DEPORTES COMUNA 12 |
Escuelita deportiva gratuita en Villa Pueyrredón |
Los lunes y miércoles por la tarde, en el parque de la Estación de Villa Pueyrredón (Obispo San Alberto, entre Bolivia y Condarco), funciona una “Escuelita Deportiva” en forma gratuita. Los chicos van después de la escuela, practican futbol y básquet y comparten una merienda. La actividad, que comenzó hace ocho meses, es un ejemplo de cooperación entre todos, trabajo desinteresado y mucho esfuerzo.
Por Mateo Lazcano
Cada lunes y miércoles, dos veces por semana, para muchos chicos de Villa Pueyrredón la posibilidad de compartir con compañeros y divertirse no termina en la escuela. En el parque de la estación ferroviaria funciona una “escuelita deportiva” donde practican deportes y comparten una merienda, todo de forma gratuita y con un destacable trabajo “a pulmón” de organizadores y profesores.
Con la “Escuelita” buscan “combatir el sedentarismo de los chicos, que están todo el día en la computadora. Fomentar lazos reales de amistad y compañerismo disfrutando de un deporte al aire libre, en el barrio y que nadie quede excluido”.
La respuesta fue muy buena. Hoy en día, los lunes se desarrollan las clases de básquet. Los miércoles se dan clases de fútbol. Y para los viernes desean incluir vóley o handball, siempre apuntando a deportes de equipo.
Comenzó a funcionar en setiembre de 2016 cuando dos ex jugadoras de básquet en el club El Talar decidieron comenzar a dar clases de baloncesto en la plaza de su barrio. Se trata de Vanesa Coria y su hija. Lo que empezó tímidamente logró en poco tiempo fuerte adhesión de los chicos y un destacable espíritu colaborativo.
Pero además la Escuelita Deportiva tiene un componente que supera a lo deportivo. Cada tarde, los chicos reciben una merienda, la cual es compartida entre todos los compañeros y profesores.
“Así se combate la soledad que muchos chicos tienen por la tarde, hasta que vuelven sus padres a casa y además se fomentan reales lazos de amistad”, explica la organizadora.
La merienda primero fue sostenida económicamente por ella, pero luego también los padres fueron donando aportes. Hoy en día, los chicos reciben yogures, leches chocolatadas, jugos, galletitas, budines y bizcochuelos.
Las canchitas y las mesas donde los chicos meriendan se mantienen en buen estado y eso es crucial para que la actividad de desarrolle de manera tan efectiva.
La cancha de básquet (ubicada sobre Obispo San Alberto, a metros de la intersección de Franco y Condarco) tiene piso de cemento y está rodeada por un enrejado.
A un costado, sobre el pasto, los profesores montaron el año pasado la cancha de vóley. Este 2017 están en búsqueda de un profesor..
Las camisetas de Messi, de Boca, de River, se hicieron desear, pero llegaron. Este año se formó la escuelita de fútbol. Tuvo una respuesta rapidísima, y la “número 5” comenzó a rodar en la cancha ubicada contigua a la de básquet. Los profesores pertenecen a la Sede de Racing de Villa del Parque, todo un lujo en tierras pueyrredonenses sin costo alguno.
Veinte chicos son, en este momento, los que concurren a la Escuelita. Vanesa dice que el año anterior llegaron a ser 35, pero que los cambios de rutina de muchos adolescentes, como por ejemplo aquellos que terminaron 7 mo grado y comenzaron la secundaria, les impidió continuar. De todos modos, espera que el “boca a boca” acerque a más chicos, tal como ocurrió antes.
Estos “pequeños deportistas” son alumnos de escuelas cercanas. Vienen del “Belisario Roldán”, del “Nicaragua”, del “Ejército Argentino” y algunos del “Instituto Luján”, todos muy cercanos al parque. Originalmente, dice la coordinadora, la idea era que las actividades sean para chicos con edad de primaria (6 a 12 años).
“Al empezar nos encontramos con que había pibes un poco más grandes que iban a tirar al aro solos. Los invitamos a participar y se prendieron”, dice Vanesa Coria. Así, la Escuelita quedó abierta para chicos de entre 6 y 16 años, pero el límite no es rígido. La organizadora aclara que, a la hora de jugar básquet, se divide por altura para evitar que la diferencia de fuerza o edad de los chicos provoque que “los grandotes se tiren encima de los más chiquitos”.
