El PRO volvió a festejar: Rodríguez Larreta fue el candidato más votado en la primera vuelta. Mauricio Macri tuvo su baile triunfal, de cara a las elecciones nacionales. ECO entró al balotaje y el kirchnerismo sufrió un nuevo traspié en la Capital. La izquierda, a la Legislatura.
Por Fernando Casasco
El PRO quedó a las puertas de un tercer periodo de gobierno consecutivo en la ciudad de Buenos Aires. Esta vez lo logró pese a no contar al frente de la boleta con el nombre de su líder, Mauricio Macri. Más aún, lo consiguió de la mano de un candidato al que poca gente puede adjudicarle algún carisma especial o condición de dirigente de peso a nivel nacional.
Horacio Rodríguez Larreta quedó a pocos puntos de transformarse en el Jefe de Gobierno hasta 2019. Los medios masivos de comunicación resaltaron el amplio margen con el que se impuso el actual jefe de gabinete de la gestión macrista. Lo que pasó más inadvertido es que el PRO fue el único partido que perdió votos respecto a las PASO: del 47,3% que sumaron Rodríguez Larreta y Gabriela Michetti en las primarias, la fuerza gobernante en Capital descendió casi dos puntos hasta el 45,5%.
La decisión popular contradijo una vez más a las encuestas preelectorales o a boca de urna, que presagiaban un triunfo aplastante; incluso algunos hablaban de una victoria en primera ronda.
De todos modos, los más de 20 puntos de diferencia respecto al ECO de Martín Lousteau, parecen indescontables en apenas 15 días. La clave, una vez más, de la campaña del partido amarillo pasó por mostrar virtudes de su gestión, exhibir su espíritu de “equipo” y no centrarse en la figura de su candidato. De hecho, en la mayoría de los afiches, Rodríguez Larreta aparecía de perfil o acompañado con otros miembros de la gestión.
El triunfo del PRO se extendió a las 15 comunas, con las habituales diferencias socio-geográficas. En Recoleta superó el 59% y en la franja que va de Palermo a Núñez rebasó también el 50%; en cambio, en otras no llegó al 40%, como en las comunas 5 y 15. Es más: Rodríguez Larreta fue el más votado en el 96% de las mesas.
El PRO sumará 14 legisladores y quedará con 27 bancas, a cuatro del quórum propio.
Si bien la campaña fue de carácter “municipal”, el PRO intentó “nacionalizar” su resultado inmediatamente. Tras lamentar la ajustada derrota de Miguel del Sel en Santa Fe, Mauricio Macri necesitaba como agua una victoria en su propio distrito de cara a la carrera presidencial. Para ello, eligió a Gabriela Michetti como compañera de fórmula, lo cual reforzó la disciplina puertas adentro del partido y suturó una posible fuga de votos hacia Lousteau.
En el festejo del domingo a la noche, el discurso del precandidato presidencial – siempre bien apuntalado por su asesor Jaime Durán Barba – pareció más cercano al de un gurú espiritual, con frases del tipo “soñar tiene que ver con el amor y el amor siempre es más fuerte que el miedo”.
Por otra parte, la noción de “cambio” con la que venía insistiendo fue trocada por la de “futuro”: si se observa que en 9 de los 11 distritos en que ya se votó ganaron los oficialismos (sólo Mendoza y Tierra del Fuego cambiaron de signo) o que la Presidenta de la Nación tiene altos niveles de popularidad a solo cinco meses de dejar su cargo, claramente se ve que el cambio no aparece como un bien preciado por la sociedad.
“Ellos son el pasado”, atacó al kirchnerismo, mientras su propio candidato (funcionario del menemismo y del gobierno de la Alianza) y una sonriente Patricia Bullrich bailaban en primera fila.
ECO, la fuerza política en la que abrevan la UCR, el Socialismo, la Coalición Cívica, entre otros, creció algo más de 3 puntos respecto a las PASO, hasta ubicarse en el 25,5% de los votos computados.
