De calles e historias: Curupaytí

Calle Curupaytí
Logo El Barrio PueyrredónUna calle de Villa Pueyrredón llevaba el nombre de una de las batallas más sangrientas librada durante la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay en 1866. El nombre de Curupaytí fue impuesto por la Ordenanza N° 5.285 del año 1933. Es una calle que está a ambos lados de las vías del ferrocarril; nace en Nazca y llega hasta Escobar del lado norte y hasta Estanislao Zeballos del lado sur.

Por Antonio Héctor Pérez

La Batalla de Curupayty (o de Curupaytí) fue un enfrentamiento militar ocurrido en el marco de la Guerra de la Triple Alianza. Fue librada el 22 de septiembre de 1866, en el Fuerte de Curupayty, distante a unos 8 kilómetros de la localidad de Humaitá. Tuvo inicio con el bombardeo de la flota brasileña a las fortificaciones paraguayas, seguido del avance terrestre del ejército aliado. Pero las pésimas condiciones del terreno dificultaron el ataque aliado, lo que resultó más fácil a los paraguayos defender sus posiciones.

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Batalla de Curupaytí

El desenlace de este enfrentamiento fue favorable al ejército paraguayo, y en efecto, fue su mayor victoria en esta guerra. Bartolomé Mitre (Jefe Supremo de las Fuerzas Aliadas), avisado de que la flota imperial había terminado su cañoneo y asumiendo que las posiciones paraguayas debían estar destruidas, ordenó el avance.

Los argentinos y uruguayos estaban al mando de los generales Wenceslao Paunero y Emilio Mitre y los brasileños estaban comandados por Manuel Marques de Souza III, Barón de Porto Alegre. Todas estas fuerzas iniciaron el ataque divididas en 28 cuerpos, reforzados posteriormente por 15 batallones argentinos y 9 cuerpos brasileños que estaban en la reserva.

Ante esto el general paraguayo José Díaz ordenó el repliegue de las tropas ubicadas en las trincheras más avanzadas. Recién cuando los soldados aliados estuvieron al alcance, Díaz ordenó disparar a la artillería paraguaya que estaba casi intacta y que causó enormes bajas a las tropas enemigas que avanzaban en formaciones muy densas y con mucho esfuerzo y lentitud debido a la zona lodosa.

Estas fuerzas, al superar la zona batida por la artillería debían pasar por zanjas cubiertas con espinas y estacas para llegar al campo de tiro de la infantería paraguaya atrincherada en sus posiciones.

Los soldados aliados no pudieron acercarse a las trincheras enemigas, y los pocos que lograron hacerlo fueron literalmente fusilados. Cuando intentaban retroceder la llegada de refuerzos los hacía cargar nuevamente siendo igualmente rechazados en todos sus ataques.

Cerca de las cuatro de la tarde, Mitre dio la orden de retirarse, aunque varias tropas ya habían empezado el proceso por iniciativa propia. Media hora después los paraguayos empezaron a celebrar su victoria.

Las bajas aliadas fueron enormes, cerca de 10.000 de ellos resultaron muertos o heridos, principalmente lo primero. Los paraguayos perdieron menos de un centenar de hombres, y menos de una treintena de ellos murió.

El desastre de Curupayty, que constituye un cumplido ejemplo del fracaso de un ataque frontal sin reconocimiento previo contra una posición prácticamente inexpugnable, paralizó las operaciones de los aliados durante diez meses.

Además terminó de hundir el ya mermado prestigio de Mitre como generalísimo y reavivó especialmente en Argentina el rechazo popular a la guerra, lo cual devino en una serie de levantamientos en las provincias que hicieron forzoso retirar tropas del frente.

Como dato anecdótico entre los muertos en la batalla se encontraba Domingo Fidel Sarmiento (hijo adoptivo del Gran Sanjuanino)

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