Audiencia pública en la Legislatura porteña
Entre el 31 de octubre y el 7 de noviembre se celebró la audiencia pública por el proyecto del nuevo Código Urbanístico en el Salón Dorado de la Legislatura. Se inscribieron casi 500 personas como oradores, situación que obligó a dividir la audiencia en cuatro jornadas. El rechazo al proyecto – sancionado en primera lectura el 6 de septiembre únicamente con los votos del bloque oficialista Vamos Juntos – fue mayoritario. Participaron vecinos y vecinas de Villa Pueyrredón y Agronomía. Ningún representante de la Junta Comunal 12 participó de la Audiencia. ¿No tenían nada para decir?
Por Ignacio Di Toma Mues
La audiencia pública por el nuevo código urbanístico, celebrada en el Salón Dorado de la Legislatura, se dividió en cuatro jornadas por la gran cantidad de inscriptos, cercana a los 500. En su gran mayoría, los oradores rechazaron el proyecto presentado por el Jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta.
Participaron representantes de “Salvemos al Barrio” y “Vecinos por las Casas Bajas”, agrupaciones vecinales de Villa Pueyrredón y Agronomía. En sus intervenciones solicitaron, con argumentaciones sólidas, cambios al proyecto sancionado en primera lectura con el voto del bloque oficialista en soledad.
Reclamaron la eliminación del completamiento de tejido o enrase en las áreas definidas como “unidad de sustentabilidad de altura baja” y en los pasajes (arterias de ancho reducido, de una extensión máxima de cinco cuadras, definidas como áreas especiales), que en Villa Pueyrredón y Agronomía suman 28. Además de incluir siete pasajes que están omitidos como tales en el proyecto: Bartolomé Hidalgo y Famaillá, paralelos a la avenida S.M. del Carril, y Tripoli, Francisco López Merino, Vicente Pérez Rosales, Gabriel Lafond y Basilio Hall, todos ellos perpendiculares a la mencionada avenida.
Pidieron eliminar la apertura de la calle Zamudio entre Beiró y Tinogasta (apertura que atraviesa el parque de la Agronomía) y el área reservada (seis hectáreas) en el Club Comunicaciones para la futura construcción de un estadio cubierto, en consonancia con los vecinos del Barrio Guillermo Rawson.
Otro punto es la tipificación de la macro manzana delimitada por la avenida Beiró, la avenida de los Constituyentes, General Paz y San Martín, que tiene tres tipos de alturas. Solicitaron que sea toda ella definida como de altura baja (planta baja y dos pisos), con excepción de la Av. Mosconi que propusieron un límite de cuatro pisos.
“A la presidenta de la audiencia, a los legisladores, a los vecinos: mi nombre es “Nelly” y vivo en Villa Pueyrredón… Salvemos al Barrio y Vecinos por las Casas Bajas son dos organizaciones autoconvocadas de vecinos que venimos trabajando desde hace más de diez años para evitar la destrucción de la identidad del barrio y defender nuestra calidad de vida”, así fueron las primeras palabras de Nélida De Grande en la segunda jornada de la Audiencia pública que se celebró el 1° de noviembre en el Salón Dorado de la Legislatura.
Explicó que los funcionarios del Consejo del Plan Urbano Ambiental decidieron, en una reunión conjunta con los vecinos, asignarle a la mayor parte de estos dos barrios una altura de planta baja y dos pisos.
“Relevamos prácticamente todo el barrio, y en un 80 ó 90 por ciento tenemos una altura de 6 metros: planta baja y primer piso. Con planta baja y dos pisos tenemos algunas construcciones, salvo en algunas avenidas y en algunas calles, en las que en (el año) 2000 dejaron hacer edificios; también hay edificios aislados que se permitieron hacer en distintas épocas. Sin embargo, con el enrase – que es el completamiento de tejido – propuesto en el Código Urbanístico, se desvirtúa completamente este acuerdo y se destruye la identidad barrial, que es un derecho que establece el Plan Urbano Ambiental, base jurídica de este Código” advirtió Nélida.
El relevamiento que realizaron estas dos organizaciones vecinales muestra que, aplicando el enrase, se podrán construir más de 500 nuevos edificios en una zonificación de altura baja. “Esto suena contradictorio en un barrio de casa bajas – planta baja y dos pisos -, que es lo que permite el COPUA”.
