Como perros y gatos

Mcri y Milei, como perros y gatos
Tras seis meses de convivencia y armonía, el ex presidente Mauricio Macri hizo públicas sus diferencias con el gobierno de Javier Milei. Entre las críticas a la gestión, la defensa del pago chico y la necesidad de poner límites a una fusión, el líder del PRO construye su propio juego y castiga a su ex favorita, Patricia Bullrich.

Por Fernando Casasco
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Complejidades de la geometría política: la pelea es de tres, pero en realidad hay dos lados, que – por momentos – es uno solo. Mauricio Macri levantó el tono el último mes para expresar sus diferencias con el gobierno del presidente Javier Milei. En paralelo, reafirmó su poder en la interna del PRO, desplazando a los seguidores de su ex protegida y actual rival, Patricia Bullrich, partidaria de una convergencia definitiva con el partido del Jefe de Estado, La Libertad Avanza.

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Todo esto ocurre mientras macristas y mileístas lograron sancionar en el Congreso la demorada Ley Bases (de “desguace del Estado”, como la denominó el diario español El País) y hablaban de la conformación de un interbloque para mejorar la coordinación parlamentaria de las fuerzas de derecha.

Como se ha venido comentando en esta columna en los últimos meses, es una disputa en un terreno aún cenagoso. Muchas de las políticas implementadas por Milei son apoyadas por Macri y sus seguidores. Pese a ello aún recelan del libertario y de sus modismos. Mientras al primer mandatario le gusta recibir premios ignotos y autopostularse para el Nobel de Economía, al tiempo que suscita conflictos internacionales a diario, en el macrismo aún dudan de su capacidad para maniobrar ante lo profundo de la crisis.

El líder del PRO acuerda en las líneas maestras de la política libertaria: ajustar el Estado, recortar fuerte las partidas sociales y a las provincias, bajar el gasto público, quitar derechos a los trabajadores, bajar impuestos a los ricos y entregar a las grandes empresas las llaves de la economía para que hagan lo que les plazca con los recursos naturales. Y entiende que muchos de sus votantes en 2015 hoy miran con cariño y esperanza la figura del Presidente.

Pero en lo político, los acuerdos no son tantos como en lo económico. Milei se opuso en forma reiterada al ingreso de funcionarios provenientes del macrismo al gobierno, pese a que mantiene en sus cargos a muchos otros provenientes de la gestión anterior. Mauricio Macri ponía especial énfasis en tratar de incluir en el gabinete del libertario a algunos de sus colaboradores, como Germán Garavano, Guillermo Dietrich, María Eugenia Vidal y reservar la presidencia de la Cámara de Diputados para Cristian Ritondo. No logró nada de eso. Para peor, los puestos ministeriales conseguidos por miembros de Juntos por el Cambio (Seguridad y Defensa) fueron gestionados por la propia Patricia Bullrich, por fuera del aval del ex presidente.

Los meses de la gestión Milei comenzaron a pasar, el Presidente se asentó en la bandera de la lucha contra la inflación, mientras que la figura de Macri comenzó a ser cada vez menos influyente: los contactos entre ambos se hicieron más espaciados y ríspidos. A pesar de esta cierta intrascendencia que el ex panelista de TV le otorgaba a su persona, el ex mandamás de Boca fue clave en la decisión de continuar con el apoyo al gobierno, sobre todo en materia parlamentaria, lo que derivó en el voto cerrado del PRO a favor de la demorada aprobación de la Ley Bases.

Sin embargo, algo parece haberse roto en el último tiempo. Pese a las muestras de “buena voluntad” por parte del ex presidente, cerca del ingeniero se quejan por la actitud de Milei, quién no acepta sus consejos. Para colmo, su hermana Karina está a cargo del armado político de La Libertad Avanza y tiene en la mira varios distritos en los que gobierna el macrismo, especialmente su principal capital político: la ciudad autónoma de Buenos Aires.

Entre esta disputa política subterránea por un electorado común y las consecuencias del paquete fiscal que se acaba de aprobar, Macri alzó la voz para reclamar por lo adeudado al distrito porteño en materia de coparticipación. Ratificó su apoyo a los cambios emprendidos por el Gobierno, pero apuntó que “hay una condición anterior aún más importante que crear nuevas leyes, y es cumplir con las existentes, en especial, cumplir con los fallos irrevocables dictados por la Corte Suprema”, tras lo cual puntualizó sobre “la deuda de coparticipación que la Nación mantiene con la Ciudad de Buenos Aires”.

