Cada quién busca salvarse solo

Elecciones Ciudad de Buenos Aires
Las elecciones legislativas de la Ciudad de Buenos Aires ya están a la vuelta de la esquina. En este primer gran test del año electoral, cada fuerza política busca sacar ventajas frente a sus rivales de cara a los comicios nacionales de octubre. Rencores, rencillas entre ex aliados y chicanas entre candidatos con idearios similares están a la orden del día.

Por Fernando Casasco

“Nadie se salva solo” es el slogan de la serie argentina del momento, “El Eternauta”, una de las más vistas a nivel internacional en la plataforma de streaming audiovisual más popular. La serie y esa frase están basadas en la novela gráfica homónima creada por Héctor Germán Oesterheld, junto al dibujante Francisco Solano López, a finales de la década del 50.

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El guionista – que 20 años después sería secuestrado y desaparecido por la dictadura militar, al igual que sus cuatro hijas, dos de sus nietos y tres de sus yernos – sostenía que según su idea “el único héroe válido es el héroe ‘en grupo’, nunca el héroe individual, el héroe solo”.
Juan Salvo, el protagonista de la historieta, interpretado en la serie por Ricardo Darín, comprende a la fuerza – ante la invasión alienígena que asola al Gran Buenos Aires – que para sobrevivir debe colaborar con otros seres humanos, formar una unidad colectiva que sea más que la suma de las partes.

Historias barriales

En la política porteña actual, en un fenómeno que puede extenderse a la escena política nacional e internacional, la construcción colectiva y el tejido de redes de cooperación social entre distintos actores es un bien cada vez más escaso.

Por el contrario, junto con el individualismo que prevaleció tras el azote de la pandemia de coronavirus – el “apocalipsis” que nos tocó en suerte a los navegantes de esta parte del siglo XXI -, los relatos políticos dominantes hacen hincapié en el odio y el enfrentamiento, más que en la unión y la solidaridad. Esa solidaridad que tanto pregonaba el Papa Francisco, fallecido hace pocos días.

El arribo al gobierno nacional de una fuerza comandada por un economista anarco-capitalista prácticamente desconocido pocos años antes, que en sus innumerables participaciones televisivas solía mostrarse agresivo contra sus eventuales adversarios, es un botón de muestra de esta tendencia.

Una vez presidente, Javier Milei no hizo más que profundizar esa violencia verbal contra todos los actores que se le oponían (la denominada “casta” política, pero también los sindicatos, los movimientos sociales, los empleados públicos, los docentes universitarios, los periodistas, los artistas populares).

El mazazo que significó su triunfo lo colocó en el centro de la arena política, mientras el resto de las fuerzas se fragmentaban y se enfrentaban entre sí para buscar la forma de relacionarse con el nuevo detentador del poder.

Este fenómeno es palpable en las elecciones del próximo domingo en la ciudad de Buenos Aires, en la que nada menos que 17 fuerzas políticas se enfrentarán para acceder a solamente 30 escaños en la Legislatura.

La lógica de “salvarse solo” podría ser equiparada con la estrategia diseñada por el oficialismo nacional: los libertarios, bajo la batuta de Karina Milei, decidieron ir en soledad a los comicios y enfrentar al macrismo en su propio reducto. Para ello jugaron la carta fuerte del vocero presidencial Manuel Adorni, a fin de que nadie se confundiera y pensara que el gobierno iba “a menos” en esta elección.

“Adorni es Milei” reza la cartelería del partido gobernante, mientras el candidato reitera en cada una de sus presentaciones que él encarna las ideas del Presidente y que no quiere una batalla de descalificaciones personales. En ese sentido, sostiene que el modelo de gestión del PRO en la ciudad “quedó obsoleto” y que se debe ir a fondo con la motosierra: propone reducir los cargos políticos y las áreas del gobierno que creen prescindibles (como el Canal de la Ciudad, que promete cerrar).

Algo más curioso de los libertarios es el intento de polarización con el kirchnerismo. Otro de los afiches de La Libertad Avanza presenta una realidad dicotómica de “Kirchnerismo o Libertad”.

