Pandemia y desigualdad: dormir en la calle cuando todos hacen cuarentena

Pandemia y desigualdad
Pese a las restricciones para circular, hay gente sin techo en plazas y veredas. El Gobierno porteño amplió paradores para alojarlos. Pero miles de personas al caer la noche no tienen otro abrigo que el cielo ni otro amparo que encomendarse a su suerte antes de cerrar los ojos e intentar dormir.

Por Juan Manuel Castro

“Yo me quedo en casa. Si tuviera”, dice un hombre greñudo, la ropa ajada, bajo la lluvia. Es un sin techo retratado en una viñeta de humor gráfico del autor Nico Ilustraciones. Su trabajo, viralizado en redes sociales, condensa una de las aristas más dramáticas de las drásticas acciones de aislamiento social para contener a la pandemia de coronavirus, por la cual hasta el momento murieron 34 personas y se detectaron 1.133 contagiados.

Desde esa perspectiva, el lema “Quedate en tu casa” o el concepto de hacer cuarentena hogareña a reparo del virus que paralizó al mundo asoma (pese a ser una paradoja) como un privilegio en Buenos Aires. Una ciudad que reportaba a julio de 2019 más de 7.200 personas en situación de calle (un 23% más que en 2017). Información aportada por el segundo Censo popular de Gente en Situación de calle, confeccionado por decenas de entidades públicas, sociales y políticas.

Comuna 12

La Comuna 12 era una zona donde se registraban pocos casos de gente sin techo. Según datos del Censo de 2017: Saavedra, 47 adultos y un niño; Villa Urquiza, un adulto y un niño; Coghlan, 21 adultos; sin datos de Villa Pueyrredón.

Al Censo siguiente el número aumentó a nivel de la ciudad, pero no está detallado por barrios. Desde la ONG Proyecto 7, que trata la problemática de gente en situación de calle, habían alertado que notaron el aumento de “sin techo” en barrios donde históricamente el indicador era bajo. Señalaron – al diario Tiempo Argentino – como ejemplo a los barrios de la Comuna 12.

Según testimonios vecinales, la gente sin techo en la zona pernocta en los alrededores de espacios verdes. El boulevard de la avenida Balbín, frente al Parque Sarmiento, es uno de ellos. Algunas calles laterales poco transitadas también solían ser refugio, como la calle Washington casi Balbín, en la manzana triangular. Otros tantos optaban por dormir en ochavas sin mayores particularidades.

Esta problemática acontecía previa a la pandemia. Tuvo su pico de debate durante el invierno pasado, cuando se hicieron públicas las muertes de varias personas sin techo (los decesos, por diversos motivos, son regulares pero en su mayoría no trascienden). Hubo campañas de solidaridad e incluso se abrieron estadios como el de River Plate para que la gente duerma sin riesgo de padecer hipotermia.

Vale recordar que convivieron el sentimiento social de la solidaridad y el ataque anónimo. Por caso, a la gente que paraba en Washington y Balbín le prendieron fuego las pertenencias en septiembre del año pasado. Se dieron agresiones similares en otros barrios porteños.

Previo a los fríos que están por venir, la pandemia modificó las dinámicas sociales y el confinamiento hogareño es la norma. Quienes quedaron del otro lado, lidian con una nueva problemática.

El miedo a los contagios está latente. La ONG Amigos en el Camino, que da viandas a gente sin techo, sintetizó: “Uno que se contagie en la calle y se prende una mecha imposible de parar. Nuestros Amigos están todos en el grupo de alto riesgo porque la mayoría tiene enfermedades de base. Están deambulando, buscando comida (porque tienen hambre) y eso los hace aún más vulnerables a estar expuestos al contacto con más personas y poder ser contagiados y contagiar. Sin hablar de las condiciones de falta de higiene”.

El miedo social es otro aspecto. Las autoridades locales habilitaron el número 134 para denunciar a quienes violan la cuarentena obligatoria, es decir, quienes están en la calle y no en su hogar. Se aplica a quienes salen a correr, a quienes pasean, a quienes organizan fiestas en sus casas particulares.

La infracción parece que es aplicable también a quienes estaban a la intemperie previo a la cuarentena y hoy no tienen dónde ir, es decir, a los sin techo. Según el portal “El Grito del Sur”, detuvieron a un grupo de gente sin casa en Parque Patricios bajo esta interpretación forzada de la situación.

