Dos Argentinas en pugna

Dos Argentinas en pugna. Ninguna de las dos ha podido vencer a la otra. En esta nota, dejamos que hablen destacados protagonistas de las últimas dos décadas del siglo XIX y las tres primeras del siglo XX.

Por Ignacio Di Toma Mues

El presidente Milei tiene un modelo, la factoría de principios del 1900, que exportaba carne y granos, además de lana sucia y cuero. Un país precario para la mayoría de sus habitantes que vivía miserablemente y mucha riqueza para una elite oligárquica que vivía seis meses en Europa y seis meses en el país, con lujo de rentista, hasta el crack mundial de 1930.

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Raúl Scalabrini Ortiz (1898-1959) escribe sobre la crisis del ´30: “A mediados de 1929, bajo la segunda presidencia de Hipólito Yrigoyen, un malestar turbó el satisfecho compás de la mecánica social argentina… durante 35 años una libra esterlina había costado 11,45 pesos papel. Milagrosamamente, al parecer, se encarecía… 12 pesos… 13 pesos…”.

Y agrega que hasta esa fecha se había vivido ‘‘hipotecando el porvenir, cediendo concesiones a cambio de préstamos, enajenando la tierra pública y privada y la rueda se había detenido’’.

Scalabrini, en su libro Política Británica en el Río de la Plata, narra que “la pobreza no imperaba sobre todos los órdenes de la vida local. Dentro de ella proliferaban núcleos prósperos”.

Y los enumera: intermediarios, industrializadores de frutos agrícolas, frigoríficos, comercializadores de la producción. “Todos ellos pertenecientes a los capitales extranjeros – destaca Scalabrini – aunque sus directores, gerentes y abogados locales eran ciudadanos argentinos”.

Manuel Ortiz Pereyra (1883-1941), fundador en 1936 de FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina) ante la claudicación de su partido, publica en un manifiesto: “Desde hace treinta años, la Argentina vende al exterior trigo, maíz, lino y carnes por una cantidad que no baja de dos mil millones anuales, cantidad que, multiplicada por treinta, nos revela una entrada bruta – ¡esto es brutal! – de sesenta mil millones de pesos nacionales. ¿Y dónde han ido a parar todas esas toneladas de dinero?”

A modo de respuesta señala: “nuestra Argentina ha quedado comparable a una casa sobre cuyo techo llueven dólares y esterlinas, pero nosotros, sus habitantes, no podemos aprovechar una sola gota de esa lluvia de oro, porque los caños de desagüe de nuestro techo han sido construidos para descargar en Londres y Nueva York.”

FORJA la integraban, entre otros, Raúl Scalabrini Ortiz; Arturo Jauretche; Homero Manzi y Ramón Carrillo (primer ministro de salud de la Argentina bajo la presidencia de Juan Domingo Perón)

Nada nuevo hay bajo el sol. Pasaron 60 años de guerras civiles en el siglo XIX; los fusilamientos de peones en la Patagonia y la semana trágica en la Ciudad de Buenos Aires en la segunda década del siglo XX; los bombardeos a civiles en el ’55; los fusilamientos, las dictaduras y los 30 mil desaparecidos; y las dos argentinas siguen en pugna.

Cuáles dos argentinas se preguntará estimado lector, estimada lectora. Las pondremos a consideración en las voces de políticos del sistema que funcionó desde 1853 hasta 1916, año en que se estableció el voto obligatorio y secreto. Anteriormente el gobierno cesante elegía al gobierno entrante y las elecciones eran un gran simulacro.

En 1895, en el Congreso Nacional, el Senador Carlos Pellegrini (1846-1906), creador del Banco Nación en 1891 cuando era presidente de la República, explica que hay dos tendencias en la República Argentina, representada por dos partidos.

