Federico “Hacha Brava” Pizarro, una gloria deportiva de Villa Pueyrredón

Federico "Hacha Brava" Pizarro
Logo El Barrio PueyrredónConocido como “Hacha Brava”, nació,vivió y murió en Villa Pueyrredón. Jugó en Chacarita, San Lorenzo, Huracán y la Selección Nacional. En 1969 fue técnico de Comunicaciones, campeón de Primera C, y de Chacarita, campeón de Primera A. Jugó al básquet en el Sportivo Devoto, el Club Grafa y Gimnasia y Esgrima de Villa del Parque.

Por Ignacio Di Toma Mues

Federico Pizarro (1927/2003), un aguerrido zaguero, apodado “Hacha Brava”, nació y murió en Villa Pueyrredón. Sus amores deportivos fueron el básquet y el fútbol. Jugó en Chacarita, San Lorenzo, Huracán y la Selección Nacional. Fue también director técnico. En 1969 dirigió los sábados al Club Comunicaciones, campeón de la Primera “C”, y los domingos a Chacarita, campeón de Primera A. Jugó al básquet en el Sportivo Devoto, Club Grafa y Gimnasia y Esgrima de Villa del Parque.

Como homenaje a este gran deportista y vecino de Villa Pueyrredón reproduciremos la nota que le hiciéramos en febrero de 2000. Con Elías Trincado fuimos a visitar a Federico Pizarro, el legendario Hacha Brava a su casa de la calle C.A. López, antiguamente llamada Timbó, a pasos del pasaje Zeballos.

La casa donde nació Federico fue cuna de sueños y berretines: cazar mixtos y “cabecitas”, jugar a la bolita, a la billarda, al sapo, remontar barriletes, “robar” ciruelas, limones, mandarinas de las quintas vecinas, y sobre todo el básquet… ¿y el fútbol Federico?… nos sentamos en el patio del fondo. Tita, su esposa y compañera, nos sirve unos refrescos para poder espantar por un rato este verano porteño impiadoso.

“Yo nací en esta casa, era un rancho de chapa, en el año’27. A mi papá no lo tengo presente porque falleció cuando yo tenía pocos meses y mi mamá era enfermera. Éramos ocho hermanos y yo era el más chico. Cuando las cosas no andaban bien, iba a determinados vecinos a preguntarles si necesitaban que les hiciera algún recado y siempre así me ganaba alguna chirolita”.

Nos cuenta que vendía diarios en la Av. América (hoy Gral. Mosconi) y Helguera a la edad de diez años, “me subía a los tranvías, donde viajaban en su mayoría obreros y no podía vender ningún diario. Al avivarme que antes subían los canillitas de la parada de Av. San Martín y Mosconi, yo me iba por Tenquemada (hoy Gabriela Mistral) hasta la barrera y me subía al tranvía. Les ganaba de mano y cuando llegaba a donde estaban ellos ya venían con el diario comprado, pero entraron a sospechar y me corrieron nomás, era una época de lucha”

Habla de sus tardecitas en el Club Sportivo Devoto, jugando al sapo y al básquet: “era un fenómeno jugando al sapo, había un muchacho – que era cartero- al que siempre le ganaba y el pago eran unos alfajorcitos, yo siempre lo iba a buscar, estaba caliente conmigo porque no me podía ganar”

Su amor en el deporte estaba puesto en el básquet, a los catorce años “andaba bien y estaba bastante desarrolladito y jugaba con los más grandes, se jugaban muchos partidos y yo iba, así me ganaba algún sanguchito. Eran épocas que corría bien la liebre. Resulta que un día jugando en la primera de Sportivo nos toca enfrentar al Club Grafa, que era muy importante en aquella época, tenía un campo de deportes en Constituyentes, casi Gral. Paz. Era un equipo con entrenador pago y a los jugadores algo les daban, pero igual ganamos nosotros. El entrenador de Grafa me pidió para jugar en su club y como yo quería trabajar en la fábrica, puse como condición que me tomaran como operario y así fue”.

