| Escuela de Educación Media “Rodolfo Walsh” |
Cursan materias como periodismo, publicidad y radio porque la escuela tiene orientación en comunicación. Sin embargo a la hora de expresarse y conseguir tener voz para llevar adelante pequeñas conquistas en lo cotidiano, los y las estudiantes de la escuela Rodolfo Walsh comprobaron que la unión resultó ser el método más efectivo.
Por Mariana Vaccaro
Que los actos escolares sean más que la lectura de un discurso, que se norme el uso del celular en las aulas, que las reglas de vestimenta no tengan sesgos sexistas o que se habilite otro tipo de diálogo entre el alumnado y las autoridades fueron algunos de los logros que los chicos y chicas obtuvieron gracias a la construcción de una representación colectiva: el centro de estudiantes.
“Creo que desde que existe el centro de estudiantes cambió el funcionamiento interno de la escuela. Antes si un chico se peleaba con un profesor o con otro chico las opciones eran: le digo al preceptor o al asesor pedagógico o voy a Dirección. Y había muchos chicos que no se acercaban a ese circuito porque quizá no se sentían cómodos con un adulto o les parecía que el problema, si era con Dirección por ejemplo, no lo podían plantear en Dirección. Ahora ya está medio naturalizado que capaz en recreo te cruza un pibe y te diga ‘Me pasa esto, ¿me podés ayudar?’ o ‘¿El Centro me pude dar una solución?’ y que nosotros tratemos por algún medio de ver qué se puede hacer para solucionarlo”, explica Belén, estudiante de 3er año del colegio Rodolfo Walsh (EEM Nº 1 DE 16).
El centro de estudiantes tiene una historia marcada por las discontinuidades, que muchas veces se dan porque los y las estudiantes más activos en la militancia egresan y no hay quiénes sostengan en el tiempo a la organización.
Belén junto a Alejo (4to año) y Juana (2do año) relatan que la escuela volvió a tener un centro de estudiantes en abril del año pasado. Primero como una comisión provisoria, para luego llamar a elecciones, votar y constituir un Centro con todas las formalidades que se requieren.
“Fueron dos meses de ver dónde estábamos parados, ver cuál era el panorama. La mayoría de los chicos (que habían impulsado la creación) se habían ido y nosotros quedamos en la nada al principio”, recuerda Alejo y Belén suma: “Los que tenían la experiencia eran ellos, nosotros si bien teníamos las ganas no teníamos las herramientas para saber qué hacer. Igual hubo un profe que nos ayudó, que nos dijo: para ser un Centro legal necesitan tener un estatuto, hacer elecciones, etcétera y ahí remontamos”.
Una de las innovaciones del alumnado fue incorporar producciones propias a los actos tradicionales de la escuela: “Cada vez más chicos se fueron copando en la participación del Centro en los actos. Antes era un profesor que leía un discurso. Cuando empezamos a agarrar la posta, tratamos de que fuera un acto de los pibes para los pibes. Entonces pensamos cómo hacerlo un poco más dinámico y quizás había alguien que cantaba, bailaba o había un video hecho por nosotros. Si ellos formaban parte del acto, el acto no se hacía tan aburrido”, describe Belén y Alejo detalla: “Dentro del Centro se creó la comisión de actos. Buscamos al profesor encargado de organizarlo para acercarle la ayuda”.
Otro aporte que ayudó a modificar la cotidianeidad de la escuela fue realizar una jornada con toda la comunidad educativa para actualizar las reglas de vestimenta.
“Había cosas muy relativas, por ejemplo: ‘Tenés que venir limpio y prolijo’. ¿Qué es estar prolijo para vos?, ¿para mí? Al final terminaba quedando a cargo de cada profesor y no era lo mismo para todos”, sostiene Juana.
“El estatuto de vestimenta nos tenía a los pibes medio enojados porque era de los ‘90. Las calzas no eran nombradas en el estatuto pero te decían que no podías usarlas, lo mismo con las gorras”, ejemplifica Belén y Alejo aporta un dato vintage: “¡Decía que estaba prohibido el walkman!”.
También se estipuló el uso de los teléfonos móviles dentro del aula y ya no se decomisan más hasta que se acerque un padre o una madre (lo que en algunos casos significaban días) sino que, si hay un uso indebido, se retiene solo durante la clase.
Hacia el interior de la escuela las alumnas y alumnos organizaron talleres y charlas como el “Día de los Adolescentes y los Jóvenes por la Inclusión Social, la Convivencia contra toda forma de Violencia y Discriminación”.
“En todos los talleres surgieron situaciones polémicas, pero estuvo buenísimo eso en un punto porque llevaba a que se pudiera reflexionar y se dieran cuenta de que lo que estaban diciendo no estaba bueno”, resalta Juana.
Además, el centro de estudiantes participó de actividades relacionadas a la comunidad en general como estar en la feria Mil Flores y pintar dos murales (uno sobre Avenida Albarellos y otro en la plaza de la estación ) “Hicimos un mural con dos o tres frases de la carta de Walsh y pusimos nuestro logo”.
También participaron en la jornada “Baldosas por Memoria y Justicia” en la Plaza Nunca Más, ubicada en la estación ferroviaria del barrio.
“Por fuera del colegio también salimos a varias marchas. NiUnaMenos, la Marcha Federal y la del 24 de Marzo son en las que más convocamos, fuimos un montón. Creo que a los pibes, más allá que no sean del Centro, se interesan porque es algo que los toca”, comenta Belén.
“Siempre que hay marchas pasamos por los cursos a preguntar si están de acuerdo con la causa de la marcha. O sea podríamos ir solo los que vamos a las reuniones, pero no estaríamos representando a la totalidad del colegio”, plantea Juana.
En el mismo sentido, Alejo aclara: “Creo que justamente los chicos encuentran muchas veces – si vos no militas en ningún lado, si tu familia no va a la marcha, o no tenés amigos que vayan – en el Centro ese lugar”.
Con nuevo impulso, el Centro de Estudiantes de la Escuela Rodolfo Walsh crece día a día. Actividades internas, participación en los actos, mediación entre el alumnado y las autoridades y docentes, y vinculaciones con la comunidad fuera del ámbito escolar, van marcando su rumbo.