Priorizar la salud por sobre las diferencias políticas. Esa parece ser la conclusión a la que arribaron prácticamente al mismo tiempo el presidente Alberto Fernández y el jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta ante la expansión del Covid-19. Una relación que había comenzado formal pero tensa por las cuestiones presupuestarias, hoy ha girado a una de casi total complementación y apoyo mutuo. ¿Cómo seguirá?
Por Fernando Casasco
Coronavirus, cuarentena y convivencia
Las catástrofes no suelen avisar. Y las emergencias ponen a prueba el temple y la velocidad de reflejos de los hombres y mujeres que tienen a su cargo la cosa pública. En la ciudad de Buenos Aires hay un recuerdo aún lacerante.
Más allá de la politización de la tragedia que hizo la oposición en ese momento, una de las mayores críticas que se le hizo al por entonces jefe de Gobierno Aníbal Ibarra fue no haber respondido rápidamente y acudido al lugar del incendio del boliche República Cromañon en 2004.
Tal vez no hubiera cambiado demasiado la situación dramática de las muertes, pero en circunstancias de fuerza mayor la población requiere de un mayor compromiso de las autoridades.
Si bien no es comparable, la situación generada por la llegada a la Argentina del coronavirus que hizo estragos en China y luego se expandió en forma incontrolable por Europa, encontró en nuestro país a dirigentes con la madurez política suficiente como para entender que no era tiempo para sacar réditos personales o partidarios. Al menos en su gran mayoría (de las excepciones nos ocupamos más adelante).
Como gran puerta de acceso del país y por tratarse de un virus que trajeron personas que llegaban del exterior, la Ciudad de Buenos Aires y el área metropolitana son los principales escenarios de combate a la pandemia. Desde el primer momento se tomó nota de ello en los gobiernos nacional, porteño y bonaerense y así comenzó una tarea de coordinación que sigue vigente.
Justamente el primer caso positivo de Covid-19 en el país fue anunciado en una conferencia de prensa conjunta entre los ministros de Salud de la Nación, Ginés González García y su par de la Ciudad, Fernán Quirós, junto a la que se ha transformado en la cara visible ante los medios, la secretaria de Acceso a la Salud de la Nación, Carla Vizzoti.
A poco de comenzar a multiplicarse los casos, la escala de las decisiones políticas fue ascendiendo y el propio Jefe de Estado se puso al frente de la gestión de la crisis sanitaria. Es en ese marco que comenzó un trabajo estrecho de coordinación con el jefe de gobierno porteño, con quién analizó codo a codo las decisiones tomadas: primero, las medidas de aislamiento parciales, hasta llegar a la adopción del aislamiento social preventivo y obligatorio, prolongado en dos ocasiones.
En todas las circunstancias en que se tomó estas medidas el Presidente estuvo acompañado por el mandatario local y el bonaerense, ya sea en las reuniones previas o incluso en algunos de los anuncios públicos ante los medios de comunicación.
El vínculo estrecho entre Fernández y Rodríguez Larreta no es el único que el Presidente cultivó con parte de la oposición. También tiene diálogo constante con los intendentes del Conurbano, tanto con los del Frente de Todos, como los de Juntos por el Cambio: en cada una de sus conferencias y entrevistas, el mandatario destaca la colaboración de los jefes comunales Jorge Macri, Gustavo Posse, Diego Valenzuela y Néstor Grindetti. Junto al intendente de Lanús realizó una recorrida por un centro modular de internación y un barrio popular: el nexo entre ambos es el ex “albertista” Diego Kravetz, hoy mano derecha del único jefe comunal del PRO de la zona sur del Conurbano.
Pero esta sintonía estrecha entre gobernantes de uno y otro sector político, parece haber generado una grieta al interior de la oposición. Cuando se iniciaba la crisis, el ex presidente Mauricio Macri tuvo una (nueva) desafortunada participación pública, cuando durante una charla en Centroamérica afirmó que “el populismo es mucho más peligroso que el coronavirus”, al tiempo que los cadáveres se apilaban en España, Italia o Estados Unidos.
