La Junta de Estudios Históricos de Villa Devoto exige claridad ante rumores de instalación de un café o vinería en el emblemático en la Biblioteca Antonio Devoto. Reclaman respeto al legado fundacional y advierten sobre el riesgo de “decisiones mercantilistas impropias”.
(EBVP) Ante los rumores crecientes sobre posibles cambios en la histórica Biblioteca Antonio Devoto, ubicada en la esquina de Bahía Blanca y Nueva York, la Junta de Estudios Históricos de Villa Devoto emitió un comunicado exigiendo transparencia a las autoridades. Aunque celebran las tareas de refacción en curso, alertan sobre proyectos que podrían desvirtuar el fin cultural del espacio: “Ya existía desde hace unos años la idea de instalar un café en alguna de sus salas, pero ahora se habla hasta de una vinería”, señala el texto.
Legado vs. Comercialización
Esta institución, defensor del patrimonio tangible e intangible del barrio – como la residencia del Dr. Francisco Beiró y el Palacio Ceci -, recordó que el edificio fue creado con un propósito claro. “Los herederos de Antonio Devoto dejaron explícito que sus fines eran para la ‘Institución Antonio Devoto Biblioteca Pública’, como consta en su frontispicio”, subrayaron.
La Junta exige a la Dirección del Libro de la Ciudad que aclare públicamente si existen planes de comercializar el espacio: “No debemos permitir que se desvirtúe un lugar emblemático, muy prendido en el sentimiento vecinal, con decisiones mercantilistas impropias que mansillan ese espacio”.
Historia de un ícono cultural
El comunicado detalla los orígenes del edificio: Antonio Devoto adquirió tres lotes en 1916, y tras su muerte, su esposa, María Elena (Elina) Pombo, compró dos lotes más en 1917. Encargó entonces a los arquitectos Buschiazzo la construcción de un edificio “de gran importancia para biblioteca”, finalizado en 1919. Tras la muerte de Elina, sus herederos – Carolina, Pablo y Hermenegilda Pombo – donaron el inmueble al Consejo Nacional de Educación en septiembre de 1933, según consta en la edición 43 del periódico Noticias Devotenses.
En noviembre de 1934, el Consejo invirtió $5.171,94 para reparar deterioros y adquirir mobiliario. La colección de libros creció gracias a donaciones de familias ilustres como Teodoro Callet Bois, Juan José Biedma y figuras como Alfredo Palacios y Bernardo Houssay. Para 1939, la biblioteca recibía cerca de 5.000 visitas mensuales, en su mayoría escolares, y funcionaba durante doce horas corridas.
Un llamado a la memoria
“Por respeto a la memoria de sus vecinos precursores, a la larga tradición cultural de nuestra Villa, y a su gran directora Angelina Rojas de Álvarez, debemos proteger este espacio”, insistió la Junta. Norberto Pedro Malaguti, secretario de la entidad, y el presidente Prof. Jorge Alberto César, cerraron con un llamado a la comunidad: “La Biblioteca es un símbolo de identidad. No permitiremos que se pierda su esencia”.