Unidad de los argentinos. Diálogo con todos. A escasos metros y con pocas horas de diferencia, tanto el Presidente de la Nación como el Jefe de Gobierno porteño exhibieron – al menos en las palabras – su vocación por trabajar mancomunadamente y estar abierto a las opiniones externas. Antes y después, las discusiones entre ambas administraciones continúan con un final aún incierto.
Por Fernando Casasco
En el cierre de su primer discurso de apertura de sesiones ordinarias ante la asamblea legislativa, Alberto Fernández remarcó que “ninguna situación de crisis debería hacernos olvidar de los grandes avances productivos, educativos, científicos y democráticos que la Argentina ha tenido a lo largo de su historia” y extendió “una invitación a trabajar en este rumbo a todos los sectores sociales, a todas las provincias, a todas las fuerzas políticas”.
“El futuro está en nuestras manos y es con todos”, subrayó flanqueado por la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, dos de los artífices del frente de unidad que le permitió acceder a la Primera Magistratura. A pocos pasos, lo escuchaban desde el palco de invitados el jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta y su vice Diego Santilli, adversarios políticos forzados a la convivencia.
Un par de horas antes el mandatario de la Ciudad de Buenos Aires había brindado su propio discurso ante la Legislatura Porteña. Allí reafirmó (no una, sino dos veces) su vocación de estar “completamente abierto al diálogo” tanto con el Gobierno nacional como con el de la provincia de Buenos Aires, “para que entre todos trabajemos en los desafíos que compartimos”, dijo. Al pasar mencionó a los 3 millones de personas provenientes de territorio bonaerense que ingresan todos los días a la Ciudad, al referirse a las políticas de transporte. Aseguró asimismo que el diálogo es el “punto de partida para encontrar consensos” con la oposición en el distrito.
La alusión al diálogo de Larreta se oyó como velada referencia al tema no mencionado en ninguno de los dos discursos, pero que tiene en su agenda de prioridades Nación y que desvela a la Ciudad: la baja de la coparticipación porteña.
Las negociaciones siguen adelante, pero sin demasiados avances. Por el lado del gobierno nacional, las encabeza la secretaria de Relación con las Provincias, Silvina Batakis, mientras que los titulares de Hacienda, Martín Mura y de Desarrollo Económico, José Luis Giusti, representan a la Ciudad. Paralelamente a los contactos técnicos, la discusión política queda en manos del ministro del Interior Eduardo “Wado” de Pedro, interlocutor del propio Jefe de Gobierno.
Más allá de estas tratativas, la decisión del Gobierno nacional, según indican todas las versiones, sigue firme desde principios de año: un descenso de entre 1 y 1,1% en la coparticipación que se abona a la Ciudad de Buenos Aires (desde el 3,5% actual).
Implica un recorte de alrededor de 36 mil millones de pesos. El gobierno porteño sólo admitía la posibilidad de un recorte por la mitad de esa suma. Según la Casa Rosada la diferencia estaría compensada por la suspensión del pacto fiscal, el cual permite al gobierno porteño dar marcha atrás en la baja en las alícuotas del impuesto a los ingresos brutos. Otra de las variables pasaba por la posibilidad de que el Gobierno nacional redujera la coparticipación al 1,4% que percibía antes del gobierno de Mauricio Macri y se hiciera cargo de las erogaciones de la Policía de la Ciudad.
Uno de los anuncios del Presidente de la Nación en su discurso ante la asamblea legislativa suma complicaciones a la cuestión: la posibilidad de unificar los tribunales federales porteños (el eternamente conflictivo “Comodoro Py”) con el resto de los juzgados penales de la Ciudad. El traspaso de las competencias fue enunciada por Fernández como un avance en la autonomía porteña. Pero generará una nueva discusión acerca de cuál jurisdicción será la responsable de erogar los fondos presupuestados.