Al contrario que el PRO, ECO basó la campaña en su candidato a Jefe de Gobierno, obviando a otros miembros de su lista, como así también a varios de sus apoyos: la siempre flamígera Elisa Carrió (socia de Macri en Cambiemos) se despegó de Lousteau en los últimos días y ni siquiera estuvo presente en el bunker de la coalición; el ex ministro tampoco quiso quedar pegado con los dirigentes del radicalismo porteño, salpicados por escándalos de corrupción en el manejo de la Universidad de Buenos Aires.
Lousteau, quien hizo campaña sobre la necesidad del balotaje, confirmó su asistencia a la segunda vuelta, aunque desde distintos sectores políticos y mediáticos se lanzó una desembozada presión para que decline su participación.
Los números obtenidos por ECO fueron parejos en casi toda la Ciudad, excepto en la zona sur, donde apenas arañó el 20%, con un pico del 29% en Caballito.
La fuerza incorporará siete legisladores, que se sumarían a otros siete que ya tienen los ex UNEN en el Palacio de Perú y Diagonal Sur. La posible unidad que mantenga este espacio es materia de futurología más que de análisis político.
El Frente para la Victoria sufrió un duro golpe al quedar afuera del balotaje, algo inédito desde su surgimiento como fuerza política nacional. Si bien mejoró en más de 3 puntos la performance de las PASO y alcanzó el 21,9%, Mariano Recalde no logró recortar la diferencia que lo separaba de Lousteau.
No alcanzó para el dirigente de La Cámpora con la acusación, nunca desmentida, de que los candidatos de PRO y ECO representaban lo mismo. En cambio, se especula que sufrió un daño por el video de una multioperada vedette en un avión de Aerolíneas Argentinas, difundido hasta el hartazgo por medios de comunicación opositores.
Los mejores resultados del kirchnerismo los obtuvo en las comunas del sur, particularmente en la 8 (tradicional bastión peronista), donde superó el 31%.
También tuvo buenos guarismos en las comunas 1, 3 y 4, en las que Recalde se ubicó segundo y desplazó al tercer puesto a Lousteau. En tanto, en la Legislatura, el FPV sumará 7 diputados a los 6 que ya reunía, y pugnará con ECO por ser la segunda fuerza.
Sobre el cierre de esta edición se debatía qué actitud tomará el electorado kirchnerista para la segunda vuelta: ¿dará su voto a Lousteau para castigar al macrismo? ¿Habrá un mayor número de votos en blanco o anulados? ¿Llegará alguna sugerencia desde el oficialismo nacional o se dejará en libertad de conciencia a los votantes?
En la disputa aparte de los partidos de izquierda, Luis Zamora, de Autodeterminación y Libertad (AyL), con casi el 4%, superó a Myriam Bregman, del Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT), que quedó quinta con el 3,1%.
En cambio, en la elección a legisladores, los guarismos se invirtieron y el FIT aventajó a AyL por 4,8% a 3,9%. De todos modos, ambas fuerzas incorporarán un diputado cada una. Afuera de la disputa por las bancas quedó la Alianza Camino Popular (sin candidato a Jefe de Gobierno), con el 2,42% del total de sufragios.
A despecho de las denuncias previas sobre posibles irregularidades, el debut de la Boleta Única Electrónica pasó sin grandes sobresaltos. En general, las demoras en las mesas fueron similares a las que se sufren en cualquier comicio y los datos del escrutinio estuvieron disponibles desde temprano.
Contribuyó a este panorama que las opciones en disputa fueron sustantivamente menores que en las PASO (sólo cinco candidatos a Jefe de Gobierno y seis listas a legisladores).
De todos modos, el objetivo original de la boleta única quedó limitado: el “corte” de boleta o “voto por categoría” volvió a ser ínfimo. Algunos hechos que empañaron la implementación de la tecnología fue que el escrutinio se “clavara” en el 92% de las mesas alrededor de las 22 horas – en coincidencia con el momento en que el PRO celebraba su victoria – y un error de diseño de la página web, en el que los números de la cantidad de electores por comuna tenían errores e inconsistencias.
En apenas una semana se definirá quién será el próximo Jefe de Gobierno. El PRO buscará que no haya cambios y ECO intentará torcer una historia que parece escrita.