De Docta Ignorantia

Docta Ignorantia
Logo El Barrio Pueyrredón“Sólo sé que no se nada” parece que decía a la entrada del Oráculo de Delfos aunque hay quienes dudan de tal traducción.

Por Aldo Barberis Rusca

Los que han estudiado el tema se inclinan a creer que el texto sería algo así como “Sólo sabrás que no sabrás”, como advertencia al consultante de que por más que halle alguna respuesta quedará sumido en la misma ignorancia que lo llevó a preguntar.

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Quienes hayan seguido estas columnas sabrán que siempre hemos advertido que debemos resignarnos a que inevitablemente será más, infinitamente más, lo que no sabemos que lo que sabemos o lo que podemos llegar a saber; y que esa abismal ignorancia nos iguala a todos.

Quien tuvo la arrogancia de ponerle a nuestra especie el nombre de “Homo Sapiens” (Hombre que sabe) debió tomarse dos minutos y detenerse a pensar si lo que realmente nos hace diferentes no será la conciencia de nuestra infinita ignorancia más que la de nuestros limitados conocimientos.

Si bien el reconocimiento de la ignorancia como motor del conocimiento ya estaba planteado por Sócrates, es en San Agustín, San Buenaventura y, muy especialmente, en Nicolás de Cusa que el concepto de “Docta Ignorancia” se afianza.

La Docta Ignorancia encierra la actitud que debe tomar el sabio frente a lo inabarcable de la realidad y ante la magnitud de los problemas del universo frente a lo limitadas de sus facultades para abarcarlos.

Mucho más cerca en el tiempo, sobre mediados del S XX, será Jacques Lacan quien retomará el concepto de Docta Ignorancia como la actitud que el terapeuta debe tomar ante el paciente.

Hasta hoy los médicos son los portadores de la verdad acerca de la salud de los pacientes, son ellos los que portan la luz de la sabiduría que ilumina y descubre la verdad del padecimiento y de los tratamientos.

Lacan proponía que el terapeuta se acercara al paciente con la convicción de que es el, el paciente, quien sabe lo que le pasa aunque no pueda, no quiera o no sepa verlo mientras que el terapeuta solo sabrá aquello que el paciente le permita conocer. Será el paciente en última instancia quien llegará a la verdad y quien hallará la cura siendo la función del terapeuta casi la de un mero asistente.

La crisis sanitaria que estamos viviendo nos coloca frente a una nueva concepción de Ignorancia totalmente opuesta a lo propuesto por estos grandes pensadores a lo largo de la historia; la ignorancia como mérito.

Desde hace varias semanas vemos en la TV ejércitos de abribocas que haciendo gala de una supina ignorancia discuten de igual a igual con reconocidos profesionales de la salud acerca de lo acertado o no de los métodos asumidos para combatir la pandemia.

La Docta Ignorancia nos remite a otro concepto que muy pocos conocen, la prudencia. El Docto Ignorante se acercará al problema con prudencia atendiendo a las posibles consecuencias de sus acciones. Al ignorante a secas no le importan las consecuencias, solamente quiere expresar su virtuosa ignorancia a cualquier costo.

Es ahí donde el ignorante se transforma en necio.

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