Balance de las primarias en la ciudad: “La amarilla mecánica”

El triunfo de Rodríguez Larreta, de la mano de Macri y el PRO. La “sorpresa” de Lousteau y el juego a dos puntas de ECO. La decepción del Kirchnerismo. La ilusión de la izquierda y el papelón del massismo.

Por Fernando Casasco

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La escenografía era similar. Estaban la música, las luces, los globos. Los militantes con sus camisetas de riguroso amarillo, los funcionarios con sus clásicas camisas celestes o blancas y sus jeans a la moda, los famosos con sonrisas relucientes. Pero el significado político de la fiesta era muy distinto.

Hace apenas 18 meses, el PRO celebraba su triunfo en las elecciones legislativas en la ciudad de Buenos Aires, de la mano de una boleta que llevaba como principal referente a la “niña bonita” (hasta entonces) del partido de centro derecha que gobierna la capital porteña: Gabriela Michetti. La electa senadora se daba la mano y sonreía junto al jefe de Gobierno y líder de la agrupación, mientras se leía por todas partes la consigna “Macri 2015”.

Si para muchos observadores, Michetti era por ese entonces el “yin” y Macri el “yang” en el equilibrio político del partido amarillo, las PASO del mes pasado acaban de demostrar que el PRO no concibe liderazgos bifrontes o alternativos.

Horacio Rodríguez Larreta ganó ampliamente la nominación por el partido gobernante, sumando el apoyo de Macri y dejando claro que su opción es la continuidad del actual gobierno. Para que no queden dudas de quien posee el poder hegemónico sobre el oficialismo porteño y de cara a un electorado que año tras año vuelve a respaldarlo.

¿Se “pejotizó” el PRO? Lo que se puede constatar claramente es la vertebración de un partido que dejó de ser sólo un fenómeno de clases medias y altas, y que consolidó una organización y un discurso de poder que va de Recoleta a Villa Lugano.

Esa maquinaria de construcción y administración del poder, incluye tanto al aristocrático “think tank” de la Fundación Pensar como a punteros de toda calaña en la Villa 20. No sólo de globos vive el electorado porteño.

Otra muestra de su consolidación como partido de poder es que obtiene muchos más votos cuando se trata de elecciones ejecutivas que cuando se discuten sólo cargos legislativos.

Macri festejó con baile el aplastante triunfo de su partido en las PASO, con cifras que superan incluso las obtenidas por él mismo en 2011. Ya consolidado como precandidato presidencial, tras sus recientes acuerdos nacionales con la UCR y la Coalición Cívica, el líder del PRO aprovechó el envión para sumar más minutos en TV y radio y centímetros en los diarios: su mensaje misterioso acerca de que ya tenía elegido su candidato a vice, terminó relegando en el interés mediático al triunfo de su delfín en las elecciones porteñas.

Volviendo a la Ciudad, ¿ganará el PRO en primera vuelta? Es difícil de avizorar si Rodríguez Larreta logrará superar el 50% más uno de los sufragios, conservando incólumes los votos de quienes escogieron a Michetti y sumando algunos más.

Los votantes de la díscola senadora también pueden exhibir cierta “independencia” y cambiar de rumbo en la elección general. Pero la diferencia alcanzada por el oficialismo (más de 25% respecto a la segunda fuerza), se vislumbra decisiva a la hora de consolidar voluntades.

En definitiva, habrá que ver cuánto de ese voto se expresó por la continuidad del “equipo” gobernante y cuánto por la supuesta “rebeldía” contra el dedo de Macri.

El que luce ansioso por percibir esa diferencia es el triunfador en la primaria de ECO, Martín Lousteau. El ex ministro de Economía alcanzó un resultado superior al que le auguraban muchas encuestas y fue artífice del segundo puesto obtenido por el desprendimiento de UNEN. De todos modos, estuvo muy por debajo de los votos cosechados por dicha agrupación en las primarias de 2013, en las que, con sus precandidatos sumados, superó al PRO.

Pese a ello, Elisa Carrió y Ernesto Sanz (aliados a Macri en la Nación y managers de ECO en la ciudad) festejaron el segundo puesto como si fuera un triunfo, sobre todo por el hecho de imponerse al kirchnerismo.

Lo dejó claro la líder de la Coalición Cívica al señalar que “la Ciudad es de la República y no de La Cámpora”, agrupación a la que pertenece el candidato del Frente para la Victoria, Mariano Recalde. Premio menor, pero premio al fin para una dirigente a la que lo que mejor le sienta es la oposición a toda expresión del Justicialismo.

