30° Encuentro Nacional de Mujeres en Mar del Plata. Las hermanas sean unidas porque esa es la ley primera… miles reclaman los derechos para que millones los ejerzan.
Por Mariana Vaccaro*
Estela aprovechó el fin de semana largo de octubre para ir a visitar a su hija, que pronto la convertirá en abuela. Lo decidió unos días antes, se fue hasta Mar del Plata en su auto. El domingo a la noche salió para ir a festejar el embarazo con su hija. Eran las 20 cuando un mar de mujeres la sorprendió en su camino.
La idea de tomar por la Costanera le llevó varios minutos más de lo que pensaba porque tuvo que esperar que más de 65.000 mujeres pasaran caminando frente a su auto.
En ese momento con cara de pocos amigos pensó: “¡Será posible! Salí temprano y ahora tengo que esperar por éstas, si quieren reclamar con su derechos que lo hagan pero sin joder a los demás, ¿yo qué culpa tengo?”
Resulta que Estela no tiene ninguna “culpa”, pero tampoco responsabilidad por las conquistas que, ignora, le mejoraron su vida.
Seguramente, a sus 55 años ella jamás pensó en usar un megáfono en medio de una muchedumbre para reclamar, pero tampoco sabe que años atrás se pudo divorciar de su marido cuando ya no había amor gracias a que muchas como “éstas” lucharon para obtener la ley de divorcio y la patria potestad compartida.
Tal vez lo más visible es la marcha multitudinaria por la ciudad, pero el Encuentro Nacional de Mujeres es una reunión donde hay actos, talleres y eventos culturales organizados de forma autónoma, democrática, pluralista y horizontal. Este año el encuentro cumplió tres décadas y fue masivo por la concientización que generó el Ni Una Menos acerca de la violencia hacia las mujeres.
Aunque no sabe muy bien qué hacen, porque ningún medio masivo nombró el evento que sucede todos los años en distintas ciudades del país, Estela sabe que se trata de feministas por los carteles sobre igualdad.
Lo que no puede deducir es de dónde salieron porque pasan chicas jóvenes, mujeres grandes, como ella y más grandes, madres con los cochecitos, villeras, kirchneristas, troskas, indígenas, alguna política cuyo rostro reconoció de la TV, pasan fotógrafas con carteles de prensa colgando, las que gritan en contra de la Iglesia y las que llevan el rosario colgando del cuello, docentes con sus delantales, mujeres “normales” (como ella o sus amigas), grupos de percusión y lesbianas sin pudor.
“No entiendo por qué lo de la igualdad si tenemos una presidenta mujer”, piensa, sin conocer que las mujeres empezaron a tener un lugar en la política gracias a la Ley de cupo femenino, también impulsada desde los Encuentros que se llevan adelante desde 1986.
Tampoco sabe que los estudios revelan que el tratamiento de temas, leyes y políticas públicas que afectan a las mujeres en particular se llevan adelante en proporción a las mujeres funcionarias, es decir, cuantas más mujeres llegan al poder más se tratan los problemas de las mujeres.
El gesto de impaciencia de Estela no se va de su cara, está molesta porque quiere llegar a abrazar a su hija que pronto dará a luz a su nieta después de tanto buscarla. Estela ya no lee las banderas de quienes caminan frente al auto. Quiere que pasen rápido y por eso no advierte que varias de las agrupaciones son de mujeres que reclamaron los derechos reproductivos, los que le permitieron a su hija hacer un tratamiento de fertilidad en el hospital y gracias a los que podrá elegir dónde, con quién y cómo parir (ley de parto respetado).
Porque, aunque Estela las siente ajenas y habla de ellas en tercera persona, resulta que está incluida en un nosotras.
“Podemos decir muchas cosas del Encuentro: amarlo, criticarlo, defenderlo y exigirle más, ésta es la historia de todas”, expresa una de las mujeres de la comisión organizadora que junto a sus compañeras trabajó todo un año ad honorem para que el 30° Encuentro Nacional de Mujeres se lleve adelante, y agrega: “estamos empeñadas en parir una vida mejor para las que estuvieron y las que vendrán… las mujeres vamos encontrando los caminos para la liberación y estos Encuentros abonan estos caminos”.
*Enviada especial del periódico El Barrio Villa Pueyrredón