Posteriormente, se comunicó con el presidente Fernández para pedirle una salida “a la inglesa”, en la que la cuarentena no fuera tan estricta como para que la actividad económica quedase paralizada. Los últimos datos provenientes del Reino Unido, sumados a la propia internación del primer ministro británico, no parecen haber corroborado la tesis del ex mandatario.
En una entrevista brindada al diario La Nación, además de destacar el “trabajo muy estrecho y cooperativo” con el gobierno nacional, Rodríguez Larreta tiró un dardo por elevación (aunque sin mencionarlo) al ex mandatario. Sentenció que plantear la disyuntiva entre priorizar la economía o la salud es “una falsa dicotomía, si se ve lo que les pasó a EE.UU. e Inglaterra, en teoría optaron por la economía y tuvieron que ir a medidas igual o más estrictas, que a su vez van a impactar más en su economía”.
Al interior de la oposición la disputa está planteada entre los dirigentes que gobiernan distritos y los que no. Estos últimos están encabezados por la actual presidenta del PRO, Patricia Bullrich, seguida por algunos de los “ultras” de esa fuerza, como los diputados Waldo Wolff, Fernando Iglesias, quienes quedaron expuestos por promover los cacerolazos que reclamaban que los políticos se bajen los sueldos; o el ex senador y ex candidato a vicepresidente Miguel Pichetto, el que se esfuerza en elogiar al mandatario norteamericano Donald Trump y su política contraria al aislamiento generalizado.
En este cruce, Rodríguez Larreta sumó incluso el respaldo de la “jubilada” Elisa Carrió, desde su exilio interno. Pero él prefiere no entrar en polémicas: defiende el rol de Macri y el “apoyo” a su gestión, mientras que sostiene que “la gran mayoría de dirigentes de PRO” mostraron su respaldo a las medidas. Es una forma velada de dejar claro que una parte de su partido quedó en la vereda de enfrente.
Mientras tanto, el jefe de Gobierno se concentra en tomar las medidas necesarias para hacer cada vez más estricta la cuarentena y evitar que la propagación de la pandemia haga colapsar los siempre tensionados servicios de salud de la ciudad. Se sumaron 210 camas de terapia intensiva, otras 450 camas de internación general y 2500 de aislamiento. Asimismo, en 16 hospitales se implementan unidades para los infectados o con síntomas. De todos modos, esta tarea no está exenta de polémica: recientemente se denunció que el Gobierno de la Ciudad compró 15 mil barbijos por el desproporcionado monto de 45 millones de pesos.
Lo que sí queda claro es que, más allá de que se priorice la salud sobre el normal funcionamiento de la economía, el impacto sobre la actividad, la ocupación, la pobreza y las finanzas públicas es y será muy profundo.
La crisis sanitaria y el trabajo conjunto entre Nación y Ciudad hicieron postergar para mejores épocas la discusión por el guarismo de coparticipación que se lleva Buenos Aires. Pero no es una situación para festejar por parte de las autoridades porteñas. Posan su mirada sobre la recaudación de Ingresos Brutos, que para el presente año estaba prevista en 250 mil millones de pesos. La AGIP prorrogó los vencimientos de ese impuesto, con la esperanza de que la recaudación no se caiga a pique. Además, no se sabe cuantos vecinos dejarán de pagar el ABL ante la falta de ingresos.
En materia legislativa, el Gobierno de la Ciudad consiguió el apoyo de la oposición para aprobar un endeudamiento por 150 millones de dólares para enfrentar la crisis. Y está en estudio una ley de emergencia que permita al Ejecutivo redistribuir partidas que no se utilizarán en otras áreas (Turismo, Cultura, por ejemplo) para destinar al área de Salud.
Volviendo al tema inicial: ¿la convivencia armoniosa entre Nación y Ciudad pervivirá mucho tiempo más? Hoy la política juega los tiempos que le impone la pandemia: todo se va resolviendo en el día a día.