¿Qué pasaría si de un día para el otro tuviésemos que vivir en otro lugar? ¿Cómo reaccionaríamos a la idea de que nuestra casa, nuestro barrio, nuestra comuna o nuestra ciudad ya no son lo que eran y nos dijeran que ahora vivimos en una comunidad mucho más grande? Pues esa realidad alternativa es ahora constatable en nuestra vida cotidiana.
Por Fernando Casasco
AMBA. Una sigla de cuatro letras, que significa Área Metropolitana de Buenos Aires y hasta ahora parecía reservada a profesionales de las ciencias sociales, economistas o urbanistas, hoy es una denominación común que se escucha en los noticieros televisivos o radiales y en las redes sociales. La pandemia del Covid-19 nos obligó a convivir (algunos con más resistencia que otros) con la idea de que la ciudad de Buenos Aires en muchos sentidos es inescindible del área geográfica, poblacional y social que la rodea.
¿Pero qué incluye el AMBA? La pregunta tampoco es fácil de responder. El Gobierno Nacional, para la determinación de las restricciones dispuestas por la cuarentena, recurrió a una interpretación lo más amplia posible del término. Incluye a la Ciudad de Buenos Aires, los 24 distritos del Conurbano y otros 16 ubicados allende el “tercer cordón”, sobre el eje imaginario que en el mapa establece la Ruta 6, de Zárate (en el norte) a la capital bonaerense La Plata (en el sur).
La amplia zona así delimitada recorre una superficie de 13.285 km2, donde se concentran 14.8 millones de habitantes, el 37% de la población nacional, según el censo de 2010 (aunque algunas proyecciones ubican hoy esa población en torno a los 17 millones). Pero con realidades sociales y urbanísticas muy distintas, entre los superpoblados barrios de la Ciudad de Buenos Aires y el primer cordón, a los distritos esencialmente rurales como Cañuelas, Brandsen o Exaltación de la Cruz.
Lo que ha hecho la pandemia, en definitiva, ha sido romper cierta “sensación de burbuja” que suele atacar a una parte de la población porteña. Para ese sector, la Avenida General Paz se presenta, más que como una arteria de circulación rápida que divide distritos vecinos, como si fuera una nueva “zanja de Alsina”, que la separa de una extraña “barbarie” a la que no comprende ni piensa acercarse.
Sin embargo hoy el territorio hostil está alrededor nuestro. Si se cuentan los contagios de Covid-19 en proporción a la cantidad de habitantes, en la Capital se registran 976 casos cada 100 mil habitantes, mientras que en el resto del AMBA la cantidad es de 249 cada 100 mil habitantes, casi cuatro veces menos. En paralelo, la mortalidad en la Ciudad alcanza a 171 casos por millón de habitantes, al tiempo que en el Gran Buenos Aires registra 45 casos por millón.
Dentro de los distritos del AMBA los más complicados suelen ser los lindantes con la Ciudad de Buenos Aires: los de mayor proporción de casos son Avellaneda (688 c/100 mil), Lanús (500 c/100mil), Quilmes (479 c/100 mil), San Martín (446 c/100 mil), Tres de Febrero (444 c/mil); mientras que los de menor incidencia son algunos de los más lejanos: Exaltación de la Cruz, Zárate y La Plata están en la parte más aliviada del ranking, con 82, 138 y 143 casos cada 100 mil habitantes, respectivamente.
Más allá de la cantidad de contagios, el indicador que permanentemente miran los especialistas es el de la ocupación de las camas en Unidades de Terapia Intensiva (UTI). Ese índice alcanzó el 4 de julio de 2020 el 57% en toda el AMBA y hace pensar en la necesidad de un sistema de salud integrado. La ciudad de Buenos Aires, con un producto bruto muy superior al de sus vecinos, posee un total de 1.417 camas de UTI, entre el sistema público y el privado. Al cierre de esta edición ese índice llegaba al 56,3%. En los hospitales Fernández, Argerich y Ramos Mejía la ocupación de camas de terapia intensiva rondaba ya el 80%.
