Más que un paseo de compras: Con un promedio de 500 visitantes y la presencia de 80 puestos por convocatoria, la feria Mil Flores se instala cada vez con más fuerza en el parque de la estación de Pueyrredón promoviendo la economía social. Se realiza el segundo domingo de cada mes y no solo propone un paseo de compras sino que presenta propuestas a partir de la interacción con la comunidad educativa, con otras ferias aledañas y con proyectos artísticos. Proyectan armar un documental, ampliar la oferta de shows y talleres, y desarrollar campeonatos deportivos. También, aspiran a replicar la feria en otra comuna.
Por Luciana Aghazarian
Desde hace un año y medio, en el parque de la estación ferroviaria de Villa Pueyrredón, cada segundo domingo del mes funciona la Feria Mil Flores. Fue creada por una agrupación del Partido Comunista Congreso Extraordinario (PCCE) con el objetivo de “recuperar espacios para expresiones culturales, encuentro y debate entre vecinos”. Hoy por hoy se convierte, también, en una salida laboral para 300 emprendedores que van rotando y que se distribuyen en 80 puestos.
“Fomentamos una economía social como una alternativa al mercado formal donde los criterios para el intercambio intentan ser más justos. En la feria el que compra puede saber quien hizo ese producto, cuánto le costó y por qué le pone ese valor. También se empieza a generar red entre emprendedores, que se asocian entre sí o se compran insumos para abaratar costos. Es una apuesta a la organización de los trabajadores, porque en reuniones decidimos juntos qué hacer con el dinero del fondo común, debatimos darle la posibilidad a algunos de que no paguen el puesto o poner más adelante en la fila a quienes más lo necesitan”, explica Julia Dorín, una de las organizadoras.
No importa si hay puestos que “compiten” entre sí con la venta de productos similares ni si hay emprendedores que les cuesta más que otros costear el puesto o si necesitan más o menos colaboración para empezar. La propuesta es el encuentro y que todos puedan ganar: “Promovemos que entre los que hacen cosas similares armen ofertas conjuntas y se pongan de acuerdo con los precios. Además, hacemos sorteos de canastas en beneficio de la difusión de la feria”, relata Dorín.
El caso de la cooperativa de un jardín de la villa 31 da cuenta de la solidaridad con la que se planta esta feria que se propone ser mucho más que un paseo de compras. Las mamás que conforman esta cooperativa hacen mermeladas y fueron algunos domingos, sin pagar el puesto, para vender sus productos en la feria de Villa Pueyrredón “que, por cierto, tuvieron mucho éxito porque eran muy ricas”.
El crecimiento de este espacio, que se hizo al andar, es grande y se nota. No todos los domingos, y menos en invierno, la plaza se llena. Pero cuando hay feria, los transeúntes brotan de a cientos. El clima se distiende y el frío se soporta entre los coloridos puestos, las actividades para chicos y los shows. Hay un taller estable para niños, un show de circo y algunos artistas que rotan como uno que trabaja con pallet u otra que hace danza.
Llegan no solo los vecinos de Villa Pueyrredón sino también de Agronomía, de Saavedra, Villa Devoto, y los mismos organizadores están en contacto con las ferias vecinas para interactuar y enriquecerse.
En la última edición, la Feria Mil Flores participó en la recaudación de donaciones que realizó la Feria Del Productor al Consumidor de Agronomía, para colaborar con los inundados en Corrientes.
Este año, una de las grandes novedades es la articulación con la comunidad educativa del barrio. Con el Centro de Estudiantes del Instituto “Rodolfo Walsh” llevaron adelante una intervención con radio abierta en una de las jornadas de feria que contó también con un trabajo en serigrafía.
Además, se llevó a cabo la realización de un mural producto de una charla organizada con un profesor de historia del grupo organizador de la feria. Actualmente, están planificando la puesta en marcha de un proyecto audiovisual que también contará con la participación de la escuela secundaria “Agustín Tosco”.
La idea es armar un corto sobre lo que ocurre cada segundo domingo del mes en la feria en interacción con los alumnos de los dos colegios del barrio que, justamente, cuentan con orientaciones en comunicación.
Otro de los proyectos a corto plazo es aprovechar las canchas y espacios en la plaza para hacer campeonatos de básquet y de futbol, así como de ajedrez. También el objetivo es sumar talleres de crochet, charlas, entre otros. Y, a mediano plazo, la intención es replicar la feria en otra comuna. “Es uno de los proyectos más ambiciosos porque tiene que ser también el segundo domingo de cada mes y tendríamos que desarrollarlas en forma simultánea, pero estamos con ganas y evaluándolo”, concluye Julia Dorín.