Facultad de Agronomía: docentes y no docentes atraviesan una situación crítica

Facultad de Agronomía en defensa de la Universidad Pública
La universidad pública está en crisis. En medio de un contexto de recortes y ajustes para la educación y la ciencia, la Facultad de Agronomía de la UBA pide a la sociedad que acompañe la lucha contra el desfinanciamiento que viene sufriendo desde inicios de 2024. Trabajadorxs precarizadxs, docentes exiliadxs y reducción de recursos. La comunidad universitaria se expresa en esta nota.

Por Agustina Cavalanti

La universidad pública argentina y el Sistema Nacional de Ciencia y Técnica están atravesando uno de los momentos más difíciles de las últimas décadas. La Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) enfrenta una situación alarmante: las políticas de desfinanciamiento del sistema universitario público están impactando en el funcionamiento de la Facultad y en el salario de lxs trabajadorxs docentes y nodocentes (muchxs cobran sus ingresos por debajo de la canasta básica).

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Recientemente, la decana de la FAUBA, Adriana Rodríguez, brindó una charla abierta a la comunidad para detallar el complejo contexto que están viviendo en la Facultad. Entre otros puntos, explicó que los salarios y el financiamiento del Sistema Nacional de Ciencia y Técnica están congelados desde principios de año. Esta coyuntura generó la renuncia de más de 30 docentes e investigadorxs, que decidieron buscar mejores oportunidades en el exterior o en la actividad privada.

“Estamos perdiendo lo más valioso que produce la universidad pública: profesionales altamente calificados que sostienen la investigación y el desarrollo tecnológico para las distintas actividades en nuestro país”, destacó la decana. Sin embargo, remarcó que hoy en día un auxiliar docente, ayudante de primera o jefx de trabajos prácticos, con título de doctorado y dedicación exclusiva, cobra no más de 900 mil pesos por mes. “Y a esto se suma la parálisis del sistema de Ciencia y Técnica; no hay suficientes recursos para llevar adelante la investigación”, agregó.

En este sentido, advirtió sobre la necesidad de introducir modificaciones en el presupuesto 2025 enviado por Javier Milei al Congreso Nacional. “La propuesta actual es de 3,8 millones de pesos, lo que representa un incremento del 27% en comparación con el presupuesto de 2024. Con estos fondos, algunas universidades solo podrían funcionar durante el primer trimestre”, alertó.

“Está al menos un 30% por debajo de lo mínimo que necesita nuestra universidad para funcionar el año que viene. Este año, ya sufrimos una reducción del 35% respecto del presupuesto de 2023, lo que ha generado una situación crítica en todas nuestras funciones: enseñanza, investigación y extensión”, subrayó.

También aseguró que hay una reducción concreta de más de un 60% en los recursos para investigar, y que esta situación “compromete el desarrollo y la continuidad de líneas de investigación que tienen un impacto directo en la sociedad”.

“Nuestra tarea es lograr que el presupuesto 2025 se discuta teniendo en cuenta la necesidad de mejorar el financiamiento para nuestras universidades. Me parece muy importante mantener la unidad de los distintos claustros, de las distintas facultades dentro de la UBA y de las distintas universidades”, destacó Rodríguez.

Fuga docente

La desactualización salarial arrastrada a lo largo de todo el año ha llevado a que docentes jóvenes, con posgrados y experiencia en investigación, busquen oportunidades fuera del país o en la actividad privada. Para la Facultad es una gran preocupación, porque amenaza con desmantelar los pilares fundamentales de la universidad: docencia, investigación y extensión.

El Dr. José Paruelo, investigador superior del CONICET y profesor de la FAUBA, alertó sobre la pérdida de docentes en áreas clave.
“Es preocupante porque las carreras de grado se quedarán sin docentes con trayectoria académica”, dijo. “Hay una retroalimentación más negativa aún del desfinanciamiento de la universidad: un desestímulo enorme para que estudiantes de grado se embarquen en una carrera académica. No solo estamos perdiendo lo construido sino también el futuro”, alertó, haciendo un llamado a la sociedad a reconocer la gravedad de la situación.

Por su parte, el Dr. Esteban Ciarlo, profesor de Edafología (ciencia que estudia la composición y naturaleza del suelo en su relación con las plantas y el entorno que le rodea) con más de 26 años de trayectoria, decidió reducir su dedicación para incorporarse a la actividad privada. Ciarlo expresó su “tristeza y perplejidad” frente al desfinanciamiento de la universidad, señalando que esto genera una gran desmotivación en lxs estudiantes. “Este año entiendo que, por una disputa ideológica, nos obligaron a reaccionar y se está generando un daño que llevará mucho tiempo de reparar, como es la partida de jóvenes del sistema de investigación universitaria”, expresó.

“La UBA lidera los ránkings internacionales, pero los salarios de pobreza y el desfinanciamiento de hospitales y la investigación pública reflejan una grave desconexión con la realidad”, sumó Ciarlo.

El apoyo de lxs estudiantes

Mercedes, estudiante de la Tecnicatura en Producción Vegetal Orgánica de la Facultad de Agronomía e integrante de la Agrupación Frente Amplio para una Nueva Agronomía (FANA), contó que desde hace unas semanas en la Facultad se generó una instancia de encuentro de estudiantes preocupadxs por la situación salarial y presupuestaria de las universidades.

“Hay una pérdida de la calidad educativa que ya se viene sintiendo, donde los prácticos, los laboratorios, los viajes, los proyectos dejaron de tener su financiamiento, y se ve muy concretamente cuando hay una reducción de los insumos, cuando no hay plata para investigar, cuando lxs docentes tienen que parar y perdemos las clases o las tenemos virtuales. Hoy es muy difícil que, como jóvenes, apuntemos a la investigación, la docencia o la extensión cuando el contexto de la Facultad desvaloriza estas cuestiones”, expresó.

Lxs estudiantes organizaron múltiples actividades en defensa de la educación pública: clases públicas, “ruidazos” y carteles en los pabellones. “La Facultad fue tomada después de mucho tiempo; la última vez había sido en el 75”, recordó Mercedes.
Este tipo de actividades, que movilizaron a más de cien estudiantes, se realizaron sin interrumpir las clases.

“Nuestro objetivo es visibilizar la situación también con lxs vecinxs. Y se han acercado y solidarizado; nos trajeron facturas, yerba. Hubo un apoyo bastante grande de la comunidad”, contó.

Uno de los desafíos para el movimiento estudiantil de la FAUBA es sumar a más compañerxs, principalmente aquellxs que perciben estas actividades como “política partidaria”.

“Sabemos que muchxs estudiantes no están informados o no les interesa participar activamente. Nos esforzamos en ofrecer datos precisos para combatir la información que circula sin verificar y que puede ser perjudicial para la universidad pública”, explicó.

Mercedes valora el aprendizaje que implica esta situación crítica. La militancia, según afirma, se centra en mantener la energía a largo plazo y en contener a lxs estudiantes que participan por primera vez en las actividades. “Es un momento histórico, y aunque lamentamos el contexto, celebramos que lxs estudiantes se acerquen a procesos organizativos y demuestren la fuerza de la organización”, concluyó.

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