El Talar, “en las buenas y en las malas”

Club El Talar de Agronomía
El Club El Talar, de 85 años de historia, aumentó en los últimos años su cantidad de socios. Se practica fútbol, básquet, hay dos gimnasios y otras actividades. En esta charla, su Presidente Sergio Pérez destaca la calidez humana, la contención y la buena organización de la institución. También describe la sacrificada vida de un club de barrio y las complicaciones económicas que debe afrontar frente al reciente aumento de tarifas.

Por Mateo Lazcano

bujinkan illa pueyrredón

Sergio Pérez da los primeros pasos. Con la vista, recorre el buffet y a lo lejos la cancha de básquet. Gira a su derecha y abre la puerta de su oficina. La secuencia no dura más de cinco segundos. Pero en ese pequeño camino, dos personas le dicen al pasar: -“Hola Sergio, ¿cómo va?”

El saludo provenía de padres de chicos que practican deportes en el club. Los hijos de Pérez, también lo hacen. Él es un padre más, aunque con una importante responsabilidad institucional: es Presidente del club El Talar, ubicado en Nueva York 2960, en el barrio de Agronomía cerca del límite de Villa Pueyrredón.

El Talar fue fundado el 1 de marzo de 1931. El nombre fue tomado de la antigua denominación de esa zona del barrio (“Los Talares”).
Un grupo de amigos compró una casa sobre Nazca. Luego adquirieron el lote sobre Nueva York y comenzó a funcionar como club de básquet. Rápidamente siguió creciendo: pasaron a ser cuatro lotes.

El crecimiento hizo que la cancha de básquet, que era originalmente al aire libre y de tierra, fuera recubierta por una loza. Para comprarla, debieron vender uno de los lotes. Desde entonces, el club conserva el actual terreno de la calle Nueva York.

Básquet en el Club El Talar

Sergio Pérez es el Presidente desde hace ocho años. En su oficina, que también es la oficina del Vicepresidente, de la Secretaria, y del Tesorero, explica que El Talar había tenido al mismo presidente, Alberto Salgado, por cuarenta años.

Cuando éste se enferma, “nadie quería agarrar, porque un club de barrio no sólo que no te da ganancia, sino que muchas veces tenés que poner plata de tu bolsillo. Entonces me vinieron a buscar a mí”, dice.

Sergio es padre de tres chicos que juegan al básquet. Era uno de los más antiguos de la comisión de ese deporte y además siempre le había gustado hacer vida social en el club.

“Yo no quería saber nada en un principio”, se sincera. “Porque no soy empresario, ni conocía mucho del manejo económico, yo solo ayudaba con el básquet”.

Hasta que formaron una comisión con padres de fútbol y básquet y arrancaron. De esos primeros momentos (asumió en diciembre de 2008), Sergio Pérez recuerda que “teníamos muchas deudas de sueldos y cosas atrasadas. Pensábamos que no íbamos a poder aguantar mucho, pero nos rodeamos de gente joven y empezamos a movernos”.

Una de las primeras cosas que hizo fue juntarse con directivos de otros clubes, con la misma realidad. Así se conformó la Federación de Red de Clubes de Barrio, junto a instituciones como: 17 de agosto, Arquitectura, Morán, Artigas, Pueyrredon.

“Desde ahí pudimos conseguir muchas cosas. Entre ellas un subsidio que ayuda un montón”, afirma el directivo. Se refiere a un monto fijo anual que el Gobierno de la Ciudad otorga a los clubes de barrio que presentan proyectos de obras importantes. Por ejemplo, para este año
El Talar recibió 120 mil pesos, que están destinados a un nuevo vestuario.

“Lo lindo es que el 90% de los proyectos eran locuras. Sacábamos la cuenta y decíamos no, olvídate, no nos dan los números. Pero nos poníamos tercos y lo empezábamos”, cuenta el Presidente.

Reconoce que sin el subsidio, que cubre más o menos la mitad de los costos, sería imposible, pero destaca que la otra parte la pone el club con la cuota social.

En estos últimos años, hicieron una cancha de fútbol en el piso superior, un gimnasio, otro con pesas y nuevos vestuarios, que permiten tener espacios separados entre hombres y mujeres.

Orgulloso, Sergio Pérez dice: “Hoy ya no tenemos espacio para construir, nos quedó chico el espacio para toda la demanda”.

Actualmente El Talar cuenta con tres categorías de fútbol: FEFI, BAFI, y los Promocionales y la Primera de Futsal de la AFA. El básquet, deporte tradicional y pionero en el club, se practica en todas las edades – en ambos sexos – desde los más chicos a los veteranos.

“El básquet femenino creció mucho en los últimos años gracias al trabajo de los profesores Carlos y Karen”, comenta el directivo. Además de las actividades en los gimnasios y las clases de patín.

¿Cómo logró El Talar tener este crecimiento? Sergio Pérez destaca en primer lugar la calidez humana que siempre hubo en el club: “Siempre fue muy familiar. Acá todos estamos haciendo cosas por el club. A mí me vas a ver limpiando, acomodando cables, y así a todos. Nadie es directivo, somos todos padres que colaboramos. Y los profesores, además de buenos profesionales, son grandes personas”.