De todos modos, los gestos de distensión entre Nación y Ciudad continúan viento en popa. Un día después de ambos discursos el Presidente sentó a su mesa en la residencia de Olivos a Rodríguez Larreta, junto a Axel Kicillof y al jujeño Gerardo Morales, a fin de anunciar convenios con el Banco de Desarrollo de América Latina para la toma de créditos por 2400 millones de dólares. La suma será destinada a obras de infraestructura en materia de educación y desarrollo.
Libreto conocido
Por fuera de esa pequeña referencia al diálogo con la Nación (y con la Provincia), el discurso de Rodríguez Larreta discurrió por los carriles habituales de los últimos años, sin novedades sustanciales. En resumidas cuentas, se trató de una serie de loas a algunos de los caballitos de batalla históricos de su gestión (y la de su antecesor): la inversión en obras, la “modernización” y la relación directa con los “vecinos”.
La educación se llevó buena parte de la alocución del Jefe de Gobierno: destacó la construcción de nuevas escuelas (en un número que es desmentido por autoridades judiciales), la implementación de la enseñanza de robótica desde la sala de tres años, la extensión del programa pomposamente conocido como “Secundaria del futuro” y la intensificación en la puesta en marcha de la UNICABA, resistida por los docentes.
Pasado el momento de las grandes obras que caracterizaron su primer mandato (Paseo del Bajo, Viaductos ferroviarios), prometió aumentar la cantidad de plazas y espacios verdes. En ese sentido, aludió a los terrenos “cedidos” por la Nación (los cuales ahora se encuentran en revisión), como los de Palermo o Caballito, y en un futuro los derivados de las mudanzas de la cárcel de Devoto y el Mercado de Hacienda de Mataderos.
Asimismo, comprometió la construcción del Parque de la Innovación en parte de los terrenos del ex Club de Tiro Federal, en el barrio de Nuñez, conectado con la Ciudad Universitaria de la UBA.
En materia de vivienda y hábitat destacó las obras en el Barrio 31 de Retiro, el Barrio 15 (ex Elefante Blanco), Barrio 21-24 o Rodrigo Bueno, entre otros. Además, remarcó la entrega de departamentos para sectores de clase media en el Barrio Olímpico de Lugano y en los emprendimientos – llevados adelante por Nación – en terrenos de las estaciones Sáenz y Buenos Aires.
Respecto al transporte ensalzó las políticas que permitieron mejoras en el tránsito, como los viaductos o pasos bajo nivel y remarcó el desafío de “eliminar todas las barreras del Sarmiento”, lo cual -admitió- “requiere de mucha coordinación con el Gobierno Nacional”.
No dejó afuera una de las novedades porteñas desde que es gobernada por el macrismo: el Metrobus, del que prometió tres nuevos ramales. Mientras que dijo que seguirá “apostando por el subte”, pero no hizo ninguna mención a los prometidos estudios para la construcción de la línea F: por lo bajo los funcionarios aseguran que ese proyecto está cancelado.
Larreta se ocupó especialmente de resaltar la inversión realizada en materia de seguridad, con una Policía de la Ciudad que cuenta con más de 19 mil efectivos y casi 10 mil cámaras de seguridad en las calles (que prometió duplicar). Se regodeó con los datos de baja de los delitos: un 28% menos de homicidios; 17% menos de robos de motochorros; y un 12% menos de robos en general. En cambio, no hizo referencia al aumento en materia de hurtos.
Pese a que resaltó la necesidad de gobernar “junto a los vecinos” y escuchar a todos, no hizo planteos sobre una agenda legislativa, justamente en un ámbito en el cual era lo más propicio: muchos legisladores opositores recordaron que la mayoría de las leyes no pasan el filtro del “diálogo” del que se ufana el Jefe de Gobierno, ya que Juntos por el Cambio puede aprobar las normas sin requerir de otros bloques, gracias a su amplia mayoría. Al fin de cuentas, en la política, y más allá de las declaraciones bienintencionadas, “la grieta” se cierra cuando no queda más remedio.