El Galpón de Ortuzar, en la Plaza 25 de Agosto (Charlone y Heredia), hace 20 años realiza actividades sociales y culturales en el barrio. En la pandemia sumaron la entrega de bolsones de alimentos. Un robo ocurrido en enero entristeció el clima, pero no logró que sus integrantes bajaran sus brazos.
Por Mateo Lazcano
“Galpón” suele ser una forma coloquial de llamar a un sector de una casa, edificio o fábrica que hace de “salón de usos múltiples”, o está en desuso y solo acumula materiales que no se sabe dónde dejar. Sin embargo, en Villa Ortuzar se transforma en un ámbito de solidaridad y labor social, todo bajo un notable trabajo a pulmón y actividades colectivas.
“El Galpón de Ortúzar”, situado en la plaza 25 de Agosto, Charlone y Heredia, lleva más de veinte años realizando tareas sociales y recientemente sufrió un robo que no logró que sus integrantes bajaran sus brazos.
La historia del Galpón comienza a fines de los 90, a través del programa Sorpresa y Media que se emitía por Canal 13. “Se creó una cancha de bochas en el lugar, donde jubilados y jubiladas iban a jugar. Con el paso del tiempo, la cancha y el galpón se fue deteriorando, y los jubilados no podían levantarlo ellos mismos. Empezamos a hacer un trabajo solidario, a pulmón, para empezar a levantarlo, y que jubilados y jubiladas puedan seguir encontrándose a jugar y sobretodo, a compartir”, afirma Luchi, coordinadora del lugar.
“Los comienzos no fueron fáciles” señala. Se necesitó mucha organización para poder mejorar el lugar. “Siempre hay cosas para reparar o para arreglar, es un trabajo a pulmón, solidario, donde ponemos un poco cada uno para poder preservarlo”.
Con el correr de los años, comenzaron a sumar actividades. “Empezamos a encarar talleres para todas las edades, porque la idea es que el galpón sea un espacio para el resto del barrio. Tenemos actualmente defensa personal, muay thai (boxeo tailandés), tela y trapecio para niños y niñas, arte y teatro”, cuenta Luchi. Establecieron que todos estos talleres se realizan “a la gorra”, para no excluir a quienes no están en condiciones de abonar una cuota mensual.
La llegada de la pandemia golpeó con fuerza. “Fue muy difícil y nos obligó a reinventarnos”, asegura Luchi. “Como nuestra población no podía asistir a clases, hicimos los encuentros de forma virtual para que se mantenga el acompañamiento. Con la apertura, que llegó hacia noviembre, trasladamos muchos de los talleres hacia la plaza, y se cambió la modalidad”.
Este tiempo complejo mostró otra ventana hacia la solidaridad. “Había mucha gente que vivía de changas y no podía llevar el plato de comida a sus casas por la crisis”. Esto impulsó a organizarse y solicitar donaciones de alimentos, de limpieza, y otros productos para entregarlo a familias más necesitadas.
“Lo hacemos de forma interrumpida hace casi un año, dos veces por mes, sábado de por medio. Empezamos con 20 familias y estamos ahora con 52. Hicimos también una colecta de juguetes para el Día de la Niñez y las Fiestas de Fin de Año”, cuenta Luchi.
Los bolsones quincenales se sostienen gracias a vecinos y vecinas del barrio, instituciones y organizaciones, entres ellas, el Colectivo Barrial Villa Ortuzar y Somos Ortuzar.
“Siempre es bienvenida la ayuda”, dice Luchi. El pedido permanente en “El Galpón” se orienta a alimentos no perecederos o artículos de limpieza. Con el retorno de las clases presenciales en la Ciudad se están sumando colectas de guardapolvos y útiles escolares.
Un robo que no logró que bajen los brazos
El año 2021 llegó con una pésima noticia para el Galpón de Ortúzar. “El 12 de enero al llegar encontramos que el candado estaba roto. Habían barreteado la reja y se llevaron un montón de cosas, como la cafetera, una pava eléctrica, equipo de sonido, un micrófono, cosas que se usan para los talleres, material de los talleristas y de los jubilados. Tuvimos que salir a cubrir esa necesidad. Da mucha bronca, pero salimos a redoblar el esfuerzo en el trabajo y la organización”, cuenta “Luchi”.
A pesar de la situación, expresada con pesar en las redes sociales de “El Galpón”, se pudo normalizar el trabajo, no sin esfuerzo y entrega. “Muchos nos dieron una mano. Y podemos decir que en el primer reparto de bolsones, después del robo, logramos entregar la misma cantidad y llegamos a todos los hogares de siempre”, cierra.