Más adelante señaló que estos edificios de alto “tapan la luz, el aire y el sol, producen el colapso de los servicios, contaminación visual y sonora, invaden la intimidad de la vida familiar y destruyen la diversidad cultural de la Ciudad de Buenos Aires” y agregó: “¿Cuál es el paradigma del Poder Ejecutivo? ‘No queremos medianeras expuestas’. ¿Cuál es el paradigma de los vecinos? No queremos más edificios. No queremos vivir amurallados. Queremos vivir en un ambiente sano”.
Y pidió que el código que va a regir la vida de los porteños por 40 años debiera ser aprobado con consenso. “Eso sería hacer una buena política; eso significaría saber escuchar y consensuar. Ningún bloque político tiene la verdad absoluta. A los vecinos no nos escuchan. Por ejemplo, en nuestro caso, pese a que somos vecinos que trabajamos muchísimo para aportar datos valiosos de nuestro barrio para desarrollar el Código Urbanístico, no nos escucharon. Pienso que para el bien de todos, esta actitud debería cambiar”.
Después de Nélida, tomaron la palabra en forma consecutiva otros ocho vecinos y vecinas de “Salvemos al Barrio” y “Vecinos por las Casas Bajas”. Y previamente lo había hecho Jorge Sardi.
“Una persona que hace más de 60 años vive en Buenos Aires tiene el ADN porteño. Jugar en la calle, andar en bicicleta e ir a la plaza es algo muy común. Tengo en la memoria que hace muchos años que somos tres millones de personas en la ciudad. Mi pregunta es muy simple; es como una paradoja. ¿Se quiere promover una ciudad que permita albergar a seis millones de personas?” manifestó.
Jorge abordó el tema de los pasajes, en Villa Pueyrredón y Agronomía existen 28. Comentó que eligió vivir en un pasaje del barrio de Agronomía. “Sé la tranquilidad que dan esas vías de ancho reducido, como se las denomina técnicamente” e hizo hincapié en una frase que escuchó durante la audiencia “cirugía inmobiliaria”.
“No quiero ser perspicaz, pero es un término que me cayó simpático. Hay siete pasajes omitidos que son imposibles de omitir en el anexo del Plan de Edificabilidad. Ellos son: Paymayá – donde vivo -, López Merino, Basilio Hall, Bartolomé Hidalgo, Pérez Rosales, Trípoli y Grabriel Lafond. Creo que hay que revisar el Capítulo VI que se refiere al completamiento del tejido y ver el anexo de edificabilidad, donde se tomen en cuenta esas omisiones”.
Osvaldo Saredi, a su turno, argumentó sobre la necesidad de reducir la altura sobre la Av. Mosconi. “Este sector de la avenida Mosconi atraviesa la macro manzana delimitada por la avenida San Martin, la avenida General Paz, la avenida de los Constituyentes y, por último, la avenida Francisco Beiró. Cabe señalar que a esta macro manzana se le asigna en su mayoría, en este nuevo Código de Planeamiento Urbano, 9 metros de altura. Autorizar edificaciones de altura de más de 9 pisos significa cortarla por la mitad, a modo de muralla”.
Y detalló que, aunque Mosconi tiene un caudal intenso de vehículos, en esta arteria se consolidan inmuebles de alturas menores a los 9 metros en un 83 por ciento y, en las calles linderas, este porcentaje de inmuebles es aún superior. “Es decir que hay más casas bajas sobre el entorno que sobre la propia avenida Mosconi”.
Criticó la falta de un plan estratégico de infraestructura y advirtió: “imaginen la situación crítica que se originaría con el aumento de la densidad demográfica. Más todavía si intentan llegar a 6 millones de habitantes en esta querida Ciudad de Buenos Aires. Justifican 6 millones de habitantes porque de esa manera las personas no tendrán que viajar. Una falacia burda que esconde la verdad, que es fomentar y beneficiar a los emprendimientos inmobiliarios”.
Le siguió Juan Cancelo. Calificó como un error de diagnóstico la teoría de que a mayor cantidad de edificios construidos mayor facilidad de la gente a acceder a una vivienda. “El mercado inmobiliario actual no funciona así, sino que está mayoritariamente conformado por inversores que les venden a otros inversores y que van a vender si recuperan, como mínimo, su inversión inicial en dólares. Si no les ofrecen lo que piden, no venden”.