Cuando comenzó la pandemia, la provincia de Buenos Aires tenía poco menos de 2.800 camas UTI. Ahora reporta 5.197, de las cuales el 46% están ocupadas; pero en el Gran Buenos Aires el guarismo sube a casi el 58%. Hay algunos centros médicos en los distritos más poblados (La Matanza, Quilmes, Moreno, José C. Paz, Lanús), donde la capacidad ya se encuentra colmada o a punto de hacerlo.
El Sistema Integrado de Emergencias provincial es el que se ocupa de controlar las disponibilidades y disponer los eventuales traslados entre jurisdicciones. Articulación, interconexión se convierten en palabras claves en esta nueva era.
La integración entre la Ciudad de Buenos Aires y el resto del Área Metropolitana se palpa a diario en las estaciones terminales de trenes de Retiro, Once y Constitución, o en los centros neurálgicos para colectivos y ómnibus. Por ello, un punto muy especial en la nueva cuarentena reforzada fue la intensificación de los controles en el transporte, para evitar que se traslade personal que no sea el estrictamente esencial.
El jueves 3 de julio, el Ministerio de Transporte de la Nación informó que algo más de 715 mil pasajeros usaron trenes, subtes y colectivos en el AMBA, un 29% menos que una semana antes. Pero la diferencia es abismal cuando se ven los números de la cantidad de pasajeros que se trasladaban a diario antes del aislamiento social preventivo y obligatorio: 4.242.450 pasajeros. Dada la población total del área, se puede afirmar que casi un tercio de ella utiliza el transporte público para trabajar, educarse, realizar trámites o concurrir a un centro médico.
Atender este tema en forma conjunta desde el Estado nacional, porteño y bonaerense se torna un punto central para la agenda post-pandemia. Seguramente habrá un cambio en los hábitos de una gran parte de la población, sobre todo la dedicada al área de servicios y que puede desarrollar el tele-trabajo. Pero hay muchos otros trabajadores que están muy lejos de esa posibilidad.
No basta para esto con incentivar la peatonalización o el uso de la bicicleta. Señala Jorge Blanco, director del Instituto de Geografía de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, que “en el caso de la Región Metropolitana de Buenos Aires, se trata de viajes más largos y de mayor duración que la del resto de los viajes cotidianos, implican mayor uso de transporte público masivo, requieren más cantidad de transbordos y, a pesar de cierta tendencia a la flexibilidad, tienen patrones temporales más rígidos en términos de recurrencia y horarios de realización” (1).
Esto es específicamente así en tareas vinculadas con la industria, el trabajo doméstico, construcción, reciclaje, cuentapropismos varios. Pensar y planificar esta demanda es un desafío para la Agencia Metropolitana de Transporte, la cual está conformada por las tres jurisdicciones.
En algunas otras áreas, se replica este modelo con mayor o menor éxito: hay diferentes tipos de asociación entre Nación, Ciudad y provincia de Buenos Aires en materias como el agua potable y las cloacas, a través de AYSA, la administración del Mercado Central, los residuos (CEAMSE) y el manejo de la cuenca Matanza-Riachuelo (ACUMAR).
Y hay muchos otros temas en los que esa planificación integral y coordinada debería aumentar, como por ejemplo la vivienda y el hábitat; el trabajo y el desarrollo de polos productivos diversificados, para evitar el “efecto embudo” que repercute en la circulación y el transporte; o la protección del medio ambiente, con un enfoque más global que los avances parciales realizados por los entes mencionados en el párrafo anterior.
El ex senador Pedro del Piero, presidente de la Fundación Metropolitana, afirma que el desafío para los gobernantes a un lado y al otro de la General Paz es dar “el salto cualitativo de constituir la Región Metropolitana Buenos Aires conforme al artículo 124 de la Constitución Nacional como ya lo hicieron 22 provincias formando las regiones Centro, Patagonia, Nuevo Cuyo y Norte Grande” (2).
Se dé o no este paso, queda claro que hoy es imposible pensar la vida en una gran urbe, trazando límites ilusorios. El ámbito de la planificación y de la gestión es metropolitano y es un proceso en el que no hay vuelta atrás.
- Blanco, Jorge: “Redes, territorios y movilidades: tensiones escalares y público-privado en tiempos de pandemia”. CPAU, Observatorio metropolitano, 23/5/2020.
- Del Piero, Pedro: “La hora de la Buenos Aires Metropolitana”, Clarín, 10/5/2020.