La “Mocha Celis” nació hace trece años, con la innovadora propuesta de Bachillerato popular para la población travesti-trans y no binaria, con histórica dificultad de acceso a la educación. Pero la situación económica y los discursos de odio la pusieron en una compleja situación de cara al futuro. En esta nota, su Presidenta, Virginia Silveira, repasa los hitos y la historia, y refuerza el pedido de ayuda para garantizar la subsistencia.
Por Mateo Lazcano
Durante los últimos trece años, la organización “Mocha Celis” mantuvo una lucha contra el prejuicio, la discriminación y el odio transfóbico. Ello no fue un escollo para lanzar propuestas de vanguardia, como el Bachillerato popular que es referencia en Chacarita y zonas aledañas (Villa Ortuzar, Villa Urquiza, La Paternal y Villa Crespo), y decenas de actividades focalizadas en la inclusión laboral y la formación de sus integrantes que fueron llegando después. En la actual situación del país, con discursos y ataques contra este colectivo, y el contexto económico, ponen en peligro su continuidad.
Virginia Silveira es una de las máximas exponentes de la transformación y el crecimiento generado por el “Mocha Celis”. Integró la primera camada que egresó del Bachillerato popular y actualmente es su presidenta.
Un llamado a “mantener viva” la Mocha Celis
“No queremos ser alarmantes, pero estamos ante un desafío importante”, dice. En diciembre, la propia Virginia hizo pública una carta en la que llamó a “ayudar a mantener viva” a la “Mocha Celis”. “Si deja de funcionar, dejaremos de poder acompañar las trayectorias vitales de cada une de nuestres compañeres”.
La situación tiene muchas causas coyunturales del país y otras tantas que le agrega el contexto global de ataque a los colectivos sexuales y reivindicatorios de los derechos de las minorías.
“Nos encontramos en esta situación debido a que se empezó a dejar de brindar apoyo económico a las distintas organizaciones que trabajamos la temática de Género y Diversidad. Y de cuarenta fondos que presentamos solo ganamos uno, lo que habla de los discursos de odio”, introduce Virginia. “Nosotres trabajamos mucho con cooperación internacional y vemos que ellos también han reducido los apoyos para este sector”, agrega.
Esta realidad atenta contra uno de los espíritus de la “Mocha Celis”, que es la de evitar el voluntariado total y apostar por una formación de calidad y acorde a la alta demanda de las personas que asisten, unas 2000 al mes. “Tenemos alrededor de 25 personas que cumplen funciones en nuestro espacio y ese funcionamiento que debería ser pleno y capacitado, pero no vamos a poder sostenerlo si no recibimos la ayuda. Por eso es súper indispensable el acompañamiento de la población”, indica Virginia.
De parte del Estado, cuenta, solamente reciben asistencia económica para las tareas del Bachillerato, por ser una institución educativa, pero la misma es muy acotada y solo ceñida a horas de docentes y administrativos. “El resto lo hacemos a pulmón y presentando proyectos para la cooperación sobre todo internacional”, explica.
El llamado a la ayuda, indica, no es solo económico, sino de visibilización y de reivindicación de su tarea. “Nosotres hemos sufrido ataques en el edificio donde funcionamos. Han roto varias ventanas, y hasta han dejado un muñeco con una persona con la forma de una persona trans con un pene en la boca. Es importante que se entienda que nosotres no metemos ideas a nadie, trabajamos con esas personas que están con esa problemática de no aceptación de su cuerpo, de sus géneros y su identidad, y buscamos junto a ellas que puedan tener una vida plena”, argumenta.
Desde los orígenes hasta hoy, siempre en crecimiento
La “Mocha Celis” tuvo un crecimiento notable desde sus orígenes hasta pasar a ser lo que es hoy, siempre apuntando a garantizar la educación de una población históricamente excluida del acceso y con una esperanza de vida promedio de 35 años. Pero que nunca planteó una mirada restrictiva, sino que se mantuvo abierta a la población en general.
“Se lograron muchas cosas importantes para nosotres desde el valor simbólico que tienen a la hora de pensar la integración e inclusión. Nos pasaba de muchas compañeras que se hacían amigas en las escuelas y llevaban a las personas a sus casas. Y con eso se marcaba una diferencia, porque antes la misma masculinidad de esas familias eran las que discriminaba y hasta agredían a esa población. Y ahora las estaban recibiendo en sus mesas”, asegura Virginia.
