La afroargentinidad, una identidad negada

Afros
En el último censo poblacional, realizado en 2022, 302 mil personas se reconocieron como afrodescendientes o dijeron tener un antepasado africano en Argentina. La cifra duplicó a la cantidad de habitantes afros del censo de 2010, el primero que registró a esta población en el país. Las organizaciones estiman que hay un subregistro y que algunas personas niegan su identidad afro por el racismo que hay en Argentina.

Por Stanley Luna

El 6 de febrero, Sergio Santana, un concejal del PRO de Mar de Ajó, en la Provincia de Buenos Aires, posteó una publicación en X que luego borró. En esta el funcionario dijo: “Este año se llenó de turismo marrón, lamentablemente”. Después de su publicación, Santana fue entrevistado por un noticiero y solo reforzó más sus comentarios con tono racista al mencionar que cuando dicen “marrón, negro o negro de m.” no se refieren a las características de una persona, sino a “la mente” de esa persona.

bujinkan illa pueyrredón

Su comentario ocurrió durante las vacaciones del verano argentino y cinco días después de que miles de personas se movilizaran en las principales ciudades de Argentina y otras capitales del mundo en la “Marcha del Orgullo Federal Antifascista y Antirracista LGBTIQNB+”, organizada por el movimiento de la diversidad sexual a raíz de los ataques que el presidente Javier Milei realizó en el Foro Económico de Davos, en Suiza, contra las personas lesbianas, gays, bisexuales, trans, intersexuales, queer y otras identidades sexuales diversas (LGBTIQ+), pero también en contra otras poblaciones o movimientos sociales como los migrantes, el feminismo y el movimiento ambientalista. La marcha, organizada en menos de dos semanas, aglutinó a otros sectores golpeados por la política de ajuste fiscal de Milei.

“En Argentina se usa el concepto de negro que condensa grandes cargas de racismo. En Argentina el lenguaje es altamente racista: ‘negro de m.’, trabajé como un negro, tuve un día negro, una mano negra’. Todo lo negro como malo”, explica Carlos Álvarez, activista gay afroargentino.

Álvarez es parte de la Agrupación Xango, conformada por afrodescendientes y africanos; y de Afro LGBT, una organización conformada por personas afrodescendientes de la diversidad sexual.

De los 45 millones de habitantes registrados en el último Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas de 2022, 302,9356 se reconocieron como afrodescendientes o dijeron tener antepasados africanos o afroargentinos. Esta población representa el 0.7 % del total de habitantes en el país. Este número fue casi el doble de las personas afrodescendientes que arrojó el censo de 2010, el primer censo argentino en preguntar sobre quiénes se reconocían como afrodescendientes o tenían antepasados africanos. Para entonces, 149,493 dijeron reconocerse como tal.

“Nosotros sabemos que hay un subregistro importante”, aclara Álvarez, quien indica que la connotación negativa de la palabra “negro” es lo que lleva a algunas personas a que, pese a contar con fenotipos africanos, nieguen esta identidad y prefieran reconocerse, por ejemplo, como descendientes de italianos o de pueblos originarios. ‘‘Es la principal negación histórica y actual de la afroargentinidad’’, agrega el activista.

Sin embargo, Álvarez opina que en Argentina, un país caracterizado por la dinámica política e institucional, la marcha del pasado 1 de febrero cambió la dinámica de los movimiento sociales, porque el antirracismo era un tema que ni siquiera era verbalizado. Cuenta que en la asamblea en la cual se convocó a la multitudinaria marcha, el grupo de personas afrodescendiente que asistió a la misma fue el que lanzó la moción de que, aparte de que la movilización se llamara “antifascista”, también se llamara “antirracista”. Y ahora también se ha creado una comisión antirracista. Según Álvarez, esta transversalidad es un desafío en la construcción de espacios “realmente” con perspectiva de derechos humanos, y que abarquen lo antirracista y lo antifascista.

Para entender las dimensiones de la consigna antirracista en la marcha del pasado 1 de febrero, en las asambleas se decidió que el orden de los bloques fuera encabezado por las personas trans – el colectivo más vulnerable de diversidad sexual, cuya esperanza de vida sigue siendo de 35 años en América Latina-, acompañadas por las Abuelas y Madres de la Plaza de Mayo; y luego hubiese un bloque conformado por las personas migrantes, de pueblos originarios, afrodescendientes y racializadas. Después de ellas marcharon más personas del colectivo LGBTIQ+ y otros sectores que se adhirieron, como las personas jubiladas, pacientes oncológicos y los partidos políticos.

Retrocesos

El año pasado, en su discurso de achicamiento del Estado y la “batalla cultural”, el Gobierno Nacional disolvió el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), una institución creada en 1995 y que fue clave en recibir y acompañar las denuncias por discriminación de poblaciones vulnerables, entre ellas la población afrodescendiente y migrante. Sin embargo, La Libertad Avanza consideró que el INADI tenía entre sus filas a militantes políticos y, entre otras de las excusas para su cierre, dijo que había funcionado sin cumplir sus finalidades y que su cierre significaba un equilibrio en las cuentas públicas. En la misma línea de su agenda en contra de los derechos humanos, el Gobierno también cerró el Ministerio de la Mujer, Géneros y Diversidad, y poco a poco desmantela la Secretaría de Derechos Humanos.

Estos cierres, de acuerdo con Álvarez, representan un desconocimiento del Estado sobre la importancia de las instituciones en la promoción de los derechos humanos para todos sus habitantes, pues deja desprotegidas a poblaciones y Argentina viola convenios internacionales que ha ratificado. Así que, en este contexto, el próximo 21 de marzo, el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial, diferentes organizaciones afrodescendientes han convocado a un acto conmemorativo en el que también denunciarán los retrocesos en el país.

En caso de existir el INADI, los comentarios de Santana sobre el “turismo marrón” y las recientes declaraciones del diputado nacional Miguel Ángel Pichetto, en un programa del canal Cenital, donde dijo “que la música del norte (argentino) no tiene nada que ver con Argentina”, no hubiesen pasado inadvertidas.

“Vivimos en un país que es racista, pero que no acepta que lo es. Para ellos -Santana y Pichetto- es normal decir las barrabasadas que están diciendo, porque lo tienen muy normalizado. Nos ven como lo peor, básicamente, y es repudiable. No reconocen que Argentina es un país pluricultural, donde conviven infinidad de étnicas: desde sus inicios, con los pueblos originarios, y con la presencia de comunidades afrodescendientes a raíz de la trata transatlántica”, sostiene Sista V, una afroargentina lesbiana, quien también forma parte de la organización Afro LGBT.

A los discursos que atacan la diversidad sexual y cultural en Argentina, también se suman los ataques físicos de los cuales han sido víctimas las personas del colectivo LGBTIQ+. El 6 de mayo del año pasado, tres mujeres lesbianas fueron asesinadas por un vecino en un hotel del barrio de Barracas; y este año, después del discurso de Milei en Davos, la Federación LGBT+ registró al menos dos ataques más a parejas de lesbianas en la Ciudad de Buenos Aires y en la Provincia de Buenos Aires.

Ser afro y LGBT en un país donde proliferan los discursos de odio contra la diversidad sexual y se niega la afrodescendencia ha puesto en alerta a las personas atravesadas por estas identidades. “Tenemos derecho a vivir en paz, a llevar una vida tranquila y no estar atemorizadas porque un grupo de locos que toma los discursos de Milei como bandera te quieran lastimar o matar. La verdad es que se vive una inseguridad tremenda, en lugar de estar tranquilos, vamos retrocediendo un poco más”, advierte Sista V.

error: Contenido protegido!