Luego de un año y medio volvió al parque de la estación ferroviaria la Escuelita Deportiva Villa Pueyrredón. Los martes a la tarde hay práctica de básquet y en breve apoyo escolar y cine para toda la familia. Todas las actividades son gratuitas.
Por Juan Manuel Castro
“Estuvimos mucho tiempo sin vernos, extrañándonos, pero volvimos”. Con esta frase, la Escuelita Deportiva Villa Pueyrredón celebró la vuelta de sus actividades, luego de una pausa de un año y medio debido a la pandemia.
En el marco de los festejos por el Día de la Primavera, el 21 de septiembre, se retomaron las clases gratuitas de básquet para niños y niñas de 5 a 12 años en el Parque de la estación Ferroviaria de Villa Pueyrredón (Paseo del Centenario), en las canchas públicas linderas a un sector de los juegos infantiles.
Las actividaddes se desarrollan los martes entre las 17 y las 18.30 horas. Previamente, a las 16.30, la merienda con galletas y leche chocolatada. “Asistieron chicos que vienen desde hace tiempo y por suerte se sumaron muchos que venían por primera vez. Había una emoción en el grupo, algarabía. Incluso, se nos hacía difícil por momentos poder coordinar las jugadas”, señala en diálogo con este medio Vanesa Coria, directora y fundadora de la Escuelita.
Este proyecto social y deportivo nació en 2016 y se caracteriza por ser un espacio abierto a la comunidad, de actividad deportiva recreativa con fines sociales. “Combatir el sedentarismo de los chicos, que están todo el día en la computadora. Fomentar lazos reales de amistad y compañerismo disfrutando de un deporte al aire libre, en el barrio y que nadie quede excluido”, señalan sus impulsores.
A fuerza de su perseverancia y por el tipo de propuesta para el barrio, la Escuelita logró crecer a lo largo de los años y llegar a tener casi un centenar de niños y niñas. Por eso, la llegada de la pandemia, el aislamiento social y la suspensión de las actividades impactaron de forma tan negativa en este proyecto.
No obstante, el regreso se vive con mucho optimismo, pero también con la conciencia de que la pandemia continúa y que siguen siendo necesarios los cuidados sanitarios. “Por eso esperamos todo este tiempo, a que la situación epidemiológica se estabilizara, a que los profesores estén vacunados. Es un panorama propicio ahora” señala Vanesa.
De todos modos, el tiempo de inactividad se hizo sentir. “Muchos de los colaboradores que teníamos hace dos años han tomado otros rumbos. En cuanto al básquet, las primeras clases del regreso las damos junto a mis hijas, ya que hemos jugado en la infancia y juventud. Pudimos acordar que regrese el profesor que estaba antes. No es lo mismo saber jugar que enseñar”.
En cuanto a las clases de fútbol, por el momento están discontinuadas ya que la Escuelita no cuenta con entrenador. “Estaría bueno que (desde el peridico barrial) nos ayuden a convocar a algún técnico. No hace falta que sea profesional, sí que sepa del juego. Sobre todo, que tenga el compromiso de dar una hora y media de su tiempo para los chicos, que necesitan continuidad”.
Este es un punto que mantiene a los integrantes de la Escuelita atentos, pero no todas son malas noticias, ya que lo que sí han logrado resolver es la continuidad de las clases de apoyo escolar, que se iniciarán en el mes de octubre. Antes se daban en un centro de jubilados, pero lamentablemente este se encuentra cerrado en la actualidad.
“Una amiga logró la concesión del buffet en el Club Atlético Pueyrredón (Larsen 2843), entonces ella pone su salón a disposición para que los chicos puedan aprender y hacer sus tareas escolares”, cuenta Vanesa.
Otra novedad positiva es que se retomarán los ciclos de cine al aire libre, también en el Parque de la Estación. “La idea es que vengan las familias. Que traigan su reposera, que disfruten de una película mientras sus hijos juegan en el parque. La programación la pensamos con cine nacional, estrenos. El proyector ya lo conseguimos y estamos averiguando por el sonido. La idea es empezar en octubre”.
A futuro, en la Escuelita piensan implementar actividades para adolescentes, a fin de garantizar la continuidad de los niños y niñas que hoy son parte de este proyecto.
Al volver al parque con las clases de básquet, en la Escuelita notaron cambios. Uno de ellos es que hay mayor concurrencia de personas a este “pulmón verde”, consecuencia de la pandemia y los nuevos modos de vida que se han establecido.
Consecuencia de ello, la cancha de básquet pública está más concurrida que nunca, lo que en algunas ocasiones dificulta la práctica de los niños y niñas de la Escuelita. “En la cancha hay dos tipos de aros, los más grandes instalados por el Gobierno porteño y la Comuna, y los de baby básquet, más chicos, que instalamos nosotros para garantizar la práctica”.
“Un pedido que le hacemos a la comunidad es que, en lo posible, esté lo más liberada en el horario en que los chicos practican. Nos pasó de pelotazos que recibieron los chicos, obvio sin querer, pero que dificultan su práctica. Sabemos que con la pandemia los espacios verdes están más concurridos que antes, pero es solo un rato que los chicos tienen clase”, destaca Vanesa.
Por último, la referente de la Escuelita explica que este es uno de los “clubes sin techo”, es decir, de las instituciones sociales y deportivas que no cuentan con sede propia y por ello apelan a desarrollar sus actividades en el espacio público o en instituciones compañeras.
Vanesa recuerda que Villa Pueyrredón cuenta con un espacio físico apto para la práctica deportiva, pero que por un vacío legal está inactivo y echándose a perder. Se trata de la cancha de fútbol con tinglado que antiguamente perteneció al Club Esparta, ubicado en la calle Bolivia, entre Albarellos y Ezeiza. Fue expropiado por el Gobierno de la Ciudad y tiene vestuarios, construidos hace pocos años.
Vecinos de los alrededores impulsaron una acción de amparo, aduciendo que había ruidos molestos por los pelotazos. La Justicia falló en su favor y pidió que hasta que el Gobierno porteño no construyera tres medianeras para amortiguar los sonidos, no se podía hacer deporte allí.
En la actualidad, no se han hecho las medianeras, pese al reclamo vecinal, que incluyó una presentación ante las autoridades comunales. Actualmente hay un casero viviendo allí que “usa el lugar como si fuera el patio de su casa”, lamenta Vanesa. Y espera que la situación se revierta para la práctica deportiva de los niños y niñas del barrio.