Testimonios de familiares de alumnos y docentes de escuelas especiales en la Ciudad de Buenos Aires destacan la importancia de estas instituciones para el desarrollo individualizado de los niños con discapacidades. También reflejan la preocupación por el vaciamiento de la educación especial en nombre de lo que definen como una “falsa inclusión”.
Por Ignacio Di Toma Mues
Las políticas aplicadas en estos últimos años por el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires van en detrimento de la educación especial: limitaciones en la edad (deben dejar la escuela a los 22 años); inclusión en escuelas comunes sin los recursos humanos necesarios, y actualmente el traslado de la escuela Nº 11 Indira Gandhi, con casi 200 alumnos, al edificio donde funciona la escuela integral interdisciplinaria N° 3 Mafalda.
“En la escuela 21 hay talleres para los mayores de 22 años, pero se pueden inscribir poquitos, 6 o 7 nada más. A la mañana hay dos talleres y a la tarde otros dos. Cada uno dura una hora y media, dos horas; tiene que ir un adulto para llevarlos, y si el profesor falta no hay clases.
Si te falta un docente, tendría que ser reemplazado por otro porque los pibes vienen de lejos, no hay respeto’’, señala Leonor Luna, docente jubilada de la Escuela Especial N° 21 Rosario Vera Peñaloza de Villa Pueyrredón.
Además, dice Leonor, ‘‘tienen que salir a comer afuera, aunque lleven la comida en un tupper, no los dejan estar, los hacen salir de la escuela”.
“Actualmente están yendo nenes chiquititos, pero lo que quieren es meterlos en la escuela común, y te dicen: vamos a integrar”, advierte.
“Ahora, con esta falsa inclusión, terminan por abandonar la escuela. A la 21 la quieren vaciar, mandar a los docentes a las escuelas comunes y a los pibes a las escuelas comunes. Y eso va a pasar a partir del año que viene, sin un plan de integración, dicen que los maestros de primaria común tienen que hacer un cursito. Esos pibes, que van a estar mezclados con los otros chicos de la común, además tienen distintas discapacidades”, afirma Leonor.
Es muy importante diferenciar lo que es integración e inclusión, aseguran las familias y docentes.
“Nosotros como familia de los centros de educación especial tenemos que decir, esto no es inclusión. La inclusión es pensada, programada, con recursos. Recursos económicos y recursos de personas físicas que acompañen a nuestros hijos”.
Docentes acompañantes para la inclusión están trabajando con 18 chicos, afirman. “Trabajaban con un alumno durante toda una mañana. Bueno, ahora están trabajando con un pibe por hora. Es decir, con cuatro chicos cada vez que va a una escuela. No existe ningún proyecto pedagógico que se pueda llevar adelante de esta forma”.
María Laura, madre de un niño que asiste a la escuela integral interdisciplinaria N° 3 Mafalda, destaca la transformación positiva de su hijo desde que comenzó a ir a la escuela especial, y cuenta que fue a primer grado en una escuela común.
“No podía adaptarse a las reglas, no podía quedarse sentado, no podía atender”. Desde que ingresó a la escuela Mafalda, resalta Laura, ‘‘en un año, empezó a leer y escribir, y era otro nene’’, señala, subrayando el valor de respetar los tiempos de aprendizaje únicos de cada niño.
Otro testimonio, de una madre de un niño con trastorno de déficit de atención con hiperactividad, coincide en valorar que las escuelas especiales proporcionan un entorno donde su hijo puede aprender de manera efectiva sin las limitaciones que impondría una escuela común, destacando que el niño ha aprendido habilidades fundamentales como sumar, restar y escribir su nombre.
Mónica, madre de Agustín, un niño de 8 años con autismo y epilepsia que asiste a la escuela integral interdisciplinaria Mafalda, expresa un sentimiento similar. “Su trayectoria escolar previa incluyó instituciones tanto públicas como privadas, desde el nivel inicial hasta segundo grado. Sin embargo, notamos que no había avances significativos. Agustín necesitaba deambular constantemente, no podía quedarse sentado en el aula, a pesar de contar con un acompañante pedagógico no docente”.
Describe cómo la atención en una escuela especial ha permitido que su hijo comience a hablar más y seguir instrucciones.
Ella enfatiza: ‘‘Lo más importante es que la maestra especial y todo el equipo interdisciplinario conocen a Agustín, entienden sus necesidades’’. Para esta madre, el entorno de la escuela especial ha sido crucial en el progreso de su hijo.
Traslado de una escuela común al edificio de una escuela especial
El Ministerio de Educación porteño anunció el desalojo de la actual sede de la Escuela Indira Gandhi, que se encuentra al lado de Parque Norte, en el barrio de Belgrano. La mayoría de sus alumnos viven en la Villa 31.
A mediados de diciembre se inició el proceso de licitación de la edificación de la nueva sede que estará ubicada en el Barrio Mújica (Villa 31). La apertura de las ofertas se realizará el 22 de enero y el plazo de la obra es de 18 meses.
Mientras tanto, será trasladada a la planta alta de la escuela de Integración Interdisciplinaria N° 3 Mafalda en el barrio de San Temo, a un espacio de 6 metros por 45 metros sin patio ni comedor.
Un padre de una niña de la escuela Mafalda se preguntaba, en un video publicado en las redes sociales grabado en el interior de la Legislatura: “Hablan acá, en este recinto, de vulnerabilidad. ¿Más vulnerables que un chico de una villa? ¿Más vulnerables que un chico discapacitado? ¿A quién se le ocurre este proyecto?”
La docente Solange, de la escuela N° 3 Mafalda, afirma que esta decisión del Ministerio de Educación “de trasladar la escuela N° 11 Indira Gandhi a nuestro edificio es porque hay un interés inmobiliario por el predio en el que está ubicada la institución». Subraya que esta decisión del Ministerio de Educación prioriza intereses económicos sobre los educativos, afectando los proyectos pedagógicos y generando rechazo en ambas comunidades escolares.
“Nuestro edificio no es lo suficientemente grande para albergar a otra institución. Además de que tampoco es justo para una escuela como la Indira Gandhi, que funciona en un predio donde tienen mucho espacio verde, ser trasladados a otro barrio, a la planta alta de nuestro edificio, donde ni siquiera van a poder acceder a un patio para poder tener sus espacios de recreo. Nosotros como Escuela de Educación Especial vamos a perder proyectos relacionados con la articulación con estudiantes de escuelas primarias del Distrito Tercero, además de otros de los proyectos de nuestra propia matrícula”, concluye la docente Solange.
Por su parte, Valentina, docente de la Escuela Indira Gandhi, comparte la tristeza y preocupación que siente junto a sus colegas y familias debido a una resolución del Ministerio de Educación, ya que el predio será destinado a otros intereses.
La docente destaca que la comunidad educativa está angustiada por la pérdida de acceso a espacios verdes, una huerta y áreas de recreación al aire libre, elementos que consideran esenciales para la calidad educativa. Con este traslado, los estudiantes estarían confinados al primer piso, careciendo de espacio adecuado para el comedor y recreos, debiendo realizar estas actividades en los pasillos¨.
Agradecemos al equipo del programa EL AMOR ES MÁS FUERTE, que se transmite por Radio AM 740 los sábados de 15 a 16:30 horas, por habernos facilitado material para esta nota.