La pandemia, en tanto, marcó un punto de inflexión para lo que sería el futuro de la organización. “La mayoría de les que habitaba nuestra población escolar realizaba trabajo sexual, y no tenía acceso a los alimentos. Por eso nos propusimos armar con conexiones entre compañeras de distintos barrios, para poder comprarle alimentos en medio de la cuarentena”, repasa. Por una cuestión administrativa, se hizo entonces inevitable conformar la Asociación Civil, que le otorgó la personería jurídica a mediados de 2020.
En adelante, se fueron desarrollando distintos proyectos dentro de la “Mocha Celis”, que amplió su universo de asistentes y la órbita del Bachillerato. “El principal es el Teje Solidario. Mantiene el espíritu de la pandemia, cuando nació. Con él, le damos cajas de alimentos a más de 450 personas y unas 200 permanecen en lista de espera, siempre de la población travesti-trans y no binario”, cuenta Virginia.
Casi en simultáneo, nació el programa de Acceso a Derechos, que busca “que se haga efectivo el acceso integral a los derechos”, con las instituciones del Estado y la Sociedad Civil. Según cuenta la Presidenta de la “Mocha”, “a nuestras instalaciones vienen psicólogas; psiquiatras; una persona del CESAC 39 (Centro de Salud) que todas las noches están para acompañar a las compañeras a hacerse los tratamientos hormonales; trabajadoras sociales, y más profesionales”, en un abordaje interdisciplinario, desde la salud, física y mental, al asesoramiento legal, y la asistencia en trámites o soluciones habitacionales.
“Existe un programa de empleo trans que ayuda a la inserción de compañeras que no pudieron acceder al trabajo formal. En el año, pudimos insertar a 80 personas en el ámbito privado, donde no rige ninguna regla de cupo como pasa en el Estado”, destaca Virginia.
Para propiciar la inserción, se creó otro programa, que apunta a la formación profesional. “Dictamos cursos de inglés y de alfabetización digital, que ayudan a que las compañeras tengan más capacitación. Y tenemos una cocina sustentable y el Mocha Textil, que realiza sublimados de remeras, tazas, gorras”.
El vínculo con Chacarita y los alrededores
El “Mocha Celis” está desde 2022 tiene su nueva casa en Jujuy al 700, en Once. La mudanza marcó un hito para la organización, que ocupó desde su creación el Quinto Piso en la sede de la organización comunitaria “Mutual Sentimiento”, en Federico Lacroze 4181. Ese lugar acompañó toda la etapa de expansión del Bachillerato, y el lanzamiento de las distintas iniciativas y actividades ya descriptas por la actual Presidenta.
Con 300 estudiantes, como tuvo el alumnado post pandemia, se volvió una necesidad mudarse a un edificio más grande, y sobre todo, propio. El Gobierno Nacional del Frente de Todos le cedió el espacio en Once.
Pero no han cortado sus vínculos con la zona que las vio nacer. “Es nuestro barrio fundamental, y tenemos muchas conexiones en nuestra red con él, con Villa Ortúzar, con Villa Urquiza, con Paternal y Villa Crespo. Gran parte de las personas que vienen a estudiar lo hacen desde ahí”, cuenta Virginia.
Dentro de la relación construida con los habitantes de Chacarita, ella destaca la concurrencia de decenas de mujeres del Barrio Fraga al Bachillerato: “Muchas son madres solteras, con pocas oportunidades de terminar el secundario. Y lo hacen acá, lo cual nos refuerza en nuestra búsqueda de ocupar todos los espacios que tiene nuestra propuesta” concluye Virginia.
¿Quién era Mocha Celis?
La Mocha era una chica travesti tucumana que trabajaba como prostituta en el barrio de Flores. Fue compañera de la activista travesti-trans Lohana Berkins. Aprendió a leer y escribir en los momentos en que era detenida por la Policía por su identidad de género. En los primeros años de democracia Mocha es asesinada de tres tiros, días después de ser amenazada de muerte por parte de la Policía Federal.