar la pandemia en marzo de 2020 los talleres y actividades fueron suspendidos y nunca reactivaron. Había yoga, inglés, nutrición, italiano, computación, también atendían psicólogos, podólogos y otros especialistas. Se organizaban viajes de jubilados, el buffet estaba lleno y los salones rebosaban de gente en torno a juegos de mesa.
“Cada profesor usaba el espacio, le cobraba un arancel a los alumnos y un porcentaje lo aportaba a la asociación. Con ese sistema las cosas funcionaban bien, no teníamos problemas financieros ni necesitábamos ayuda externa. Era una sociedad constituida, se mantenía con superávit”, evoca Mastroberti.
Y agrega: “Pero con la pandemia bajamos la persiana, se nos cayó todo. Se perdieron las clases, las comidas entre socios. Sin actividades, la gente se fue y no volvió. Además, murieron de coronavirus muchos socios y miembros de la comisión directiva, por tratarse de gente grande”.
Las finanzas del Talar Norte se derrumbaron. Con la persiana baja, empezaron los malabares contables para llegar a fin de mes. No fue suficiente y se acumuló una deuda en torno a los cuatro millones y medio de pesos.
Según cuentan en la administración, solo están al día con la luz, para los demás servicios hay moratorias. No hay fondos para pagar las indemnizaciones a los empleados y hay que abonarles las cargas sociales. Los trabajadores recibieron el ATP y REPRO (Programa de Recuperación Productiva), distintas ayudas estatales, pero solo cubrieron parte de los salarios en lo peor de la pandemia.
Con la institución vacía, endeudada y sin un horizonte claro, la idea de ponerle fin a la existencia se volvió un camino doloroso, pero inevitable. “Por estatuto, no podemos vender ni hipotecar la institución. Los socios no son dueños del edificio, solo definen qué hacer. Lo que nos queda es donar la propiedad al Gobierno porteño.
En contacto con los médicos, surgió la idea de legar el edificio para crear un Centro de Salud y Acción Comunitaria, a cargo del Zubizarreta”, explica el presidente. Desde el hospital indican que es apropiado pensar un centro de atención primaria en esta área, unión de las Comunas 11, 12 y 15. A diferencia de otras zonas porteñas, no hay tantos de este tipo y el Centro Médico Barrial no alcanza a cubrir la demanda.
En octubre del año pasado se celebró una asamblea de socios. Aprobaron un acta donde se afirma que “en razón de no contar con recursos suficientes para afrontar la deuda” se propuso concretar la donación del inmueble al ente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Hospital Zubizarreta, con cargo.
De este modo, se estableció “que se instale un centro de salud para prestar servicios asistenciales a la comunidad”. Además, “como condición ineludible” el ente se debe hacer “cargo de la cancelación de la deuda que por todo concepto que tiene la entidad, actualizada hasta el momento de formalizar la donación”.