Sofía es una mujer trans que migró porque su país, El Salvador, no le garantiza ni la vida ni el reconocimiento de su identidad. En Argentina encontró un refugio, no solo por la flexible política migratoria, sino por la conquista de derechos humanos que ha caracterizado a la sociedad argentina a lo largo de su historia.
Por Stanley Luna
Sofía abandonó El Salvador el 27 de marzo de 2022. Ese mismo día, el presidente Nayib Bukele anunció el régimen de excepción, la política de seguridad bajo la cual han sido detenidas más de 83 mil personas y que ha sido denunciada internacionalmente por múltiples violaciones de derechos humanos. Sofía había comprado su pasaje a Argentina un mes antes, cuando se cansó de vivir sin derechos. Durante la pandemia del COVID-19, decidió transicionar como mujer trans. Sabía que, fuera de los call centers con políticas inclusivas, no encontraría un trabajo donde no la discriminaran.
Desde 2016, Sofía comenzó a investigar qué garantías ofrecía el Estado salvadoreño a la población LGBTIQ+. Descubrió que ni siquiera existe una Ley de Identidad de Género que reconozca a las personas trans. La idea de migrar empezó a rondar su mente, aunque de forma esporádica. Dos años después, esa idea tomó fuerza. Por su cuenta, investigó posibles destinos donde pudiera sentirse protegida y, sobre todo, existir plenamente. Canadá, España y Argentina figuraban entre sus opciones, pero descartó los dos primeros por las complicaciones migratorias. Argentina, con su avanzada legislación en derechos humanos, le parecía más factible, aunque apenas supiera algo del país.
En 2022, decidió renunciar al último call center donde trabajó. Con los 2 mil dólares de indemnización que recibió, comenzó a planear su salida del país. El boleto directo hacia Argentina era demasiado caro, así que optó por viajar en tramos. Primero llegó a Guatemala. Desde allí, tomó un vuelo a Chile, con escala en Panamá. Finalmente, desde Chile, abordó otro avión hacia Argentina.
El 29 de marzo, aterrizó en suelo argentino, con 50 dólares, una maleta de mano y una mochila en la que guardaba su computadora. No tenía trabajo, amistades ni un lugar donde quedarse.
Entre 2019 y octubre de 2024, 202 personas LGBTIQ+ salvadoreñas se desplazaron internamente y 307 migraron.
La mayoría son mujeres, principalmente trans, que huyen en busca de un lugar donde sus vidas sean reconocidas y respetadas, según datos de la organización Comcavis Trans. Los desplazamientos y migraciones forzadas en El Salvador tienen como principales responsables a las pandillas, a personas civiles y a los cuerpos de seguridad pública.
El viaje a Argentina
El martes 29 de marzo de 2022 marcó el primer día de Sofía en Argentina. Su vuelo aterrizó a la 1 p.m. Apenas conocía algo del país y su única referencia era la Ciudad de Buenos Aires. Al arribar en el aeropuerto internacional de Ezeiza, buscó un cajero automático y retiró los únicos 20 dólares que tenía en su cuenta. Los retiró en moneda argentina. A esto se sumaban los 30 dólares en efectivo que llevaba consigo, sus únicos ahorros, que luego cambió en una casa de cambio.
Desde Ezeiza, Sofía tomó el colectivo 8 con la intención de bajarse en la parada del Obelisco, pero se perdió y terminó en Parque Patricios, en el extremo opuesto de la ciudad. No había comido durante todo el trayecto. Al bajar, encontró una venta de comida y compró un pancho. Luego caminó por más de una hora de regreso hasta el Obelisco. Sus comidas del resto de ese día y del siguiente se limitaron a cafés y dos medialunas en McDonald’s.
Esa noche, logró pagar una estadía en un hostal. Al día siguiente, buscó otro hostal, inclusivo, que encontró en Google, en el barrio de Villa Crespo. Al llegar, no quisieron alojarla y tampoco le quisieron dar información de otro lugar inclusivo que pudiese acogerla. Caminó una hora y media de vuelta al Obelisco, con su maleta de mano y la mochila con su laptop. Esa noche la pasó en unas bancas de la avenida 9 de Julio, la más ancha de América Latina. Su celular estaba descargado, porque McDonald’s, donde lo cargaba, estaba cerrado. Entre cigarrillos y lágrimas, pasó la noche.
A la mañana siguiente, logró cargar su celular y retomó contacto con su mejor amiga salvadoreña, quien estaba al tanto de su situación desde su llegada a Argentina. Ella la puso en contacto con otra salvadoreña viviendo en el país, quien le recomendó asistir esa tarde a un centro cultural en Buenos Aires, donde se reuniría el colectivo travesti-trans para conmemorar el Día de la Visibilidad Trans, el 31 de marzo.
Por la tarde, Sofía se dirigió al lugar. Allí fue recibida por integrantes del colectivo. Una persona le ofreció hospedarla en su casa por esa noche. “Estaba cansada, pues había caminado por horas”, recuerda. Después de esa noche, le ofrecieron compartir una casa con más personas trans y no binarias que no podían alquilar por su cuenta. Vivió con elles durante algunos días.
La política migratoria argentina históricamente ha sido flexible, pero durante el gobierno de Javier Milei se ha endurecido. En julio, la Comisión Argentina para los Refugiados y Migrantes denunció un incremento de hasta el 1500 % en los costos de los trámites migratorios. Bajo el gobierno de La Libertad Avanza, las personas de países fuera del tratado MERCOSUR deben pagar el 42 % del salario mínimo argentino para tramitar su residencia.
Aun así, Argentina se destaca en Latinoamérica por avances legislativos a favor de la población LGBTIQ+. En 2010 aprobó el matrimonio igualitario y en 2012, la Ley de Identidad de Género, que permite a personas trans, incluyendo extranjeras, cambiar su nombre y género en documentos oficiales y acceder a servicios estatales. Estos logros están en riesgo con Milei, quien desmanteló instituciones clave como el Ministerio de la Mujer, Géneros y Diversidad, y el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo.
Sofía asistió a una charla sobre educación sexual donde una conocida la contactó con alguien que le ayudó a conseguir empleo. Así fue construyendo redes de apoyo en Argentina. Hoy trabaja remotamente para una empresa estadounidense realizando auditorías. Vive sola en un monoambiente, sale poco y dedica la mayor parte de su tiempo a estudiar. Actualmente, cursa las primeras dos materias del Ciclo Básico Común para ingresar a la Universidad de Buenos Aires, donde planea estudiar Física.
“En Argentina me siento segura. Puedo salir en la noche, regresar en un colectivo a las 2 de la mañana y no siento que me vaya a pasar nada, allá salía en la tarde y salía con miedo”, relata desde la cafetería porteña donde nos encontramos para entrevistarla.
Sofía migró para existir.