Esta parte de las historias no suele transmitirse por TV, pero existe: son las mujeres que pudieron salir de situaciones de violencia en sus parejas y reconstruir sus vidas. Lejos de ser pasivas y sumisas, ellas tomaron la decisión de cambiar su realidad y se activaron para lograrlo. Entrevistamos a cinco mujeres que se empoderaron, rompieron con el espiral de violencia y hoy, fortalecidas, eligen contar sus historias para ayudar a las que todavía no pudieron salir.
Por Mariana Vaccaro
Cada narración particular, personal, comparte una trama común: sensaciones, problemas, dolores, miedos que se repiten… y es que estas vivencias individuales se inscriben en un mismo entramado social que ordena estructural y asimétricamente los roles de varones y mujeres. Las desigualdades y violencias son un problema social, público y político – en el sentido más amplio de la palabra, no nos referimos a un tema de partidos ni de gobiernos -. Por este motivo, es un deber del Estado incidir el este problema de inseguridad con políticas públicas de prevención y erradicación de la violencia machista.
Y por este motivo también, por el hecho de ser un asunto colectivo, es que en la narración de una, muchas otras ven refleja la historia de su propia vida. Un punto de contacto entre los testimonios de Valeria, Corina, Astrid, Romina y Graciela es que todas lograron salir de la violencia rompiendo el silencio, hablando de lo que sucedía en el núcleo familiar, socializando la experiencia. En este marco los grupos de ayuda fueron la contención y el apoyo en la ruta hacia su libertad.
Docente, manicura, licenciada, de Palermo, de Flores, del conurbano, con hijas/os bebés, adolescentes, adultos, con nuevas parejas, solas. Todas empoderadas con narraciones personales e historias colectivas…
Estrategia
Romina
“Yo realmente no sabía que era la violencia, primero pensé que él tenía una depresión… no sé qué pensé. Busqué terapia para él, terapias familiares, para lo nenes psicopedagoga, empecé a buscar por un camino y hasta que me di cuenta que no era por ahí el problema… pero a veces cuesta darse cuenta (…)”
“(…) me sentía sola porque desde el lado de tu familia lo naturalizan o te dicen que él puede llegar a cambiar a pesar de que pasé circunstancias fuertes. Me sentía más acompañada buscando ayuda en otro lado, por parte de los profesionales (grupos de mujeres de ONG Fortalecer). Y así me fui animando a denunciar (…)”
“(…) la violencia económica estuvo antes y está ahora. Me tuve que ajustar, pero es una etapa en la que hay que buscar la prioridad: estar bien, que mis hijos estén bien. Ahora tengo una tranquilidad mental que hace años no tenía.”
Resiliencia
Astrid
“Muchas veces me dicen que soy la antítesis de la mujer que ha sido víctima de violencia de género porque estoy formada, tengo un doctorado, soy madre, he ayudado a otras personas con otras actividades, con danzaterapia, mientras yo vivía situaciones de violencia, pero yo no las reconocía (…)”
“(…) sus amenazas eran intimidatorias al punto de cercar mi libertad, de decirme que me vigilaban, que me controlaban, que él podía comprar a los jueces a los policías… la historia del violento es el poder (…)”
“(…) cuando yo lo eché de mi casa era una cuestión de hogar, íntima, privada, que de hecho él pretendía que se arregle así para seguir teniendo el poder. Fue muy crucial el hecho de haber hecho la denuncia porque es tu primer no (…) cuando haces la denuncia es donde empieza el tema, es cuando salís a luchar a por tu vida (…) a mí lo que más me ha contenido es el grupo de violencia cada vez tenés más herramientas y compañerismo. Eso es lo que te sostiene (…)”
Metamorfosis
Valeria
“La visión que tenía de mí era de una mujer que no iba a avanzar más, que ya estaba. Pensaba que no iba a poder seguir estudiando, que no iba a poder trabajar de lo que quisiera… Justo donde estaba trabajando en el hospital empezó a ir un juez a dar charlas sobre violencia y ahí hice un click (…)”
“(…) ingresé en un grupo, empecé a encontrarme con mujeres que estaban pasando lo mismo que yo… yo no veía ese mundo. Yo no le daba la gravedad que tenía realmente. Ahora no, me di cuenta de todo lo que podía hacer sola, me recibí de profesora y formé una nueva pareja. Es como una metamorfosis, uno se transforma en algo totalmente diferente”.
Libertad
Graciela
“Antes de que sucediera lo peor fui a la Dirección de la Mujer con una psicóloga y yo no podía ver la realidad: me dijo ‘si no te separás vas a tener un esposo pero y vos vas a estar muerta’ y yo no reaccionaba. Cómo la psicóloga me dice que me separe si yo tengo dos hijas chicas, en ese tiempo no pude y seguí. Y la situación fue empeorando y diez años después escapé. Si yo no me iba en ese momento de la casa creo que hubiese sucedido un homicidio (…)”
“(…) mis hijas no veían la violencia. Pero con el paso del tiempo ellas pudieron ver que tienen una mamá que sale adelante, es algo hermoso ver como mis hijas valoran la valentía que tuve para salir adelante. No tenía nada, luché para tener mi casa… pero tenía una paz que sobrepasa todo entendimiento”.
Designio
Corina
“Recibí por parte de mi ex pareja tres balazos, salvé mi vida de milagro. Esa situación que parecía que me podía volver loca es la que me ayudó a encontrar mi misión que es poder ayudar a otras mujeres. Más allá de lo que yo haya pasado, siempre digo que lo volvería a pasar porque no la pasé bien, pero peor la pasé cuando vivía con el violento. La cicatriz está hecha y lo que antes dolió, hoy es una fortaleza (…)”
“(…) me ayudó mi terapeuta y también me ayudó muchísimo tener trabajo, haber sido yo la que trabajaba”.