Por otra parte, el mismo Gobierno porteño aplica una práctica diferente. Pide que los vecinos, si ven gente sin techo, llamen al 108, la línea del programa Buenos Aires Presente (BAP) Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat.

En esta instancia se los asiste y son invitados a los paradores públicos. Por ley, la gente puede rechazar el traslado y seguir pernoctando en las calles. Muchos optan por esto último. Argumentan que en los paradores se dan situaciones de violencia o que deben abandonar pertenencias en la puerta.

Durante el año, el Gobierno porteño dispone de paradores u hogares (convenios con entidades, como la Iglesia) para alojar a personas sin hogar. Según datos oficiales, hay en total 2.100 camas habilitadas durante todo el año en los 33 Centros de Inclusión Social.

Hay tres que están abiertos todo el año y son de ingreso directo: Parador Retiro (para hombres); Parador Beppo Ghezzi (para hombres); Parador Azucena Villaflor (para mujeres solas y con hijos menores de edad).

En la Comuna 12 el único lugar de este tipo registrado en el mapa oficial del Gobierno porteño es el Hogar Naón – Fundación Pobre de Asís (Rómulo Naón 3200) y se suma, en Núñez, el Hogar Amparo Maternal – Asociación Damas Católicas de San José, focalizado en madres con bebés (Ernesto A. Bavio 2816). La prestación se extiende por seis meses, renovables según evaluación de la coordinación con tope de 24 meses.

Ante el aislamiento social obligatorio, las autoridades porteñas dispusieron la apertura de polideportivos públicos para la gente en situación de calle. En general estos lugares funcionan de esta manera solo durante el Operativo Frío, una política pública para darles alojamiento en los días más gélidos del año.

En la Comuna 12 se habilitó el Parque Presidente Sarmiento en Saavedra, con 148 plazas para hombres. “El objetivo principal es que no haya personas en situación de calle durante la cuarentena por el coronavirus. Estamos redoblando nuestros esfuerzos para que todas las personas tengan un lugar donde quedarse, poder dormir, comer y estar más protegidas”, explicó María Migliore, ministra de Desarrollo Humano y Hábitat porteño.

Las del Parque Sarmiento y otros polideportivos suman un total de 780 nuevas camas para que la gente sin techo esté a resguardo durante el aislamiento.

A este polideportivo de la Comuna 12 han derivado, por ejemplo, la “ranchada” de una docena de adultos que paraba en las inmediaciones del Hospital Pirovano en Coghlan. Los vecinos llamaron al 108 en reiteradas oportunidades y lograron la intervención del Gobierno porteño, que trasladó a estas personas al complejo de Saavedra.

Mientras tanto, durante el aislamiento social obligatorio que se extendió hasta el 12 de abril, hay gente sin techo que duerme en las calles de la Comuna 12. Este cronista constató que un par de personas pernoctaba en la plazoleta de Holmberg y Pedro Ignacio Rivera, en el sub barrio conocido como DoHo (Donado-Holmberg). Tenían unos bolsos con pocas pertenencias. Dormitaban pegados a los bancos de este espacio verde sin sábanas, colchones o algún tipo de reparo.

Algunos vecinos también reportaron que en los alrededores del Parque Sarmiento hay gente sin techo que pernocta en las veredas. Un ejemplo de ello, es una “ranchada” de al menos ocho personas que duermen en la ochava de Arias y Balbín, frente al boulevard Goyeneche. Otras fuentes contaron a este medio que vieron a varias personas durmiendo en las ochavas de la calle Machain, entre Ramallo y Congreso.

Hasta el momento, no se registran contagios de coronavirus en gente en situación de calle y buena parte del millar de casos del país obedecen a quienes viajaron al exterior o estuvieron en contacto con quienes lo hicieron.

Tener a la Ciudad de Buenos Aires vacía, con sus millones de pobladores recluidos en el hogar, deja expuesto en plazas y ochavas una realidad que año a año se sucede: la de miles de personas que al caer la noche no tienen otro abrigo que el cielo ni otro amparo que encomendarse a su suerte antes de cerrar los ojos e intentar dormir.

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