Las calesitas ya tienen una norma que las regula. Fue promovida por la Asociación Argentina de Calesiteros y afines y sancionada por la Legislatura porteña en noviembre de 2015. Villa Pueyrredón cuenta ahora con dos: una en la plaza Martín Rodríguez y otra en la Leandro Alem.
Por Mailén Maradei
Las calesitas son un testimonio material de como un juego clásico puede atrapar a varias generaciones. Sin embargo no poseían un marco regulatorio hasta que en noviembre de 2015 la Legislatura porteña aprobó una ley que las incluye en el Código de Habilitaciones de la Ciudad. La sanción obtuvo 54 votos a favor y ninguno en contra.
Esta norma habilita a que los permisos para las calesitas puedan renovarse indefinidamente. Antes de esta regulación, los convenios caducaban a los cinco años sin posibilidad de renovación.
“Las calesitas se nombraron Patrimonio Cultural de la Ciudad en 2007, esto quiere decir que debían permanecer en el lugar pero cada cinco años se vencían los convenios que teníamos con el Gobierno de la Ciudad y no podían volver a contratarnos porque la Constitución de la Ciudad permitía el contrato por cinco años pero solo por única vez, entonces era necesario elaborar una ley”, cuenta Carlos Pometti, Secretario General de la Asociación Argentina de Calesiteros y afines.
La ley 5418 – Anexo I – también establece nuevas normas de habilitación. Deben instalarse en espacios verdes que tengan más de una hectárea con una distancia mínima de diez cuadras entre una y otra calesita.
Según fuentes de la Asociación de Calesiteros esta norma permitirá que “cualquier funcionario de cualquier signo político, pueda renovar los convenios de la calesita cuando caduquen”.
La norma fue de autoría del legislador Iván Petrella. “Estuvimos trabajando con su asesora jurídica. También, trabajamos con los funcionarios de espacio público para generar esta norma que fue votada por unanimidad en la Legislatura”, comenta Pometti. Antes de esta sanción, el Gobierno de la Ciudad otorgó permisos para instalar nuevas calesitas en Villa Lugano, Villa Real, Belgrano, Colegiales, Monte Castro, La Boca, Villa Luro, Mataderos y Villa Pueyrredón.
“Estas flamantes calesitas todavía están homologando sus convenios y requiriendo la información de los titulares” y serán incluidas en la nueva regulación.
Como dice una frase de la Asociación que las agrupa, la calesita es “cultura que sigue girando” porque desde hace 140 años les brinda alegría a miles de chicos argentinos.
¡Llegó la alegría al barrio!
Villa Pueyrredón tuvo su primera calesita en Artigas y José L. Cabezón, en terrenos ferroviarios, a metros de la estación, pero, a mediados de los ‘90, con la privatización del ferrocarril, el barrio se quedó sin esta alegría.
Tras 24 años, el barrio tiene dos calesitas; una en la Plaza Martín Rodríguez – Argerich y Pareja – que funciona de lunes a domingo de 11 a 20 horas y otra en la plaza Leandro Alem – Cochrane y Zamudio – que lo hace de lunes a domingo de 14 a 19 horas.
Cada uno desde su lugar, Nelson y Juan Pablo, se encargan de revivir este clásico todos los días.
“Me vine de Uruguay en 1984, empecé trabajando como ayudante en la calesita de un amigo. Después, me compré una y recorrí casi toda la provincia de Buenos Aires trabajando”, cuenta Nelson sobre sus primeros pasos.
Tras años de recorrer muchos barrios, la Asociación de Calesiteros le propuso instalar una en Villa Pueyrredón. “El año pasado me comentaron que había una oportunidad de colocar 10 calesitas en distintas plazas de la Ciudad, me dijeron si quería poner una, dije que sí y me tocó Villa Pueyrredón” relata.
En junio de 2014 la calesita llegó a la Plaza Martín Rodríguez pero, antes de su inauguración definitiva, Nelson instaló una provisoria para comenzar a trabajar. “La construcción llevo siete u ocho meses, vinieron unos amigos que me ayudaron a pintarla y mientras tanto empecé a trabajar con otra que tenía armada hasta que terminé ésta – en referencia a la que está ubicada ahora en la plaza -. Mientras la armábamos, se acercó mucha gente para preguntar cuando se inauguraba”, dice.
A dos años de su inauguración, Nelson reflexiona: “La gente está muy contenta con la calesita porque le da otro color a la plaza. Igual, este es un lugar donde se junta mucha gente, vienen muchas familias a tomar mate pero ahora parece que tiene un poco más de vida”.
En pleno centro comercial de Villa Pueyrredón, se encuentra la Plaza Leandro Alem. Tras su renovación, la plaza cuenta con su propia calesita a cargo de Juan Pablo, hijo y nieto de calesiteros.
Juan Pablo lleva en la sangre y en la piel – tiene un tatuaje de una sortija en el brazo – el espíritu de la calesita. El abuelo, carpintero, que llegó a la Argentina en el año 1940, tenía amigos que tenían el oficio de calesiteros mientras que él se dedicaba a la fabricación de calesitas.
El abuelo de Juan Pablo tuvo su primera calesita en 1955, cuando su papá tenía apenas 15 años. “Mi papá iba los fines de semana a darles una mano a los paisanos de mi abuelo. A raíz de esto, le propuso construir su calesita pero mi abuelo no quería saber nada, hasta que mi papá hinchó y la armaron. A mi abuelo le fue medianamente bien y dejo la carpintería”.
En aquel momento, señala Juan Pablo, las calesitas eran itinerantes, se instalaban quince días en distintas esquinas de los barrios.
El abuelo y el padre le transmitieron el oficio a sus hijos y nietos. Tal es así que las hermanas de Juan Pablo también fueron calesiteras pero dejaron el oficio. “Ya no se dedican más a esto, pero se recibieron estudiando y trabajando en la calesita”, recuerda.
Tras varios años como ayudante de su padre, Juan Pablo tuvo la oportunidad de tener su propia calesita oportunidad en que un amigo le cedió su permiso.
Antes de que la calesita “Martina” llegue a Villa Pueyrredón, funcionaba en el Paseo Ramírez – ubicado frente a la Sociedad Rural Argentina -. “Había colocado las vallas pero la comisión directiva de la Rural no vio con buenos ojos que pusieran una calesita ahí y se quejaron. A raíz de esto, tuvimos una reunión con el ex jefe de gobierno porteño Mauricio Macri, con el ex jefe de gabinete Horacio Rodríguez Larreta y con el ex Ministro de Espacio Público Diego Santilli, ellos nos dijeron que estaban remodelando la Plaza Alem, que habían hecho un informe ambiental en el barrio y que la gente veía con buenos ojos la posibilidad de tener una calesita”.
La plaza se reinauguró el año pasado y la calesita comenzó a girar. “Vino el cura de la Parroquia Cristo Rey y bendijo la calesita. También estuvo mi familia y mi hija ya que la calesita lleva su nombre. Invitamos a todos los chicos de la Iglesia a dar una vuelta gratis, también se subieron las catequistas y los ayudantes del padre”, recuerda y opina: “Muchos vecinos me dijeron que la calesita trajo un ambiente familiar a la plaza”.