Un dato significante de la “Escuelita” es que ésta no termina en el parque de la estación. El lazo entre ellos se mantuvo en el verano, cuando las actividades deportivas se suspendieron. Realizaron un festejo de fin de año, en la casa de uno de los chicos. “Pasamos todos el día, comimos hamburguesas, nos metimos a la pileta”, agrega orgullosa Vanesa. Y además fueron a ver a “Las marionetas viajeras” cuando se presentaron en el Centro Cultural El Alambique. La intención es, asegura la coordinadora, reforzar más ese vínculo de amistad real que desea.
“Estos meses de verse varias tardes a la semana representó para los chicos que conozcan otros pares que tal vez de otra forma no podrían, aun siendo sus vecinos. A mí también me pasa que gracias a la Escuelita me encuentro con gente que vive a cinco, seis cuadras de mi casa y me quedo charlando, porque me conocen de ahí. Antes eso no me pasaba, está buenísimo”, aporta Vanesa.
El espíritu es muy cooperativo. “Se necesitaba que alguien tome la iniciativa de comenzar para que después se sume mucha gente con ganas de colaborar”, narra Vanesa.
Si bien ella y los profesores le ponen el cuerpo a las tareas, muchos fueron los que dieron indirectamente su aporte para que la Escuelita funcione. “Fui a un comercio en San Martín con plata que me habían donado para comprar dos pelotas de básquet. Me volví con ocho, me regalaron las otras. También un amigo hace bizcochuelos para las meriendas. Donaron el botiquín preparado para cuando algún pibe se lastima. Los padres ofrecen su ayuda”, describe Vanesa feliz por la colaboración.
Las tareas de organización corren por cuenta de Vanesa. Y no son para nada sencillas. “Llego a la plaza con un changuito, y una heladerita de camping donde están las cosas para la merienda”, comienza el relato. Y sigue con ejemplos de situaciones: “Cuando nos piden de ir al baño, hay que ir del otro lado de la estación. Tenemos que acompañarlos por el túnel debajo de la vía. También los chicos suelen lastimarse y les aplicamos las primeras curaciones con el botiquín. O a veces los chicos se pelean, algo normal para su edad, y tenemos que tranquilizarlos”, dice.
“Cada lunes o miércoles cuando vuelvo a casa quedo de cama”, se sincera Vanesa. Se trata de “un esfuerzo grande, pero es muy reconfortante que los padres me agradezcan, que les gusten las fotos que les mando de sus chicos divirtiéndose, que confíen en nosotros para que los cuidemos un rato”, resalta orgullosa.
En estos tiempos regidos por el dinero, y con los problemas que puede llevar el manejo de plata en cualquier organización, lo que sucede en la “Escuelita deportiva de Villa Pueyrredón” es una notable excepción.
“Nunca pedí un solo peso”, enfatiza Vanesa. Todo se da por colaboración, con un fuerte sentido de solidaridad. El mayor ejemplo de ello es cómo lograron tener las pecheras, muy útiles para los entrenamientos.
“Primero nos donaron la plata para comprar la tela. La fui a comprar y les comenté a los padres si alguno con máquina de coser se animaba a hacerlas. Resultó que dos de ellos sabían y quedaron bárbaras”, narra la coordinadora.
Detrás de cada pelota que entra al arco, o que es encestada en el aro hay, cada tarde en Villa Pueyrredón, chicos que comparten, gente que dona desinteresadamente y profesores y organizadora que dedican tiempo y esfuerzo. Como dice la canción, una escuelita “todo a pulmón”.
La Escuelita busca profesores
“Se necesitan profesores o estudiantes de Educación física con ganas de dedicarle dos horas por semana a enseñarle a los chicos vóley o handball. Aquellos interesados pueden acercarse al Parque lindero a la Estación Villa Pueyrredón (Obispo San Alberto, entre Bolivia y Condarco) los lunes o miércoles desde las 16.30 horas preguntando por Vanesa Coria, mandar un mensaje privado a la página de Facebook “Escuelita Deportiva Villa Pueyrredón” o llamar al 15-6612-3585”.