Contra esa sensación de “premio consuelo” deberá pelear Lousteau si quiere trepar de cara a la elección general y disputar seriamente con el PRO, algo que por ahora parece una quimera.

Su imagen de joven exitoso, pulcro aunque a la vez canchero, seduce a un electorado de clase media. Su declamada independencia respecto al “poder” es una veta que intentará explotar para atraer a los votantes de Michetti y perforar el sólido plafón en el que descansa la candidatura de Rodríguez Larreta.

Por otra parte, deberá evitar el lastre que a esa autonomía le genera el hecho de que sus referentes nacionales marchen aliados con Macri a la compulsa presidencial.

El Frente para la Victoria vivió otra jornada decepcionante, con guarismos algo por debajo de las PASO de hace dos años y 9 puntos menores que en las elecciones de 2011. Para colmo, celebró por anticipado un segundo puesto en la general que no fue. La superpoblación de postulantes para un solo puesto; la falta de una estrategia de poder clara de cara al electorado porteño, que supere la mera denuncia de las falencias de la actual gestión; y hasta la designación del precandidato oficial sobre la hora de cierre de la presentación de las listas, jugaron en contra de las aspiraciones del kirchnerismo.

Si bien Mariano Recalde ganó la interna con cifras similares a las que se preveían en las encuestas, la defección de otros aliados como Gabriela Cerruti, Aníbal Ibarra (a quien no deberían hacerle falta más pruebas para decretar el fin de su carrera política) o Carlos Heller, con resultados muy inferiores a los de los sondeos previos, hace pensar en si la estrategia de un abanico tan amplio de precandidatos era conveniente.

Claro que la aversión de gran parte de la clase media hacia el kirchnerismo hizo su parte en los magros porcentajes. Pero también hay que anotar como llamado de atención a la militancia de base la distancia que el PRO sacó al FPV, incluso en barrios históricamente peronistas como los de la zona sur de la ciudad.

Del resto de los 31 precandidatos/as, sólo otros dos lograron atravesar el filtro del 1,5% y participarán en la elección general del 5 de julio: Myriam Bregman será la candidata del Frente de la Izquierda y el Trabajo, pese a que esa agrupación tuvo un desempeño bastante inferior al de los comicios de 2013 y le costará colocar al menos un diputado en la Legislatura; y Luis Zamora, que con su microemprendimiento electoral de Autodeterminación y Libertad, volvió a anotarse en la preferencia de muchos porteños. Sobre el cierre de esta edición, Claudio Lozano, por Camino Popular, peleaba en el escrutinio definitivo la posibilidad de arribar al ansiado 1,5% de los votos, algo que sí consiguió su lista de legisladores, encabezada por Itaí Hagman.

Entre los que se quedaron afuera, cabe consignar los magros resultados de los partidos de dos precandidatos presidenciales. Guillermo Nielsen, apoyado por Sergio Massa, no llegó al 1% y fue objeto de burlas. En tanto, la interna de Surgen, entre Sergio Abrevaya (respaldado por Margarita Stolbizer) y Humberto Tumini, apenas convocó a 8 mil porteños. El resto obtuvo cifras apenas testimoniales y mirará la elección desde la vidriera.

Quedan dos meses de cara a las elecciones generales, que definirán al futuro Jefe de Gobierno de la Ciudad. La campaña marcará si hay posibilidad de cambios en estas tendencias o si la suerte ya está echada.


Problemas con el escrutinio

Párrafo aparte merece la paupérrima difusión de las cifras del escrutinio, realizada por la empresa Magic Solutions Argentina (MSA), la misma que tendrá a su cargo la elección por boleta electrónica del 5 de julio.

La página de Internet dispuesta para la comunicación de los resultados no estuvo disponible hasta casi la medianoche del domingo; los resultados llegaron al 98% recién cerca de las 2 de la mañana del lunes, dejando fuera del recuento más de mil mesas; y apenas 48 horas después el sitio web fue dado de baja, en función del comienzo del escrutinio definitivo.

Según informó el diario Tiempo Argentino, MSA percibirá por intervenir en el conteo de las boletas de papel de las PASO y en la primera vuelta digitalizada un total de $151 millones. En caso de haber segunda vuelta, la empresa cobrará otros 12 millones.

El deficiente rendimiento en el escrutinio de las primarias, más las dudas de diferentes referentes acerca del poco tiempo para la implementación de las urnas electrónicas, genera sospechas sobre la transparencia y la eficiencia de la organización de los comicios que se avecinan.

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