Fue hecho en 2007 por Blu, el célebre muralista italiano, pero semanas atrás el mural en Holmberg y Pedro Ignacio Ribera fue cubierto con pintura gris por el avanzado deterioro de la pieza. Queda sepultada así una de las historias emblema de la transformación de este corredor de la Comuna 12.
Por Juan Manuel Castro
Adiós al Bebé de Blu, el mural del célebre artista italiano
Por el fragor inmobiliario, por las mudanzas, por las decisiones de vida. El barrio está cambiando y cada “lavada de cara” en casas y fachadas da testimonio de ello. Años atrás, cuando el sub barrio estrella DoHo (Donado – Holmberg) era solo el límite difuso entre Saavedra y Villa Urquiza, un muralista dejó huella sobre las ruinas de la fallida ex Au 3 que proyectó la dictadura a nivel porteño.
Blu, el italiano trotamundos que dejó grandes trabajos en Buenos Aires, puso una semilla fundacional en cuanto al arte urbano porteño. Cuando era un fenómeno menor, cuando no tenía el prestigio de festivales o el sponsoreo de grandes marcas, pintó una enorme pieza que sirvió como faro y referencia para artistas locales.
Corría el año 2007 cuando Blu subió a un enorme andamio en Holmberg y Pedro Ignacio Rivera y dio las primeras pinceladas de un bebé gigante, de contorno blanco, cuyo interior asomaba una pequeña ciudad de tonos cálidos. Una metáfora del progreso urbano, una crítica social, una reminiscencia humana en medio de los edificios cada vez más empinados.
Este bebé gigante estuvo primero. Atestiguó cómo las ruinas de autopista se convertían en los primeros edificios Premium, estuvo ahí cuando a pocos metros se construyó la Escuela Siglo XXI o incluso, más al sur, la actual Sede Comunal 12 de Holmberg y Monroe, entre otros hitos.
De hecho, la plazoleta con el mural de Blu y la plazoleta del edificio comunal comparten las esculturas de concreto basadas en diseños de Clorindo Testa, con un espíritu de continuidad ratificado hoy en día por la urbanización del DoHo.
El mural fue testigo, pero también partícipe. Fomentó, en los años de ruinas urbanas, que muchos artistas del Street art (arte urbano) salieran a estas calles con aerosoles, baldes de pintura, extensores, escaleras y mucho ímpetu para convertir medianeras derruidas en enormes obras de arte.
Gracias a este trabajo sostenido por decenas de artistas, algunos con firma y otros anónimos, la zona se consolidó como un gran paseo a cielo abierto, siempre fluctuante, siempre con novedades.
Martín Ron, uno de los artistas argentinos más prestigiosos, hizo en 2013, en la cuadra lindera, el mural más grande de la Ciudad de Buenos Aires, solo superado luego por el que hizo el “Pelado” Segatori en Barracas al pie del Riachuelo. Fuentes del Gobierno local empezaron desde entonces a promover el lugar como un Distrito de Arte Urbano capitalino.
Como testigo y partícipe, el mural de Blu también se desvencijó con el paso del tiempo. Más de una década después del hito fundacional, la pieza se apreciaba descascarada. Los edificios tenían el mismo tono que el cuerpo del bebé. El espíritu estaba desvanecido, el mensaje ya confuso.
Nunca hubo una restauración plena, por lo que en las últimas semanas se tomó la decisión de tapar la pieza con pintura gris, sepultando así una de las historias emblema de la transformación de este corredor de la Comuna 12.
Más allá de la importancia del mural, es un destino posible para las grandes piezas de arte en la Ciudad de Buenos Aires. Debido a la extensión del mismo, nunca fue vandalizado por otros artistas urbanos, pero el paso del tiempo fue crucial.
Por estas mismas horas, vecinos de otro barrio lamentan una situación parecida. En la estación Flores del tren Sarmiento (Once – Moreno) también hace poco taparon con pintura gris el Mural del Ángel Gris, una alegoría hecha por vecinos y artistas para retratar el emblemático libro de Alejandro Dolina, Crónicas del Ángel Gris, que también da nombre a la plaza local de Avellaneda y Donato Álvarez.
Al igual que el caso de Blu, la pieza estaba muy deteriorada, con la pintura saltada. Taparlo de forma definitiva también fue la opción que primó.