Exotismo y globalización

Desde estas latitudes, la India se nos presenta como el paradigma de lo exótico; su multiplicidad de lenguas (de la cual está ausente el español), de alfabetos (el latino solo de la lengua colonizadora: el inglés), de religiones (donde el cristianismo no llega al tres por ciento), dan pie a esa perspectiva; pero además hay que agregar la historia cultural milenaria del Indostán – denominación del subcontinente Indio que incluye a otras naciones más – y su densidad poblacional, nace cada año el equivalente al sesenta por ciento de población total de nuestro país.

Por Jorge Gallo

bujinkan illa pueyrredón

Su cine fue tomando forma al tiempo que lo hacía el cine del mundo occidental, transformándose en los años 60 en el tercer cine del planeta en cantidad de films anuales (después de USA y Japón), aunque con una producción solo para consumo local; semejante mercado interno fue lo que propició el auge casi absoluto de un cine de entretenimiento, con solo un par de excepciones de films destacados en festivales europeos hasta la aparición de Satyajit Ray.

Originario del mundo cultural bengalí, de donde provenían Rabindranath Tagore – en cuya universidad hizo su carrera de artes – y Ravi Shankar quien a la postre musicalizará sus mejores títulos; Ray se constituirá a mediados de los 50’s en el padre del cine local, y el más importante realizador indio hasta el día de hoy, figura de trascendencia mundial a partir de su ópera prima: “La canción del camino” (1955), primera parte de la Trilogía de Apu, que se continuará en el 56 con “El invencible” y en el 59 con “El mundo de Apu”.

La trilogía no fue pensada como tal desde un principio, por ello cada una de las tres partes conserva unidad dramática y temática, pueden ser comprendidas y disfrutadas independientemente una de otra. Los films están basados en una clásica obra literaria del célebre escritor, también bengalí, Bibhutibhusan Banerjee, y describe durante treinta años, desde el 1910, la vida de Apu, el hijo de un matrimonio de campesinos indios, cuando todavía la corona inglesa administraba el país.

“La canción del camino” trascendió inmediatamente las fronteras y fue unánimemente reconocido por el mundo cinematográfico europeo y luego mundial ya que mostraba la India real por primera vez, en momentos que el cine de occidente atravesaba búsquedas de realismo social.

Formado con la influencia del cine de De Sica, Renoir y de la narrativa americana, Ray elabora un discurso de un auténtico anclaje en su contexto nacional, regional y religioso; los elementos más sensibles de la vida campesina india son presentados con extremo lirismo; la naturaleza y la sociabilidad en la aldea conforman una unidad orgánica vital casi autosuficiente, de ahí que en el discurrir de la película se reduzca al mínimo la intriga, los antagonismos dramáticos clásicos, y lo que motorice la historia sean los eventos comunes de la vida humana, el nacimiento, la muerte, el crecimiento, los avatares de la naturaleza.

No hay buenos y malos, la maldad y la bondad están en todos y en todo. Tampoco hay conflicto, en términos dramáticos clásicos, ya que este es constitutivo del hombre; la narración prescinde de los tópicos dramatúrgicos conocidos de presentación, nudo, desenlace, todo aquí es desarrollo.

Es ahí cuando el exotismo, la particularidad cultural, deja lugar a lo más general de la humanidad: la vida en familia, las adversidades climáticas, las dificultades de la carente vida campesina, el nacimiento del nuevo hijo (Apu), la muerte de la abuela, las dificultades laborales, la envidia y la solidaridad en dosis semejantes.

Esa dinámica autosustentada de la vida aldeana tiene un límite: el tren. Las vías férreas anuncian un mundo diferente más allá, se trata de la gran urbe, polo de gran atracción para la familia cuando enfrenten los desmanes que las lluvias monzónicas provoquen a la precaria casa y propicie la enfermedad fatal que se cargará la vida de la hermana mayor de Apu.

Se anuncia ya la tensión campo-ciudad, tradición-modernidad, religión-ciencia y el choque generacional que dará por tierra a ese mundo cerrado cuando en la segunda parte de la trilogía Apu decida dejar a su madre, representante de la India pasada en pos de la nueva nación de quiere emerger al mundo moderno. Problemática que relativiza el exotismo del mundo cultural de Apu frente a la globalizada potencia arrasadora de la lógica capitalista.

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