“A la caza de centros y bares culturales, milongas, peñas y clubes de música”

Sr. Director
Me dirijo a Ud. en esta ocasión no como columnista habitual del periódico “El Barrio Villa Pueyrredón” sino en mi condición de lector habitual del medio, cantor de tango y ciudadano de esta amada Ciudad de Buenos Aires.

Y lo hago de esta forma ya que me posibilita expresarme con mayor libertad que cuando lo hago como columnista.

bujinkan illa pueyrredón

No piense que trato de endilgarle algún tipo de condicionamiento hacia mi labor, usted me ha permitido trabajar siempre con la más absoluta libertad; ha dejado a mi albedrío la elección y la forma de cada uno de los temas que he tratado en estos más de diez años ininterrumpidos de colaboración; que espero continúen por muchos más.

De todas maneras la labor de un colaborador en un medio de comunicación debe tener ciertos límites y, sobre todo, un rigor que en este caso necesito dejar de lado para poder expresar y sobre todo transmitir los sentimientos que me embargan en estos momentos.

Nos encontramos ante la posibilidad (tal vez al momento de la publicación de esta nota dicha posibilidad ya sea un hecho) de que el gobierno de la ciudad caiga nuevamente en manos de los “equipos” del PRO y debamos transitar cuatro años más de gestión Macrista; aunque ya sin Macri al frente del gobierno.

No me explayaré en consideraciones generales acerca del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; supongo que los lectores habituales ya tendrán una clara idea de mi aversión por todo lo que desde allí se hace y se dice.

Quiero hablar, como dije en el comienzo, en mi carácter de cantor de tango.

Quienes hemos emprendido el camino de la expresión artística, cualquiera sea su manifestación, sabemos lo arduo y complejo que es desarrollarla.

Todas las artes tienen, comparten, algunas dificultades y cuentan con otras que les son propias. La que le es inherente a la música, y al resto de las artes escénicas, es que necesitan un público para poder desarrollarse en plenitud, y ese público necesita de espacios donde poder acceder a las expresiones de los artistas.

La Ciudad de Buenos Aires se ha jactado de ser la ciudad con mayor cantidad de teatros de Latinoamérica y probablemente del mundo. Los porteños se han enorgullecido de la calidad de los espectáculos que se presentan en sus innumerables salas y de las características de excelencia de las mismas.

Y no es para menos, Buenos Aires ha sido y es, al menos por ahora, un faro cultural en el mundo entero.

Sin embargo los últimos años han sido bastante oscuros para todo aquel que pretenda ejercer algún tipo de acción cultural en la ciudad, sobre todo si ha pretendido hacerlo por fuera de los circuitos comerciales establecidos.

El PRO accedió al gobierno en el año 2007 e inmediatamente dejó ver cuál iba a ser su política en materia de cultura.

La Ciudad de Buenos Aires contaba con un amplio circuito de Centros Culturales en los barrios establecidos en escuelas donde se realizaban una gran cantidad de cursos y talleres gratuitos donde asistían miles de porteños de todas las edades, desde niños hasta ancianos.

Entre las primeras medidas que el gobierno del PRO tomó fue el recorte de la cantidad de docentes, talleres y cursos para, finalmente, decretar el cierre de casi la totalidad de los centros, dejando solamente unos pocos.

El cierre de los Centro Culturales dejó a miles de ciudadanos sin posibilidad de acceder a la cultura y a centenares de docentes sin trabajo.

El siguiente paso se inició aproximadamente en el año 2010 y consistió en la persecución, clausura y cierre de numerosos Centros Culturales, milongas y clubes de música.

La situación de los músicos, por circunscribirme al tema que me llega más cerca, nunca fue fácil; pero desde el año 2004, a causa de la tragedia de Cromañón, se hizo directamente penosa.

Los diferentes gobiernos, dispuestos a curarse en salud, en lugar de establecer normas clara de seguridad para los establecimientos procedieron a dictar normas de imposible cumplimiento, muchas veces contradictorias entre sí, a fin de dificultar las expresiones artísticas y culturales.

Amparados en esta normativa el Gobierno de la Ciudad, a través de la Oficina Gubernamental de Control, salió a la caza de cuanto Centro Cultural, milonga, bar cultural, peña y club de música que encontrara en su camino.

Ya en el año 2009 se habían cerrado, desalojado o quitado asistencia a varios espacios de cultura popular; el Centro Cultural y Social Almagro, Centro Cultural del Sur, Centro Cultural 20 de la Asamblea de Flores, Casa Zitarrosa, El Sexto Kultural, la fábrica IMPA Ciudad Cultural, Casa de la Cultura Compadres del Horizonte, La Huerta Orgazmika y el Centro Cultural La Sala y el Grupo de Cine Libre de Parque Rivadavia son solamente algunos ejemplos de una política salvaje en contra de la cultura popular.

Enumerar la cantidad de lugares cerrados o clausurados por el Macrismo sería interminable; solamente quiero recordar que el año pasado se han clausurado más de veinte Centros Culturales en una especie de raid o blitzkrieg que abarcaba varios por noche.

A poco más de medio año de la sanción de la Ley de Espacios Culturales la situación no ha variado ni un ápice.

En los últimos días hemos asistido al cierre del Konex, el Café Vinilo y el CAFF, algunos de los espacios culturales más importantes de la ciudad y lo que es más triste para los tangueros y vecinos de nuestros barrios se han clausurado los clubes Sin Rumbo y Sunderland, donde se realizaban las milongas más antiguas y tradicionales de Buenos Aires.

La Agencia Gubernamental de Control se mueve como una fuerza de choque que no atiende razones, no brinda asesoramiento y solamente se asegura de que cada visita a un centro cultural, bar, milonga o peña tenga como resultado una clausura.

Macri y el PRO odian todo lo que tenga un aire de independencia, de autogestión. Ellos creen que la cultura son Violetta, Ricky Martin, Tinelli y las multitudes que mueven y los millones que generan.

Sr. Director; lamento haberme extendido tanto, le agradezco el espacio brindado y espero que la próxima vez que quiera ver un espectáculo pueda encontrar cerca de su casa algún grupo de teatro o de música que tenga un lugar donde poder expresarse.

Tal como van las cosas, lo dudo.

Afectuosamente, Aldo Barberis Rusca

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