Detrás del marketing

| La Ciudad publicitaria vs. la Buenos Aires real |


Salir a “terracear”, a “morfar” o a “gambetear”. Casarse en el Teatro Colón, el Puente de las Mujeres o en el Rosedal. Opinar sobre qué hacer con el nuevo “Ecoparque” que reemplazará al Jardín Zoológico. Votar si es buena o mala idea llevar a nuestras mascotas a pasear en Subte.

Por Fernando Casasco

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Si cualquier porteño repasa las consignas de las distintas campañas publicitarias que nos propone el Gobierno de la Ciudad y en las cuales se nos invita a “participar”, da la sensación de que vivimos en un mundo idílico, casi un cuento de hadas. Una ciudad sin conflictos sociales, en la cual lo más importante en lo que tenemos que pensar es en las distintas formas de esparcimiento que tenemos al alcance de la mano.

Pero si escarbamos un poco por detrás de esos mensajes, el panorama pinta bastante más oscuro.

La pobreza en la Ciudad de Buenos Aires creció 3,5 puntos, del 17,6 al 21,1 por ciento, solamente entre el primer y el segundo trimestre del año. No son sólo coeficientes estadísticos: de 537 mil personas se pasó a 644 mil entre marzo y junio. Son 107 mil habitantes que en este 2016 dejaron de percibir los ingresos necesarios para no ser considerados pobres.

De esa cifra total, unas 176 mil personas (5,8%) son indigentes, según los datos del informe Condiciones de Vida en la Ciudad de Buenos Aires de la Dirección de Estadística y Censos del distrito porteño.

En este caso, a diferencia de lo ocurrido con el Gobierno nacional, no salió públicamente el jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta a decir que es a partir de estos números que quiere que lo evalúen. Por obvias razones: la “herencia recibida” de parte de su antecesor y actual Presidente de la Nación, Mauricio Macri, no es jamás puesta en cuestión.

En este caso no se trataría de “herencia” precisamente: son las políticas de ajuste, recesión y redistribución regresiva del ingreso del propio gobierno nacional las que vienen provocando el deterioro en las condiciones sociales.

De hecho, el propio informe – abandonando el tono aséptico de las publicaciones – intenta justificar el aumento de la pobreza y la política económica de su ex responsable político: “El empeoramiento de la situación de varios sectores coincide con el trimestre más complicado en cuanto a los efectos sobre la macro del inevitable ordenamiento que requería la economía argentina a finales de 2015”, afirma.

Según mediciones independientes, más de un millón de personas fueron empujadas a la pobreza en todo el país gracias a ese “inevitable ordenamiento” de la economía. El informe también señala que casi el 20% de los porteños vive en situación de “vulnerabilidad”, ya que ante la caída de sus ingresos familiares, corren riesgo de descender al estrato social inmediatamente inferior.

Junto con el aumento de la pobreza, otro de los problemas más acuciantes en la Ciudad es el de la vivienda. Según una reciente encuesta de la Defensoría del Pueblo del inquilino, una de cada tres personas alquila en la Capital del país, por encima de lo que marcaba el censo de 2010, donde la cifra de inquilinos alcanzaba el 30%.

Además de alejarse del sueño de la “vivienda propia”, aumentan cada vez más los requerimientos y los ingresos necesarios para poder alquilar: según datos del Consejo Económico y Social de la Ciudad de Buenos Aires (CESBA), un promedio del 36% de los ingresos familiares se destinan al alquiler de la vivienda.

Asimismo, el CESBA remarca que un total de 341 mil viviendas en la Ciudad permanece desocupada, sin que exista una regulación estatal al respecto.

Mientras tanto, aproximadamente 275 mil personas (casi el 10% de la población de la Ciudad) habita en villas o asentamientos precarios. Frente a esta situación, a diferencia de su antecesor, Rodríguez Larreta ha puesto un especial énfasis en la decisión del Gobierno de la Ciudad de urbanizar las villas. Pero por ahora se trata más de anuncios que de políticas concretas.

