“Si ellos lo hacen no debe ser tan malo”. Ellos son los europeos. Argumento que llegó a su punto máximo cuando la legisladora Mercedes de las Casas ejemplificó sobre una planta de incineración de basura con generación de energía que está ubicada enfrente del Castillo de la Reina de Dinamarca, en Copenhague. Para ser exactos está ubicada a un kilómetro y medio. Sin embargo en Buenos Aires piensan instalarla en Villa Riachuelo, en el sudoeste porteño. Pero no todo lo que reluce es oro, ni todo humo blanco es puro.
Por Ignacio Di Toma Mues
Un informe de la Facultad de Ingeniería y el CEAMSE detalla que los residuos sólidos urbanos de la Ciudad de Buenos Aires, en el año 2016, estaban compuestos por: Residuos Orgánicos Reciclables: 48,50 %; Residuos Reutilizables o Reciclables (vidrio, papel, cartón, plásticos): 44,11 % y Residuos Peligrosos, Residuos Patógenos, Pañales descartables y apósitos y otros: 7,40 %.
Estos datos demuestran que todavía queda mucho por hacer para reducir los residuos que van a disposición final al relleno sanitario del CEAMSE en José León Suárez, provincia de Buenos Aires. Y no es justamente la incineración.
Una es el fortalecer el trabajo de los 6 mil recuperadores de la ciudad que están formalizados en cooperativas, más los que restan formalizar, y la recolección diferenciada en origen.
Otras son el compostaje y la generación de energía por biodigestión de los residuos orgánicos.
A su vez es necesaria la sanción de una ley de envases para lograr los objetivos de “Basura Cero”. Este tipo de leyes, de responsabilidad extendida al productor, tiene principalmente una fuerte oposición de la COPAL (Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios)
Termovalorización
La gestión inadecuada de los residuos peligrosos generados en los hogares – por ejemplo medicamentos vencidos o no, tinturas, pinturas, barnices, cromo, pilas con mercurio, tubos fluorescentes, asbestos, tonner de impresoras, etc – pueden contaminar el ambiente físico y dañar la salud. Y sobre todo si se los quema.
La incineración con termovalorización no hace desaparecer los residuos, los transforma en emisiones gaseosas que contaminan el aire, en líquidos contaminados en los procesos de lavado de gases y en cenizas tóxicas que se producen durante la combustión.
Entre las emisiones gaseosas encontramos dioxinas y furanos, extremadamente tóxicos y cancerígenos, y por su persistencia en el ambiente pueden dispersarse a grandes distancias de su fuente.
Los residuos sólidos del proceso son las cenizas que tienen, en general, concentraciones más altas de compuestos tóxicos que los residuos originales. Estas pueden contener metales pesados como mercurio, cromo, cadmio, arsénico, plomo y berilio y otros químicos tóxicos, clasificados como residuos peligrosos por el convenio de Basilea, del que Argentina es país parte.
Cabe destacar que de cada 1.000 toneladas de residuos incinerados se generan 300 kilos de cenizas y escorias, altamente tóxicas, residuos peligrosos que deben disponerse en rellenos de seguridad controlados y aislados de todo contacto con el medioambiente para evitar su dispersión.
Y por otro lado, de las emisiones tóxicas, los controles detectan algunas y no todas las que producen las incineradoras. También hay que advertir que las mediciones se realizan una vez al mes o al año, durante un momento del día y en condiciones óptimas, y no reflejan el verdadero funcionamiento de las plantas durante todo el año.
Y por el mundo cómo andamos…
La Corporación Alemana para la Cooperación Internacional GIZ, asegura que el mercurio, dioxinas o dióxido de nitrógeno entre otros, sólo se pueden eliminar utilizando procesos químicos muy avanzados, que aumentan sustancialmente los costos del proyecto.
Y señala además que la gestión segura y sostenible de los residuos por medio de la termovalorización requiere recursos financieros significativos y resaltan que si el municipio no puede financiar su actual sistema de recolección y tratamiento de residuos de forma continua, debería reconsiderar la construcción de una planta de incineración de residuos para producir energía.
Por último, tomando la manifestación de la legisladora de Vamos Juntos, Mercedes de las Casas, acerca del ejemplo de Dinamarca, este país presentó en noviembre de 2013 el plan “Dinamarca sin residuos- Reciclar Más, Incinerar Menos”, con el principio rector de “Basura cero”.
Las medidas previstas en el plan consisten en la sustitución de la incineración por la recogida selectiva de residuos orgánicos, con el objetivo de producir biogás y compost; por el reciclaje de plástico y papel que actualmente se están quemando.
Y en Estados Unidos, el año pasado 250 alcaldes eliminaron explícitamente la incineración de residuos sólidos en el plan de acción contra el cambio climático.
Voy a parafrasear al legislador socialista Roy Cortina: la modificación de la Ley de Basura Cero empieza a ser funcional a los intereses de las grandes empresas que ven que hay un retiro en el uso de estas tecnologías en Europa y EEUU, y ahora van a vendérselas a Latinoamérica.
Por último, se quiere calificar a la energía producida por la combustión de residuos como “energía renovable” para poder subsidiar desde el Estado al capital privado que construirán y gestionarán estas plantas.
La Argentina tiene un régimen de promoción de energía renovable establecido por la ley 27.191 y el decreto reglamentario 531/16. Las empresas concesionarias venderán la energía con tarifas tres veces más caras que la eólica y además recibirán subsidios. Recientemente el Parlamento Europeo cambió sus directivas sobre las “energías renovables” para no subsidiar más a la proveniente de los residuos mixtos.