Con el comienzo del año electoral a la vuelta de la esquina, las distintas fuerzas políticas entran en zona de ebullición. Mientras la interna nacional del peronismo se lleva todos los flashes, el PRO y La Libertad Avanza se semblantean en la Ciudad y la provincia de Buenos Aires, donde recrudecen las especulaciones: ¿juntos o separados?
Por Fernando Casasco
La ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner era proclamada por estas horas como titular del Partido Justicialista a nivel nacional. La justicia finalmente le alzó la mano, tras la resolución del fuero electoral en la que consideró que su potencial rival interno, el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, no reunió los avales necesarios para presentar una lista.
Cristina anunció su candidatura a la conducción del principal partido de oposición tras un (breve) “operativo clamor”, organizado principalmente por dirigentes de La Cámpora y algunos intendentes del Conurbano bonaerense. No se expresaron en el mismo sentido la mayoría de los gobernadores, incluido quien menos se esperaba que le diera la espalda a la ex mandataria, Axel Kicillof.
Algunos memoriosos recordaban cuando a comienzos de 2008 el ex presidente Néstor Kirchner anunció su decisión de conducir el PJ a nivel nacional y – a diferencia de hoy – logró alinear a todas las tribus del peronismo: esa unidad estalló poco tiempo después, al calor del conflicto con las patronales agropecuarias.
Desde el momento del anuncio de su candidatura, la interna se trasladó de un posible enfrentamiento en las urnas entre Cristina y Quintela a un conflicto soterrado entre el cristinismo y el gobernador bonaerense. Kicillof habló una y otra vez de “unidad” en el peronismo para enfrentar el programa económico de Javier Milei, pero resistió todas las presiones que lo empujaban a alinearse detrás de la candidatura de la ex presidenta.
En el campamento cristinista le achacan a Axel una supuesta “traición”, por no recordar quién lo ungió en la candidatura a la gobernación bonaerense en 2019. Apuntan a que, pese a que el gobernador habla de unidad y no se pronunció abiertamente por el riojano, por debajo algunos de sus promotores en la lucha interna como Andrés “Cuervo” Larroque o el intendente de Avellaneda Jorge Ferraresi juntaban avales para la lista de Quintela.
En cambio, en La Plata recelan del encolumnamiento acrítico, sobre todo por la experiencia reciente del gobierno de de Alberto Fernández y por la incidencia de Máximo Kirchner y La Cámpora en el sistema de poder. La virtual intervención que estableció en 2021 el titular del PJ bonaerense sobre el gobierno de la provincia, ubicando a Martín Insaurralde como jefe de gabinete, todavía es mal recordada y rechazada por el gobernador y sus adláteres.
La definición de la interna pasa sobre todo por quién “tendrá la lapicera” a la hora de armar las listas en 2025, no sólo en cuanto a los nombres de las candidaturas, sino también en la amplitud o no de las alianzas que se tejan.
La ex presidenta sostiene que tiene la decisión de “enderezar lo que se torció”, en una directa alusión a los gobernadores provenientes del peronismo y que hoy se muestran amigables con el gobierno de Milei, acompañando leyes polémicas en el Congreso. Habrá que ver hasta donde su cintura y su don de liderazgo le permiten reconstruir los puentes que hoy están rotos y encarar la construcción de una alianza opositora amplia, tras una experiencia negativa.
Toda una quijotada.
En la ciudad de Buenos Aires, el PJ porteño celebró un acto el 17 de octubre para “reconfirmar lealtad a Cristina”, tal como remarcó su titular, el senador camporista Mariano Recalde. El dirigente afirmó que “Cristina representa la esperanza y si hay una interna, vamos a bancar a Cristina”, como un dardo por elevación a Kicillof, que unas horas antes había encabezado un acto en Berisso sin la presencia del cristinismo.
Si bien hubo sectores que no quisieron participar del encuentro por su marcado perfil kirchnerista en el medio de una disputa interna del peronismo, lo cierto es que la mayoría de las líneas del partido estuvieron presentes. Recalde jugaba aquí parte de su liderazgo, en alianza con el sector conducido por el gremialista y empresario de medios Víctor Santa María.