Por ello se presentó recientemente el “Acuerdo por la Urbanización de las Villas”, impulsado por el Observatorio del Derecho a la Ciudad, el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), las Agencias Territoriales de Acceso a la Justicia, la Asociación Civil Madre Tierra y la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), entre otras organizaciones.

Entre los puntos que componen el acuerdo se destacan: las villas deben ser integradas urbanística y socialmente al resto de la Ciudad; el proceso debe realizarse siempre con participación vecinal; la urbanización implica radicación: no podrá incluir desalojos forzosos ni relocalizaciones fuera del barrio; debe incluir el mejoramiento de las viviendas para garantizar estándares de habitabilidad adecuados; requiere de un abordaje adecuado para la solución de la problemática habitacional de los inquilinos; debe garantizar el derecho a una seguridad democrática y el acceso a la justicia; deberá ser sustentable en el tiempo e integrar la dimensión ambiental.

Y si hablamos de reducir la pobreza, se suele afirmar que se la combate de manera más efectiva mediante la educación. No parecen pensar lo mismo las autoridades de la Ciudad de Buenos Aires, o al menos no lo reflejan en números.

Según denuncia la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE), el Gobierno porteño volverá a reducir el presupuesto para educación, en términos relativos. Del 28,2% del total del presupuesto porteño en 2007, pasó al 23,9% en 2014 y el año próximo ocupará sólo el 18,5% del total de erogaciones del Estado en la Ciudad.

Según las cifras previstas, el incremento salarial para docentes será menor al 20 por ciento, sólo se destinará una suba de 12% a “Mantenimiento” y se ofrecerán 4,3 millones de raciones alimentarias menos que en 2016.

En cambio, el Presupuesto establece que las transferencias a colegios privados subirán un 33%, muy por encima del resto del gasto en educación.

Recientemente, el presidente Macri denostó un paro de aeronáuticos al señalar que Aerolíneas Argentinas le cuesta al Estado Nacional dos jardines de infantes por semana.

Sin embargo, la gestión del PRO no se caracterizó por la construcción de nuevas instituciones educativas.

Por el contrario, según el Observatorio del Derecho a la Ciudad, “la inversión en infraestructura escolar pública disminuyó y se subejecutó de 2012 a 2016. Como consecuencia de ello, faltan escuelas públicas, laicas, gratuitas y estatales para miles de niños, niñas y adolescentes”.

Este año el Ejecutivo porteño reconoció que en 2016 faltaron 11.000 vacantes, principalmente de nivel inicial.

Volviendo a lo que se afirmó al comienzo de esta nota, a despecho de todos estos problemas, el marketing político continúa su marcha a paso redoblado. El dirigente Leandro Santoro denunció que el jefe de gobierno Horacio Rodríguez Larreta y el vicejefe Diego Santilli utilizan fondos públicos para financiar sus propios perfiles en redes sociales, con fines partidarios y/o proselitistas.

Desde el Gobierno de la Ciudad no lo desmintieron, pero argumentaron que la cuenta @horaciorlarreta tiene carácter oficial y “pertenece al Jefe de Gobierno” y que no se trata de una cuenta personal.

Sin embargo, desde ella, el actual Jefe de Gobierno llamó a votar por Macri en las elecciones nacionales, a apoyar una lista en los comicios del Colegio de Abogados o hasta se declaró “fanático de Racing”, algo que dista mucho de sus funciones oficiales.

Asimismo, el legislador de Nuevo Encuentro José Cruz Campagnoli denunció que, a contramano de los recortes aplicados a materias como Educación o Derechos Humanos, el presupuesto destinado a la publicidad oficial se duplicará en 2017: pasará de 700 a 1.400 millones de pesos. Esto constituye una tendencia desde que el PRO se hizo cargo de la Ciudad.

Así que habrá que salir a “terracear” y olvidarse de los problemas. Que estos, por graves que sean, no nos impidan disfrutar Buenos Aires.

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