El dato llamativo es que la elección es en la ciudad de Buenos Aires, donde el kirchnerismo no gobernó nunca, ni tuvo mayoría legislativa y lo máximo que se le puede achacar es su alianza con Aníbal Ibarra entre 2003 y 2005. En cambio, son más benévolas las críticas al macrismo, fuerza con la que aún se negocia una posible alianza en la provincia de Buenos Aires.

Si algo destruyó Milei fue el sueño de Juntos por el Cambio de ser la fuerza política que antagonizara con el peronismo, a fin de recrear el bipartidismo. A duras penas aquel invento de 2015 llegó hasta 2023, pero se dispersó mortalmente tras la derrota de Patricia Bullrich en primera vuelta.

Así llegamos a estos comicios en los que se presentan en listas separadas el PRO y todos sus ex aliados: la UCR y Confianza Pública (en Evolución), la Coalición Cívica, el MID y hasta el Partido Socialista.

En el PRO el fenómeno del aislamiento puede resultar en una derrota de proporciones. Acostumbrada a éxitos más o menos contundentes en los últimos 18 años, la fuerza encabezada por Mauricio Macri no puede abandonar el marasmo en que la hundió la aparición de Milei, que se apropió de las ideas del “cambio” y del achicamiento del estado.

Mientras el fundador de la fuerza recorre canales y radios para pedir el voto, la gestión de Jorge Macri promete obras de dudosa realización en el futuro, al tiempo que la gestión hace agua por varios lados (higiene urbana, seguridad, salud, etc.). Al mismo tiempo el jefe de gobierno sobreactúa su dureza reprimiendo manteros y desalojando a indigentes de las calles.

Por su parte, Silvia Lospennato, la candidata elegida para enfrentar la difícil tarea de sostener las banderas amarillas, critica la actitud de Horacio Rodríguez Larreta, de presentarse con su propia boleta por fuera del partido que ayudó a construir. En los cálculos del macrismo el ex jefe de gobierno se puede quedar con los puntos porcentuales que le alcanzarían al actual oficialismo porteño para conseguir una nueva victoria.

Para Larreta toda la campaña suena a revancha por la jugada del propio Mauricio Macri en 2023 de postergarlo en la definición del candidato presidencial de la fuerza, al inclinarse por Bullrich. Hoy la pluripartidaria ministra ya está afiliada a LLA y apoya a Adorni, en busca acabar con el legado de los Macri.

Quien intenta abstraerse de todas estas rencillas e inquinas personales y políticas es Leandro Santoro, el candidato del peronismo y sus aliados, que en casi todas las encuestas figura con las mayores chances de ganar. El candidato busca confrontar con el modelo de gestión y de negocios del PRO en la Ciudad y con la promesa de motosierra de La Libertad Avanza.

En ese sentido, trata de esquivar las críticas que desde sectores peronistas no representados en la lista (los armados que llevan a Juan Manuel Abal Medina y a Alejandro Kim como principales postulantes) se le hacen a su origen radical y a su antigua cercanía con el ex presidente Alberto Fernández.

Pero si hay una polémica en la que más incómodo se lo ve al dirigente alfonsinista es cuando se lo consulta acerca del desarrollo de la interna del peronismo entre los seguidores de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner y del gobernador Axel Kicillof.

Es que su lista contiene a dirigentes de distintos sectores, desde La Cámpora hasta los movimientos sociales. Es por ello que trata de hacer un equilibrio para no caer hacia ninguno de los bandos en disputa y afirma su intención de “municipalizar” la campaña y hablar solamente de los problemas de los porteños. De ahí también el título de la lista “Es ahora Buenos Aires”, distinto de Unión por la Patria; y hasta el color verde usado para identificarse, extraño al peronismo.

“Eligiendo inteligentemente todo el mundo podrá ser feliz”, cantaba Javier Martínez en la canción de Manal recuperada por la serie de ciencia ficción. En un contexto de apatía y hasta de desilusión con la política y los políticos, la ciudadanía se apresta a elegir a sus representantes. Habrá que ver si lo que hasta ahora no pudieron los dirigentes, lo logra al menos inspirar la ficción, a fin de que se comience a estructurar ese “héroe colectivo” que permita tener una ciudad y un país en lo que no alcance sólo con sobrevivir.

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