El senador aspira a renovar su banca en la Cámara alta el año próximo. En la ciudad de Buenos Aires al pan-peronismo no le sobran los nombres reconocibles y convocantes como para encabezar una lista.
El ex candidato a jefe de gobierno Leandro Santoro es otro de los que aspira a una candidatura y continúa sus recorridas por los distintos barrios para reunirse con vecinos. Por otra parte, hay algunos que mencionan un nombre que no es sorpresa por su adscripción, pero que marcaría su ingreso a la política electoral: Pablo Echarri.
Mientras tanto, en el oficialismo la fuerte interna sacude la cada vez más distante relación entre el presidente Javier Milei y su vice, Victoria Villarruel, quien aparece corrida completamente de la toma de decisiones. En la Casa Rosada acusan a la vicepresidenta de no haber manejado mejor la situación en el Senado, para evitar la sanción de leyes contrarias a los deseos del oficialismo, que empujaron a Milei a asumir un costo político con la firma de sendos vetos.
Villarruel no hace caso a los reproches y marca su propio perfil, como lo demostró con su gira europea, donde visitó al papa Francisco (cada vez más crítico de la gestión libertaria) y a la ex presidenta Estela Martínez de Perón, para quien Milei tuvo palabras lapidarias. Un abierto desafío para un Presidente al que no le gusta que le lleven la contra en lo más mínimo (y si no que lo diga la eyectada canciller Diana Mondino). La Vicepresidenta se escuda en que su cargo es electivo y que no puede ser expulsada por decreto, mientras hace su propio juego.
Lo cierto es que esta interna mantiene inmovilizado al Senado, en el que La Libertad Avanza está en absoluta minoría. Es por ello, que los cañones del oficialismo apuntan a los comicios de 2025 y a tener una presencia más importante en los cuerpos legislativos. Personajes del entorno presidencial como Karina Milei y Martín Menem se encargan de organizar a La Libertad Avanza, de cara al proceso electoral del año próximo.
Pese a la alianza que muestran en temas cruciales, el avance de La Libertad Avanza lo lleva a indisimulables roces con el PRO, ya que ambos apuntan al mismo electorado. En la vereda amarilla hace ruido sobre todo la tentación del partido de Milei de buscar disputar al macrismo su reducto originario: la Ciudad de Buenos Aires.
El partido gobernante en la Capital no ve con malos ojos un frente con los libertarios para quedarse con las dos bancas a senadores en disputa, siempre con listas lideradas por macristas, pero esa opción no convence a la Casa Rosada.
Hoy muchas de las desavenencias parecen haber quedado de lado, a medida que Milei y Macri recompusieron relaciones. El PRO permaneció incólume en el apoyo legislativo al Ejecutivo en el sostenimiento de los vetos en jubilaciones y financiamiento universitario, mientras que el Presidente abrió espacios en puestos de gestión a cuadros provenientes del macrismo.
Sin embargo, la posibilidad de tejer alianzas electorales no termina de entusiasmar al núcleo duro del mileísmo. Para encabezar la lista oficialista en la Ciudad ya se habla del vocero presidencial Manuel Adorni o de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.
Las visiones encontradas dentro de La Libertad Avanza pasan principalmente por cómo encarar la elección bonaerense, lo que podría decantar luego en una estrategia similar en la Ciudad. El que ya se muestra como el candidato ungido es José Luis Espert, quien protagonizó una bravuconada de las suyas en La Matanza, al “romper” una clausura municipal a obras de la empresa Mercado Libre en terrenos del Mercado Central.
En sus recorridas cuenta con el respaldo de Santiago Caputo, el asesor estrella de Milei. En cambio, Karina Milei apuesta por la muñeca política de su armador en terreno bonaerense, Sebastián Pareja, quien tejió una alianza con el bullrichismo en la Legislatura y que se espera tenga también su correlato electoral. El operador promueve que sea la propia hermana del Presidente la candidata en la provincia más grande del país.
Los roces entre “caputistas” y “karinistas” están a la orden del día. Según sus propios dichos no son “la casta”. Pero a nivel de internas son muy parecidos a los políticos tradicionales, de los que reniegan.