Cortázar, un ilustre habitante del Barrio Rawson

Casa de Julio Cortazar
Este febrero se cumplieron 40 años de la muerte Julio Cortazar, una de las grandes figuras de la literatura hispanoamericana, y también 90 años de la creación de este destacado sub barrio de Agronomía. El escritor vivió allí hasta 1951 cuando se fue a París becado por el Gobierno Francés. Aquella casa fue la única que tuvo registrada a su nombre. Mabel Roelants, presidenta de la Junta de Estudios Históricos de Buenos Aires repasa cómo llegó a residir allí, cómo fue ese tiempo y otras curiosidades de la venta de la propiedad.

Por Mateo Lascano

El Barrio Rawson forma un triangulo delimitado por la Avenida San Martín y las calles Tinogasta y Zamudio. Tiene apenas algo más de cien casas, pero una de ellas, entró en la historia. No por su característica arquitectónica o lo que haya sucedido en ella, sino por quien la ocupó. Julio Cortázar, uno de los próceres de la literatura hispanoamericana residió en el edificio de Artigas 3246 entre 1934 y 1951*. A 90 años de la fundación del lugar y en el 40º aniversario de la muerte del escritor, se preparan distintas actividades a lo largo de este año.

Casa Julio Cortázar
“El barrio viene de cumplir sus 90 años, ya que se inauguró el 8 de febrero de 1934. Y desde la primera hora, Cortázar había adquirido este departamento, en el tercer piso, frente a la plazoleta Carlos de la Púa”, cuenta Mabel Roelants, presidenta de la Junta de Estudios Históricos de Buenos Aires, y quien supo ocupar el mismo cargo en la Junta de Estudios Históricos de Agronomía.

La llegada del intelectual a la zona fue azarosa. “En ese momento estaban los distintos programas de la Comisión Nacional de Casas Baratas, que había sido creado por una ley, y se iban construyendo barrios. Eran casas residenciales modestas, a las que se accedía con créditos del Banco Hipotecario, exclusivamente para quienes tuvieran un sueldo. Por eso fueron allí los militares que trabajaban en el Observatorio Central, los profesores de la Facultad de Agronomía y Veterinaria que ya tenía su sede ahí, o la gente del Ferrocarril. Y Cortázar, que era maestro y tenía un ingreso seguro, se anotó. Salió sorteado acá y se mudó muy poquito después de que se inaugurara el barrio. Podría haber sido en otro”, señala Mabel.

Julio Cortázar vivía hasta entonces en Banfield, y la distancia para venir a sus escuelas o bibliotecas en la Ciudad de Buenos Aires se hacía sentir. Se mudó para el Barrio Rawson con su mamá y su hermana. Un dato muy curioso, que llena de orgullo a los vecinos de la zona, es que esta fue la única propiedad que tuvo a su nombre el escritor.

“Hay que pensar que Cortázar siempre fue alguien nómade. Se tuvo que exiliar, y viajaba por el mundo. Entonces la única casa en la que se asentó, y residió durante 17 años, fue ésta”, detalla Mabel. Las reconstrucciones históricas sostienen que una de las referencias de inspiración en los momentos de composición literaria de Julio Cortázar era la Iglesia San Juan María Vianney, situada en Avenida San Martín, que se veía desde su ventana.

Cuando partió hacia París, en el departamento quedaron su madre María Herminia Descotte y su hermana Ofelia. “Eran mujeres de contextura grandota y con algunos problemas de movilidad. Por eso les costaba subir los tres pisos por escaleras. Entonces en los años 70 decide vender la propiedad y mudarlas a ellas a una casa de la calle Pedro Lozano”, explica Mabel.

Nelly Schmalko se convirtió en la nueva residente. La había visto en venta, sin saber quién era su dueño. Como Cortázar no podía venir al país por estar perseguido por la Dictadura Militar, se comunicaba por intermedio de cartas con la mujer. Y su madre Herminia negociaba desde Buenos Aires.

Un dato que revela aquellos años del terror. “Cortázar no perdió vínculo con Argentina en su exilio – cuenta Mabel – y se contactaba por carta con su familia y luego con Nelly, por el tema de la casa. Y hubo un momento en que Nelly se asustó y decidió quemar la correspondencia. Tenía miedo que la vengan a interrogar los militares”.

Durante varios años la presencia de la nueva moradora de la casa fue irregular. “Ella vivía ahí, pero estaba preocupada porque no era legítimamente la dueña. Cortázar no había firmado el boleto de compraventa porque no podía retornar al país, estaba proscripto. Y el hecho también lo traumaba a Cortázar, que ya sabía que estaba enfermo y quería irse con todo solucionado”, señala la historiadora.

En la primera semana de diciembre de 1983, con la vuelta de la democracia, el escritor regresa al país. Las reconstrucciones hablan de una intención de ver al presidente Raúl Alfonsín, finalmente no concretada. Pero lo central de su vuelta a la patria fue despedirse de su madre, y normalizar la situación de la vivienda. Su estadía fue de sólo una semana.

“Lo primero que hace cuando llega es solucionar esos problemas. Y algo que siempre contó Nelly y que muestra la hombría de Cortázar es que él había puesto un precio en 1977 cuando ella pasó a vivir en el lugar. Pero la venta recién se formalizaría seis años después. Pensemos la inflación que hubo entonces, y los cambios económicos, y por eso ella siempre pensaba en que le iba a pedir modificar el precio. Sin embargo, no, se la vendió al mismo precio que habían acordado en el 77”, dice Mabel.

Este 2024 se conmemoran 40 años de la muerte de Julio Cortázar, sucedida el 12 de febrero de 1984 en París. Al respecto, empezaron a haber distintas actividades, algunas de ellas en la zona, y se prevé que durante los próximos meses se repliquen otras, tanto organizadas por el Gobierno de la Ciudad como por instituciones históricas o culturales.

Una de ellas es el especial “Cortázar en Bibliotecas / Jazzuela (música y lectura)”, que se estrenó el 12 de febrero pasado en la “Biblioteca Julio Cortázar Casa de la Lectura y la Escritura”, ubicada en Lavalleja 924, Villa Crespo. Allí el escritor Diego Paszkowski leyó fragmentos de la novela Rayuela acompañado por jóvenes músicos de jazz que interpretaron obras de Frank Churchill, Charlie Parker, Bronislau Kaper, Sonny Rollins, entre otros. Cortázar era un apasionado del jazz y le gustaba tocar la trompeta.

Se sumaron a su vez en febrero homenajes en el Centro Cultural Recoleta y el Teatro San Martín. Y está confirmado que el Festival de Jazz que organiza anualmente el Gobierno porteño tendrá un segmento dedicado al recuerdo de Cortázar.

Desde la Junta de Estudios Históricos tienen previsto hacer actividades, pero aún no están definidas. Para consultar por las mismas, los Teléfonos de contacto son 11 4521-7284, Lic. Roelants; 11 5728 2913, Dra. Brandone o el correo electrónico: licmabelroelants@yahoo.com.ar


*Entre 1939 y 1944 fue maestro de escuelas secundarias en Bolivar y Chivilcoy, y de 1944 a 1945, y fue profesor en la Universidad de Cuyo entre 1944 y 1945.

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