Y remarcó: “Llegamos a este nuevo código que tiene como paradigma tapar las medianeras desnudas para vestirlas con sendos edificios de igual altura a ambos lados. ¿Cuál es el efecto de este disparate? En Villa Pueyrredón más de quinientos edificios en altura se podrán construir en zonas de baja densidad, se producirá una reducción de espacios verdes por habitante, además de otros efectos como la falta de asoleamiento e imposibilidad de estacionamiento de vehículos. Ya que el gobierno de la ciudad pretende que usemos el transporte público, vamos a tener que dejarlos en algún lugar de nuestro barrio. ¿De qué les sirve a los vecinos que las esquinas no sean “enanas” si van a tener que aguantarse que les estacionen los autos arriba de la vereda porque ya no quedan espacios para guardarlos y los garajes que se están demoliendo sirven para hacer más edificios?”.
Gladys Barcia, se explayó sobre una zona del barrio que se inunda, la delimitada por las calles Albarellos, Helguera, Larsen, Campana, Cochrane, Llavallol y Avenida General Paz, y explicó que se encuentra en la cuenca del Arroyo Medrano, además de mencionar un estudio elaborado por el Departamento de Ciencias Geológicas de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, que la define como de alta susceptibilidad de anegamiento.
“Resulta una falta de sentido común aumentar la densidad poblacional en zonas con ese riesgo potencial característico, más aún cuando se encuentran dentro de una macro manzana asignada con la unidad de sustentabilidad baja uno”.
“Vengo a presentar ante esta audiencia pública mi oposición – manifestó Noemí Norma Espinosa – a la zonificación de la calle Artigas, entre las avenidas Mosconi y Cochrane, que determina una altura de 23,50 metros”.
Señaló que esta arteria es una calle de ancho reducido consolidada con la existencia de casas bajas en más del 90 por ciento de su traza. “Autorizar alturas de más de 23 metros representa edificios equivalentes a 7 u 8 pisos, lo que significa una gran exigencia en la prestación de los servicios básicos y todo tipo de perjuicios que son originados por el exceso en la densidad habitacional y de personas”.
Y dio cuenta de que Artigas tiene una alta concentración de comercios y elevado tránsito en cercanías de la estación ferroviaria del Mitre, con dos sentidos de circulación. “Incrementar la densidad de personas y vehículos a través de la concentración de nuevos edificios de alto no tiene justificación… sólo va orientado a satisfacer la ambición económica de los emprendedores inmobiliarios”.
Horacio Rogers resaltó las contradicciones de una proyecto que define una macro manzana como de altura baja y permite con el enrase 500 edificios de 30 metros de altura, autoriza mayor altura en zonas inundables, se habla de una ciudad verde y quiere autorizarse un estadio cubierto para 20 mil personas en la Agronomía.
“Estamos llenando de cemento y eliminando el verde de la ciudad… es preocupante que se legisle sin conocer qué es lo que están proponiendo. No se han tomado el trabajo de recorrer el barrio sobre el cual tienen la obligación y la responsabilidad de legislar. Todas las críticas que escuchamos hoy son producto, en parte, de estas contradicciones y de los disparates que significan algunas de las medidas que quieren implementar”.
Por último, habló Cristina Alonso. Describió la actual situación de congestionamiento de la ciudad como una configuración de un medio urbano violento. “El ser humano, al igual que otras especies vivientes, necesita de un espacio y de un medio determinado para cumplir con sus funciones vitales. El hacinamiento, la congestión, los ruidos y la contaminación visual y atmosférica generan climas de malestar creciente que son agresivos y producen respuestas violentas”.
Y sentenció: “Cada acción tomada hoy será vivida o sufrida por mucho tiempo y por diferentes generaciones” y enumeró los perjuicios que trae aparejada la construcción de altura sin una seria evaluación del impacto ambiental.
“Este código – expresó – no apunta a viviendas sociales, sino al hacinamiento en departamentos de 18 metros cuadrados. Es decir, la sociedad cada vez más urbanizada pierde la conciencia de la dependencia real e ineludible con la naturaleza, la cual es el soporte donde nos movemos y de donde nos proveemos. La naturaleza cada vez está más erosionada en forma constante e impune. El espacio público es la ciudad. No es un espacio vacío, sino todo lo contrario: es un espacio lleno de contenido, simbología e identidad y este código lo desconoce”.