“A un partido podría llamarle comercial; al otro lo llamaría industrial. A cada instante se revelan las distintas tendencias de estos dos partidos. Uno de ellos es enemigo declarado del Banco del Estado, del Banco Habilitador. Solo cree en el Banco particular; el otro prefiere o tiene simpatías por los Bancos del Estado y por los Bancos Habilitadores; uno es contrario a toda protección y quiere la libertad absoluta del comercio; el otro exige la protección como condición indispensable para el desarrollo de las industrias nacionales; uno es contrario a toda emisión en cualquier forma, casi enemigo de la palabra emitir; el otro no es tan enemigo de estas emisiones, según la forma en que se presenten; uno se preocupa del oro en la Bolsa, el otro se preocupa más del valor de los frutos del país”.

En 1899, Pellegrini asegura: “La lucha que se entabla es entre los que trabajan y los que no producen; entre el país entero y un grupo de especuladores, apoyados por la prensa metropolitana”. Cuál, los diarios “La Prensa” y “La Nación”. Medios fundados casi al unísono, uno en 1869 y el otro en 1870, por dos políticos argentinos: Bartolomé Mitre y José C. Paz.

Pellegrini resalta que: “la ganadería y la agricultura son dos grandes industrias fundamentales, pero ninguna nación de la tierra ha alcanzado la cumbre de su desarrollo económico con sólo estas dos industrias”. Y agrega: “todas las aspiraciones en los hechos son proteccionistas”.

Julio Argentino Roca (1843-1914), del Partido Autonomista Nacional, representante del nacionalismo liberal, fue presidente en los periodos 1880-86 y 1898-1904.

Cuando se estaba discutiendo en 1887 la privatización de las Obras de Salubridad (agua potable) en la Capital Federal, Roca le expresa en una carta a Agustín de Vedia su rechazo y le dice:

“A estar de la teoría de que los gobiernos no saben administrar, llegaríamos a la supresión de todo gobierno por inútil y deberíamos poner bandera de remate a la Aduana, al Correo, al Telégrafo, a los puertos, a las oficinas de renta, al Ejército y a todo lo que constituye el ejercicio y deberes del poder”.

Finalmente Obras de Salubridad es ‘‘entregada’’ al capital inglés, y tras la crisis de 1890, el presidente Carlos Pellegrini, en el año 1892, la recupera y la convierte en una empresa del estado nacional. Roca ante esta situación expresa: “Los habitantes de Buenos Aires podrán decir como una vieja de Córdoba que cada vez que bebía agua exclamaba: ¡Gracias a Dios que no tienes que pasar por manos del pulpero! Del mismo modo podremos decir nosotros cada vez que hagamos uso del líquido elemento: ¡Gracias a Dios que no pasa por las manos de una empresa particular!”.

A continuación traemos a la memoria a un gran patriota, Osvaldo Magnasco (1864-1920). Cae en desgracia cuando siendo ministro de Justicia e Instrucción Pública en el segundo gobierno de Roca propuso la educación técnica en forma descentralizada para que reflejara las necesidades de cada provincia. Su enemigo era el senador Bartolomé Mitre. Una campaña calumniosa emprendida por el diario “La Nación” desencadenó su renuncia y el abandono de la vida política en 1901.

Fue diputado entre los años 1890 y 1894. Y en unos de sus discursos en la cámara, se expresa sobre el accionar depredador del ferrocarril inglés:

“¿Han cumplido las compañías privadas los nobles propósitos que presidieron esas concesiones de ferrocarril, tan prodigiosas en los últimos años? ¿Han servido como elementos de progreso o, por el contrario, han sido obstáculos, obstáculos serios, para el desarrollo de nuestra producción, para la vida de nuestras industrias y para el desenvolvimiento de nuestro comercio? Mejor sería señor que no contestase tales preguntas porque aquí están los representantes de todas las provincias argentinas, que experimentalmente han verificado con los propios ojos el cúmulo de pérdidas, reclamos, dificultades y abusos producidos por esto que, en nuestra candorosa experiencia creímos factores seguros de bienestar general”.