El reclamo ya había sido anticipado por el jefe de gobierno Jorge Macri, quién habló de una deuda de 2 mil millones de dólares. Según expuso el jefe de gabinete porteño Néstor Grindetti, la Ciudad deja de cobrar unos 88 mil millones de pesos por mes por no cumplirse con lo dispuesto con el supremo tribunal, que determinó la suba de los fondos coparticipados de 1,40 a 2,95%. La merma era en parte compensada por el cobro de ingresos brutos a las letras y pases del Banco Central, pero ahora esa recaudación también se desplomó.

Casi en simultáneo, en una clara operación de pinzas, un grupo de diputados del PRO encabezados por Ritondo presentaron un proyecto de resolución “para solicitarle al Gobierno Nacional que realice todas las gestiones que fueran pertinentes y necesarias para garantizar el efectivo cumplimiento de la sentencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación”. Es la primera movida legislativa en la que el macrismo se desmarca del oficialismo. El gobierno, a través de su vocero Manuel Adorni, aclaró que lo adeudado se va a pagar, aunque tampoco abundó en detalles de fechas.

Pero la actitud hostil de Macri no quedó ahí. La Fundación Pensar, el think tank del PRO, emitió un informe denominado “La Gran Apuesta”, con las firmas de su titular, María Eugenia Vidal y del propio ex mandatario. Aunque elogia las principales líneas del gobierno y carga el peso de la culpa de la crisis sobre la gestión de “Alberto, Cristina y Massa”, el documento advierte que en el futuro se advierten “más interrogantes que certezas”. Destaca la baja en los niveles de inflación y el supuesto equilibrio fiscal en las cuentas públicas, pero no deja de marcar todas las inconsistencias que sigue acumulando el modelo: aumento de la pobreza y de la desocupación, caída de la actividad, de la industria, de los salarios y del consumo, etc. El informe, no por casualidad, vio la luz mientras el gobierno enfrentaba una corrida cambiaria, caída en el valor de los bonos y rumores de despido del ministro Luis Caputo.

Macri ve con desconfianza el juego en tándem entre Milei y su ministra Bullrich, quién se transformó en los últimos meses en la mayor propulsora de una alianza (o fusión) más amplia entre el PRO y La Libertad Avanza. Por ese motivo, el ex mandatario se mostró firme en la reorganización del partido y desplazó al bullrichismo de todo espacio de poder.

Tras asumir la presidencia del consejo directivo del partido, Macri desconoció el acuerdo con Bullrich para que la ex candidata presidencial ocupe la jefatura de la asamblea y colocó allí al ex intendente de Pinamar, Martín Yeza. El encuentro para definir las autoridades de la asamblea terminó en escándalo, con los bullrichistas retirándose de la reunión.

La fractura del PRO quedó expuesta, aunque aún nadie sabe hasta dónde llegará. Por orden de Macri, sus legisladores estudiarán una por una las leyes que mande el Ejecutivo: ya no habrá carta blanca para Milei. En el medio de esta disputa ya se empieza a hablar de las candidaturas para 2025: mientras que del lado libertario se esgrime la posibilidad de que Bullrich encabece la lista oficialista, el macrismo contraataca con la versión de una posible postulación del ex mandatario al Senado.

Con el telón de fondo de todas estas especulaciones y tironeos, Macri se dignó a dejar sus vacaciones europeas, con visita al torneo de Wimbledon incluida, para participar de manera protocolar del acto oficial por el 9 de Julio y asistir a la firma del Acta de Mayo en Tucumán. A nadie se le pasó por alto que fue excluido de la rúbrica del documento, declaración de principios del gobierno libertario: por decisión del cerebro comunicacional del gobierno, Santiago Caputo, la actividad estuvo reservada para el Presidente y los gobernadores.

El líder del PRO debió conformarse con sentarse en primera fila junto a Adolfo Rodríguez Saá, los únicos ex presidentes presentes en la gélida noche tucumana. Pese a su actitud pacificadora y un saludo al pasar con Bullrich, la tensión continúa.

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