Según los datos recolectados por el Observatorio de Femicidios en Argentina “Adriana Marisel Zambrano” – tomando como fuente las agencias de noticias Telam y DyN – en 2015 hubo por lo menos 286 femicidios. La mayoría de las víctimas tenían entre 19 y 50 años.
Por Marian Vaccaro
El reclamo masivo fue Ni Una Menos, sin embargo el 2015 cerró con más femicidios que el año anterior. Al menos 286 mujeres fueron asesinadas entre el 1º de enero y el 31 de diciembre del año pasado, mientras que en 2014 se registraron 277 asesinatos, según el Observatorio de Femicidios en Argentina “Adriana Marisel Zambrano” que es coordinado por La Asociación Civil La Casa del Encuentro.
Puede haber más casos, ya que la ONG feminista tiene como fuentes las agencias de noticias Télam y DyN, es decir que los crímenes de mujeres (por el hecho de ser mujeres) que no son cubiertos por la prensa no están contabilizados.
La realidad sostiene la fatídica frase: “Cada 30 horas muere una mujer víctima de la violencia machista”.
Las mujeres víctimas de la llamada “la otra inseguridad” tenían en su mayoría entre 19 y 50 años, pero se registraron casos de personas más grandes y hasta de preadolescentes desde 12 años. Y en el 60 por ciento de los casos, los asesinos fueron las parejas y ex parejas.
Este porcentaje no es resultado de que en casos aislados decenas de mujeres se cruzaron con el hombre equivocado. Se trata de un problema cultural, de la forma en la que entendemos deben darse las relaciones, de los roles que supuestamente deben tener varones y mujeres, de seguir pensando que (como antaño) las mujeres son propiedad de sus parejas.
Los femicidios son la forma más extrema de la violencia machista, pero no la única: ser mujer hoy implica tener más posibilidades de ser violada, tener menos oportunidades de estudiar, tener sueldos menores al de los varones y puestos de menor jerarquía (a pesar de la carrera profesional), sufrir acoso en la vía pública y no tener decisión sobre el cuerpo propio en el ámbito de la sexualidad (el aborto en Argentina sigue siendo ilegal), entre otras condiciones.
Recién en los últimos años se empezó a hablar de violencia de género y se comenzaron a tamizar las vivencias que antes, por pertenecer al ámbito íntimo, no se manifestaban y por eso tampoco se le reclamaba al Estado su presencia, su seguridad. La violencia suele vivirse puertas adentro.
El 59 por ciento de los asesinatos siguen sucediendo en el espacio doméstico, muchas fueron atacadas en sus propias casas. Mientras que el 21 por ciento de los ataques fueron en el espacio público como la calle o terrenos baldíos.
Denunciar al violento es difícil, se pone en juego la propia integridad de la mujer y de sus hijos e hijas ante las posibles represalias, por eso se recomienda siempre pedir ayuda a instituciones que trabajen con la temática para contar con herramientas y empoderarse. En este punto el Estado falla, ya que en 27 de los casos registrados las mujeres habían denunciado al femicida. Incluso 15 de los asesinos tenían orden de prohibición de acercamiento o de exclusión de hogar.
Desde que el Observatorio de Femicidios en Argentina “Adriana Marisel Zambrano” comenzó a registrar los casos en 2008, a diciembre del año pasado sumaban 2094 femicidios.
A las mujeres víctimas se suman otras: sus hijos e hijas, otro hilo suelto que deja el Estado a la hora de atender este problema social: 2.518 niñas, niños, adolescentes y adultos quedaron sin madre.
La mayor parte, el 65 por ciento, son menores de edad. Además de la pesadilla que vivieron al perder a sus madres, muchos pierden su medio de subsistencia, nadie los mantiene y muchos otros quedan al cuidado de los asesinos.
Ante este escenario hay dos reclamos: la aprobación de la Ley Brisa y el tratamiento de los anteproyectos de ley sobre pérdida automática de la responsabilidad parental del femicida.
Ley Brisa: La Casa del Encuentro creó una iniciativa para que el Estado se haga cargo de los hijos e hijas ya que no resguardó la vida de la víctima. El nombre del proyecto fue puesto a partir del caso de Brisa Barrionuevo, una nena de tres años cuya madre, Daiana Barrionuevo, fue asesinada a golpes y su cadáver arrojado al río.
El femicida denunció abandono del hogar de la víctima, pero tiempo después apareció el cuerpo y el asesino fue detenido. Brisa y sus hermanos viven con su tía, que además tiene tres hijos.
Pérdida automática de la responsabilidad parental del femicida: muchos hijos e hijas de víctimas de femicidios son obligados/as a vivir con los asesinos de sus madres. El caso más conocido es el del femicida de Rosana Galiano, José Arce, quien goza del beneficio del arresto domiciliario en su casa en la que convive con los menores.