Así se fue creando el “boca a boca” que, sumando a la tradición de El Talar, permitió que se sume más gente. Hoy tiene 600 socios, y es lo máximo a lo que, por cuestiones de infraestructura pueden aspirar, según explica Pérez.

La segunda clave que explica esta realidad es la organización. Las subcomisiones de los distintos deportes se manejan de forma autónoma, supervisadas por los directivos que cobran la cuota. Hay una cuota social, para afrontar los gastos del club, y una deportiva, para pagar viáticos de entrenadores. El resto del dinero es recaudado por las subcomisiones en eventos como cenas, torneos a beneficios, y los sponsors que puedan conseguir.

Orgulloso de su club, Sergio Pérez cita ejemplos: “El básquet anteriormente daba pérdida, porque es muy caro pagar la federación, el referee, entonces lo bancábamos los padres. Desde que les dejamos a las subcomisiones que organicen las actividades, no solo se autoabastece sino que genera ganancia”.

Es así que se pudo poner un piso nuevo, se compró un tablero y más aros para que entrenen. “También los padres de fútbol pusieron las protecciones, las redes de los arcos y pintaron la cancha, todo de forma espontánea”.

La mejor imagen es, dice el Presidente, cuando se ve a los propios chicos pintando o colaborando en las tareas.
El club por otro parte funciona como contención social. “Es la segunda casa para muchos chicos”, dice Pérez.

Los chicos pasan todas las tardes desde que salen del colegio a la noche, en los pasillos del club. Eso hace que las autoridades conozcan a los padres y su situación: “Muchos padres se quedan sin trabajo y no pueden pagar la cuota. Nosotros damos becas, y es muy lindo cuando ves a un padre que cuando vuelve a cobrar un sueldo, se va poniendo al día”.

Aunque se pone serio al comentar que “hay muchos vivos que piden la beca y los ves venir con un auto importado, o que no pagan la cuota pensando que no pasa nada, pero al club lo perjudica”.

La suba de tarifas de servicios públicos pegó duro: “La luz subió cinco veces. Nosotros dividimos la tarifa con el buffet, que está concesionado. Antes pagábamos 500 y ahora se nos fue a 3600 pesos, y todavía falta el gas y el agua”, se lamenta la Secretaria del club, Ariana Aguilar, quien también participa de la charla.

Y agrega: “el mayor problema es que nosotros aumentamos la cuota recientemente un 20% y las tarifas subieron un 500%. Tampoco podemos aumentar porque la gente se va”.

La cuota social es de 50 pesos para los chicos y 60 para los mayores. Sumado a la cuota deportiva, cada chico paga aproximadamente 300 pesos mensuales.

La esperanza de los directivos de El Talar está en la sanción de un proyecto de ley, presentado en la Legislatura por el bloque Socialista, que consiste en un subsidio mensual para cubrir la mitad del costo de los servicios públicos en los clubes de barrio hasta que se haga efectiva la tarifa social.

Sergio Pérez destaca que nadie en el club tiene vinculación política. “Acá vinieron todos. Estuvo (Rodríguez) Larreta haciendo charlas con los vecinos, que nos sirve a nosotros para vincularnos con la comunidad barrial, a los propios vecinos para plantear sus problemas y obviamente a los políticos. Nos ayudó Francisco Irarrazábal cuando tuvimos una inundación. Diego Santilli nos envió saludos y vino también al club en una oportunidad. Pero además vinieron del Gobierno anterior a hacer el DNI, suelo hablar con los chicos de La Cámpora de la zona… lo único que les pido a todos es que los carteles y los volantes los repartan de la puerta para afuera”.

La gente entra y sale de la oficina, su celular suena. La vida de los directivos de clubes de barrio es intensa. “Es una vida dedicada al club”, sintetiza Pérez. Lo mismo para Ariana, que está todas las tardes en la secretaría y acompaña a la comisión de fútbol los fines de semana cuando hay partido. “Pero en el día a día, en la administración, somos cuatro: ella, yo, el Vicepresidente y el Tesorero”, dice Sergio Pérez.

“Hay muchos que opina, en las reuniones todos tienen la solución, pero a la hora de hacer las cosas la mayoría se borra y los que ponemos la cara, y muchas veces tenemos que poner plata somos los que firmamos los cheques”, se resigna.

La vida dedicada al club de lunes a lunes, sin percibir sueldo, asiduamente provoca disgustos. “A veces queremos tirar todo al diablo. Llegás de laburar y sabes que acá te esperan muchos problemas”, se sincera Pérez. Y se preocupa para que surjan nuevas generaciones que tengan su misma motivación: “hay que empezar a motivarlos. Hoy en día no le dan mucha bola”.

El esfuerzo y el empeño que ponen los que trabajan en el Club El Talar y en todos los clubes de barrio, es lo que motiva el optimismo en las últimas palabras de Sergio Pérez: “Igualmente, por suerte venimos muy bien”.

Tal vez allí, en esa frase, quede reflejado el mayor orgullo de un club de barrio: que más allá de uno u otro logro deportivo, de una nueva cancha o de una mejor o peor administración, el club sea un lugar donde al entrar te saluden por tu nombre.

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