Y describe que: “ahí están las provincias de Cuyo, víctimas de tarifas restrictivas, fletes imposibles, imposiciones insolentes porque el monto de esos fletes es mucho mayor que el valor de sus vinos, sus pastos y sus carnes. Ahí están Jujuy y Mendoza, empeñada la primera en la explotación de sus petróleos naturales. Pero no bien llega a oídos de la empresa la exportación de una pequeña partida irremediablemente se levanta la tarifa, se alza como un espectro, y se alza tanto que el desfallecimiento invade el corazón del industrial más emprendedor…”

Cuenta el historiador Abelardo Ramos: “En esa época se ensayó el empleo de petróleo argentino en las locomotoras y dio excelentes resultados y rendimientos; pero las empresas británicas, dice Magnasco, interesadas en la importación de carbón, sabotearon el petróleo argentino. Una de ellas consumía leña y revendía el carbón importado con exenciones impositivas”.

El petróleo ya se había descubierto en el país antes que el hallazgo en Comodoro Rivadavia en 1907. Y al igual que en Jujuy, es boicoteado por la influencia económica y política inglesa.

El Ing. Luis A. Huergo (1837-1913), fue presidente de la Dirección General de la Explotación del Petróleo de Comodoro Rivadavia desde su creación en 1911 hasta su fallecimiento el 4 de noviembre de 1913.

Ante tal situación manifiesta: ‘‘Los poderes públicos con lentitud inconcebible han tardado seis años en poner en claro y en hacer conocer al pueblo las inmensas riquezas que representan los grandes yacimientos de petróleo de Comodoro Rivadavia. Entre tanto han llegado los fulanos de descubierta, que han acaparado la tierra de promisión (más de ochenta mil hectáreas), que han reclutado una falange de prosélitos pocos de ellos conscientes y la mayoría inconscientes, haciendo accionistas a ministros, legisladores, abogados, cagatintas de Sarmiento, jefes de divisiones y secciones administrativas, miembros de redacción de periódicos, directores de imprentas del Estado, jefes de la armada y del ejército y ministros de la religión…, los gobiernos de todas las naciones del mundo administran sus finanzas, sus rentas, sus aduanas, sus bancos de crédito principales… sólo los países degenerados aceptan o buscan de afuera los administradores de las grandes instituciones y riquezas, mientras los gobiernos, en épocas de suprema inmoralidad y corrupción, arrancan jirones del suelo de la Nación, arruinan sus bancos de crédito y sus bancos hipotecarios, enajenan sus puertos y sus ferrocarriles’’.

Del viejo tronco del partido roquista viene Hipólito Yrigoyen, líder de la Unión Cívica Radical. Es elegido presidente de la Nación en 1916 hasta 1922 y en 1928 hasta el golpe de Uriburu en 1930.

Algunas cosas cambian. Con Yrigoyen, y el General Mosconi, se crea YPF en 1922, la primera petrolera estatal integrada verticalmente en el mundo.

Aunque, según palabras de Scalabrini Ortriz,’’desde el punto de la economía los gobiernos radicales no se desemejan en mucho de sus antecesores’’. Y destaca que Yrigoyen supo mantener la neutralidad en la primera guerra mundial ‘‘a pesar de la terrible presión ejercida por el gobierno inglés’’.

La ‘‘década infame’’ (1930-43) que le sucedió fue antesala del surgimiento de Juan Domingo Perón, el populismo tan despreciado.  El ‘45 puso en la escena política argentina a los trabajadores y trabajadoras que fueron actores principales en el proceso de industrialización del país. Scalabrini Ortiz lo define como el subsuelo de la patria sublevado.

Las dos argentinas, la comercial o financiera y la industrial o productiva, siguen en pugna. Del ‘55 en adelante la primera se impuso con golpes militares. O con grandes engaños (menemismo y macrismo). El resto es historia conocida.

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