Carnavales porteños 2016

La Dirección General de Promoción Cultural porteña dio a conocer el calendario y los cortes de calles donde se desarrollarán los 28 corsos de carnaval todos los fines de semana del mes de febrero, incluidos los feriados de carnaval: lunes 8 y martes 9.

(EBVP) Como todos los años se desarrollarán en la Ciudad de Buenos Aires los corsos de carnaval con la participación de más de 100 murgas. Comenzarán el sábado 6 de febrero y continuarán todos los fines de semana, incluidos los feriados del lunes 8 y martes 9.

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En total se realizarán 28 corsos en Abasto, Almagro, Bajo Flores, Bajo Núñez, Balvanera, Barracas, Belgrano, Boedo, Caballito, Coghlan, Colegiales, Flores, Liniers, Lugano, Mataderos, Monserrat, Palermo, Parque Avellaneda, Parque Centenario, Parque Patricios, Paternal, Piedrabuena, Pompeya, Saavedra, San Telmo, Villa Crespo, Villa Pueyrredón y Villa Urquiza.

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Son organizadores de esta festividad popular la Dirección General de Promoción Cultural porteña junto a la Comisión de Carnaval, instaurada por la Ordenanza 52.039 del año 1997 que a su vez declaró patrimonio cultural a las actividades desarrolladas por las agrupaciones artísticas de carnaval.

Entre las murgas más destacadas se encuentran Los Soñadores de Villa Pueyrredón, Los Mismos de Siempre, Los Verdes de Monserrat, Alucinados de Parque Patricios, Los Reyes del Movimiento, Pasión Quemera, Los Chiflados de Boedo, los Amantes de La Boca, Atrevidos por Costumbre, Calaveras de Constitución, Fantoches de Villa Urquiza, Enviciados por Saavedra, Los Cachafaces de Colegiales, Los Pitucos, Atacados por la Santa Risa y Alucinados de Parque Patricios.


Carnaval Porteño

Como muchas otras costumbres porteñas, las murgas y el carnaval de la Ciudad Buenos Aires tienen su nacimiento en la mixtura de las diversas etnias que conformaron la población actual de la Capital Federal. El origen de las murgas data de la década del 20, cuando las barras de amigos, se agrupan para cantar canciones picarescas durante el carnaval utilizando instrumentos improvisados como cacerolas, que hacían las veces de tambores, y disfraces caseros, entre estos, levitas hechas de arpillera.

Luego, se empiezan a incorporar elementos de diferentes proveniencias, como por ejemplo los tambores y platillos de los españoles. A su vez, las comparsas de inmigrantes empiezan a desarrollar la confección de sus vestimentas, ya no de arpillera sino de telas más coloridas y brillantes manteniendo el modelo de levitas.

Los rasgos más característicos de las comparsas son el resultado de ingredientes que contrastan entre sí; por un lado, la rectitud y seriedad de los desfiles militares que son parodiados. Por otro lado, la música y los bailes afroamericanos, como el candombe, la rumba y la milonga cuyo origen proviene de una forma de liberación del cuerpo a partir de la danza y la música de una población marginada.

Para fines de los cuarenta, en el contexto de los gobiernos paternalistas de Perón, que impulsan el realce de lo popular, se comienzan a estandarizar los componentes murgueros. A esto se suma una fuerte identificación con el barrio, que conforma el nombre de la murga y define diferenciaciones a nivel de colores, estilo de baile y “toque” rítmico particular. Los integrantes eran solo hombres y recién para las décadas más cercanas a la actualidad se incorporan las mujeres.

El canto que se apaga y vuelve a resurgir

Cuando llega la década del cincuenta, el carnaval era sinónimo de bailes multitudinarios en grandes clubes (como los famosos bailes de Carnaval del Club Comunicaciones), de fiestas populares, de grandes agrupaciones barriales de murga con más de un centenar de personas cada una, de cánticos que criticaban al gobierno y hacían denuncias sociales.

Si bien era difícil de extinguir este movimiento cultural, el golpe militar de 1955 intentó, como las siguientes dictaduras, cooptar la expresión y el aglutinamiento popular. Así, dispuso un edicto policial para controlar el uso de disfraces, ya que un ladrón podría esconderse tras una máscara, por lo que era necesario sacar un permiso en la comisaría (este edicto estuvo vigente hasta hace pocos años).

En 1976, la última dictadura militar, decreta la eliminación de los feriados de carnaval. Además, se limitó la libertad de expresión, no solo de las canciones murgueras sino que se aplicó a todos los medios existentes. En la Ciudad de Buenos Aires no se presentó ninguna murga durante tres años consecutivos: ’81, ’82, ’83.

Una lenta recuperación de la fiesta de carnaval empieza de a poco con el gobierno democrático.

(Archivo EL BARRIO VILLA PUEYRREDON – Por Mariana Vaccaro)

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