Buenos Aires 1902, faltaban años aún para la aparición de las orquestas típicas que fueron furor con sus cantantes, en las noches de carnaval. ¿Quiénes participaron en los barrios centenarios? ¿Qué empresa fúnebre aprovechó para ofrecer sus “carruajes descubiertos”? Nadie quedó excluido, a menos que estuviera internado o en la cárcel.
Fotografías, dibujos, crónicas y costumbres han quedado plasmados en antiguas publicaciones junto al recuerdo de un presidente argentino que fue galardonado por una comparsa. Todo esto y algo más, deseamos compartirlo en esta publicación.
El Club del progreso, el gran baile era otro cantar en 1902
Con aires de poeta, el cronista de ese año, describió con palabras que involucraron a los sentidos: “La vista y el oído eran embargados durante esas horas fugaces hasta concluir con la salida del sol”. En aquella última noche de carnaval, había en el salón alrededor de 900 parejas. Pocos disfrazados, como era común, en este club donde concurrían los conocidos apellidos tradicionales. Se identifica en la foto grupal, algún antifaz en contados rostros femeninos. Entre las familias allí concurrentes, figuraban apellidos, presentes hoy en las calles de la ciudad: Cullen, Tagle, del Carril, Madero y para no ser menos barrios como: Saavedra o Urquiza. No faltó nadie.
Foto tomada en el salón del Club del Progreso (demolido). Actualmente, se encuentra en la calle Sarmiento 1334, acompañado de una interesante biblioteca, restaurante, salones para usos múltiples y delicadas obras de arte. Abierto al público con protocolo covid.
Hablando de disfraces
No bastaba envolverse en una sábana para ser un César. Hasta en las vecindades modestas preparaban sus disfraces. Las instituciones, firmas comerciales, comunidades extranjeras, organizaron concursos con entrega de premios a las mejores carrozas y disfraces, sin distinción de edad. La idea también era no ser reconocido. Se desquitaban algunos con baldazos furiosos hacia aquella persona que no resultaba simpática en el día a día, complementando con bromas pesadas, etc.
Bromas de moda
Algo habitual eran “los huevazos” (al precio de hoy, sería imposible). La gente, se tomaba el trabajo de agujerearlos y una vez hueco, se procedía al rellenado y tapado de orificios, con cera. En algunos casos, no era exactamente con agua perfumada o papel picado.
Nada más gráfico que el siguiente dibujo coloreado. Realizado por Manuel Mayol Rubio, español (1865-1929). Radicado en Buenos Aires fue cofundador y dibujante principal de Caras y Caretas. La expresión del payazo, ante el tiro certero sobre su pómulo, es elocuente. El “proyectil” le ha hecho caer la careta y saltar su gorra. Contó con la fortuna que, pese al impacto, en su interior había papel picado.
Todo tiempo pasado fue mejor
Las jóvenes aguardaban escondidas detrás de las ventanas, zaguanes, balcones y azoteas. Aquí se preparó la artillería: jarros, baldes y “tinas” rebosantes de agua. Al paso de sus adversarios comenzaba el combate. Coincidía generalmente con la llegada de comparsas que al ritmo de la música y el baile recibían, por otro lado, el aplauso de los vecinos mayores, ajenos al juego juvenil.
Esperada era la presencia de los escuadrones de jinetes. No faltaron los oportunistas disfrazados quienes vagaron con las intenciones de permanecer secos, escabulléndose y burlándose del empapado. Las chicas, solían preparar rústicas coronas de flores naturales, las cuales eran arrojadas al “enemigo” que les había caído en gracia. A todo el elenco se sumaban los vendedores ambulantes de: caretas, antifaces, serpentinas y afines; infaltables!
Sin los afroamericanos el carnaval no tenía alma, ni ritmo
Hubo una interesante entrevista, a cuatro señoras afroamericanas, descendientes y residentes quienes relataron datos del quehacer folclórico y costumbrista. Se autodenominaron “ex carnavalistas”. Sus años de juventud habían transcurrido entre 1845 a 1880 aproximadamente. Habían vivido en lugares apartados del bullicioso carnaval.
Su nación de pertenencia era: Benguela (capital de la provincia homónima, perteneciente a la República de Angola). Conformaron la comparsa candombera representativa de su lugar de origen, junto a familiares. Se expresaron con términos propios como: “candombiando”. Primero salían las mujeres bailando con “los mozos”. Por detrás, los percusionistas con la tambora, marimbita, etc. Cada comunidad tenía un rey. El esposo de una ellas había tenido ese cargo. Conservaba aún, la sala de reuniones con sus muebles y demás pertenencias.
A falta de remises…
Lázaro Costa, desde 1887 es la casa de sepelios más tradicional de Buenos Aires. En sus carruajes fúnebres con lacayos, transportaron presidentes de la nación, figuras de la cultura, etc. Pero éste, no fue el único uso. La empresa ofrecía un gran número de carruajes descubiertos para trasladarse a corsos y reuniones. Eso sí, “a precios reducidos”, indicaba el aviso.
Emperador de las máscaras
Damos un salto a 1869. Hubo un presidente de la Nación que fue nombrado “Emperador de las máscaras” por la comparsa: “Los habitantes de la Luna”. Esto fue como consecuencia que él mismo restablece la celebración de los carnavales. Participó y recibió una medalla alusiva. No hace falta escribir de quien se trata, una imagen vale más.
El carnaval de a poco, “de las cenizas” de las comparsas de candombe, el “Ave Fenix” se convirtió en murga. Quedaron aún muchos temas por comentar, por esto recomendamos la lectura del libro: “Historia del carnaval porteño” de Enrique Puccia. Para concluir, destacamos a quienes desde el año 2000 vienen con ritmo, canto y baile junto a labores solidarias. Se trata de los “Soñadores de Villa Pueyrredón”. Este Centro Murga, según nos indicaron antes de esta publicación, grabarán a través del formato streaming (ver en este link), para luego compartirlo en forma digital.
A propósito, ¿de qué te disfrazaste cuando eras chico?
Saludos con salud
Autora de la nota: María Fernanda Gómez. Tecnicatura en turismo, Universidad del Salvador. Guía de turismo, Instituto Superior Perito Moreno. Ciudad de Buenos Aires.
FUENTES:
- Facebook Centro Murga Soñadores de Villa Pueyrredón
- Lázaro Costa, la casa de sepelios más tradicional de Buenos Aires, Clarín 22-12-1998
- Caras y caretas. 8, 15 y 22-2-1902
- Museo y biblioteca Casa natal de Domingo Faustino Sarmiento, pág. web