También jugó al básquet en Gimnasia y Esgrima de Villa del Parque y en la primera de Atlanta, pero aún en contra de sus gustos el fútbol sería su futuro: “en la esquina de C. A. López y el pasaje Zeballos había un potrero donde jugábamos. A un muchacho que se llamaba Manolo, se le da por hacer ahí la cancha de fútbol, yo le ayudé a hacer los arcos. Todos los del barrio empezaron a jugar acá, y siempre iba de relleno, de última. Un día, por mediación de un señor vinculado a Chacarita, concertaron un partido con la 5.ta funebrera, pero no era un simple partido sino una prueba. Como yo siempre andaba con ellos, me pidieron que los acompañe”.

Federico, se quedó a un costado de la cancha para verlos jugar y cuando estaban formándose los equipos, resulta que faltaba uno en el equipo de sus amigos: el “back”, el zaguero. “Vení vos negro, dale jugá, me dijeron. ¡Están locos ustedes! les dije. Me convencieron nomás, y jugué todo el partido”.

Federico Pizarro en Chacarita
El final de la anécdota es el principio del nacimiento de un ídolo. Ante su sorpresa el delegado de Chacarita se interesó en él. Jugó unos pocos partidos en la quinta, luego pasó a la tercera y al otro año (1946) en el último partido del campeonato, ante Estudiantes, debuta en primera. Para terminar jugando 10 años en ese club y ejerciendo la capitanía.

Con algunos muchachos de Chacarita formaron un equipo de básquet, para despuntar el vicio, bautizado “El Caimán”. “Jugábamos bastante bien, lo hacíamos contra equipos de barrio. Realizamos 25 partidos: ganamos 23 y perdimos dos”.

Fue codiciado por Boca, River, Rácing y en el año 55 pasó a San Lorenzo, siendo también capitán de este equipo. En el año 58 jugó en Huracán, y trás un breve regreso a Chacarita en el 59, se fue a Chile en el 60 para terminar su carrera en el club Magallanes en el año 62.

Jugó en la Selección Nacional, siendo capitán en el Panamericano de México (1957) y campeón Sudamericano en Lima (1957). También representó a nuestro país en la Copa Río de la Plata contra Uruguay y en la Copa Roca, donde fue capitán, contra Brasil.

Tita, su esposa, nos comenta: “En Chile realizó el curso de Monitor de Fútbol de la federación, en el año 61. Aquí en su país, aunque no hizo el curso de Director Técnico, le dieron el título junto a Adolfo Pedernera por su comprobada trayectoria y experiencia y comenzó a dirigir en el país en el año 62”.

La gente de Chacarita lo fue a buscar a Federico en el año 1968 para que salvara al equipo del descenso. “Entrenaba a Chacarita por la mañana y por la tarde a Comunicaciones. Chacarita salió campeón Metropolitano de primera A y Comunicaciones campeón de primera C.”, nos cuenta Federico.

Y agrega: “yo vigilaba a mis jugadores, iba por donde vivían y si es caso hasta medio me disfrazaba. Era muy estricto, no toleraba la indisciplina. El que anda bien juega, el que anda mal no, les decía a mis jugadores. Ellos lo aceptaban pero no les gustaba nada y eso me trajo muchas veces problemas. Nunca dejé que los dirigentes me formaran los equipos. Es por eso que renuncié dos partidos antes del final del campeonato del 69 cuando Chacarita salió campeón”. Pero indudablemente la obra fue suya, de salvarlos del descenso a campeones, “se le fue la mano Federico”, le dije y nos reímos con ganas.

Seguimos charlando, con Tita, Elías y Federico de los tiempos de antes en el fútbol, del honor de jugar en la Selección por los viáticos solamente. Hoy luego de haber brindado al fútbol argentino tanto, como jugador y técnico, nada menos que 44 años de su vida, no puede jubilarse por la irresponsabilidad de los clubes que nunca le hicieron los aportes correspondientes. Apenas si recibe, en cuenta gotas, un subsidio de la AFA, entidad hoy millonaria con clubes pobres.

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